Villasmil: Los inevitables cisnes negros
Un amigo me preguntó recientemente: ¿Qué es la teoría del “Cisne negro” que se menciona tanto en todo tipo de artículos? Comparto con ustedes, amigos lectores, la explicación que le di: la teoría –y metáfora- del Cisne negro fue desarrollada por el analista, profesor universitario, escritor y especialista en riesgo Nassim Nicholas Taleb, explicada en su libro (best-seller internacional) “El Cisne negro: el impacto de lo altamente improbable”, publicado en 2007.
Taleb buscaba describir eventos inesperados, sin precedentes, incluso cataclísmicos, que suprimen las formas establecidas y aceptadas de pensar. Como indica en su libro, cada cisne observado en Occidente era blanco, lo que condujo a pensar que todos los cisnes eran blancos. Pero -bien dice Taleb- bastó que se descubrieran en Australia cisnes negros para “invalidar el enunciado derivado de miles de años de observaciones confirmatorias de cisnes blancos”.
Para que un evento califique como un “Cisne negro”, debe ser en primer lugar “atípico” (un “outlier”), vale decir, inesperado. Debe producir asimismo un “impacto profundo”, y debe suscitar explicaciones post facto, después de ocurrido el evento, que den la impresión de que en realidad pudo haber sido previsto.
Lo cierto es que los seres humanos somos propensos a crear ambientes donde puedan ocurrir eventos extremos, para luego subestimar su probabilidad. Pero si bien es difícil evitar algunos Cisnes negros, ciertamente es necesario robustecer las defensas de todo tipo, ser previsivos.
Para Taleb –un dato que desarrolla en libros posteriores- la lógica detrás de los Cisnes negros hace que sea más importante lo que no se conoce que lo que sí, que aquello que se asume como “normal”. Taleb predica con su ejemplo: en 2008 vio en los sistemas financieros una fragilidad que los grandes expertos y los economistas más reputados obviaban o simplemente negaban -Taleb, haciendo lo contrario que recomendaban sus pares, hizo una fortuna en este crash-.
La mala preparación, el descuido, la autocomplacencia, el evitar la innovación y la creatividad, conducen a resultados catastróficos; un ejemplo es la “Línea Maginot”, construida por el ejército francés luego de la Primera Guerra Mundial, y que según sus expertos impediría cualquier futuro avance terrestre alemán. Hasta que llegó Hitler, con sus divisiones blindadas, y se burló de la línea propinándole una derrota catastrófica a sus adversarios.
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Si algo negativo han tenido las decisiones políticas en América Latina ha sido la insólita incapacidad de prever el futuro, y el afán de priorizar los liderazgos mesiánicos sobre las instituciones. De ello, los venezolanos sufrimos todavía el inmenso infortunio de ese monstruoso Cisne negro llamado chavismo. Millones de venezolanos creyeron que Chávez les traería bienestar, superaría las imperfecciones de la democracia. Los resultados están a la vista.
Obviamente, otros dos Cisnes negros latinoamericanos, cuya negatividad sigue siendo sufrida después de muchas décadas, son el castrismo y el peronismo.
A continuación una lista no exhaustiva de otros hechos históricos que podrían considerarse como “Cisnes negros” en áreas diversas –técnica, económica, militar, política-:
-El hundimiento del Titanic (1912);
-La desaparición de la Unión Soviética (1991);
-El desastre nuclear de Chernobyl (1986);
-El derrumbe (crash) de Wall Street (1929);
-El ataque terrorista en EEUU, el 11 de septiembre de 2001;
-La caída de Lehman Brothers y la subsiguiente recesión económica mundial (2008);
-Las incursiones vikingas a Europa y las invasiones de Gengis Khan;
-El inicio de la I Guerra Mundial luego del asesinato del Archiduque Franz Ferdinand en Sarajevo (1914);
-La peste negra en Europa (1346-1353) y la gripe española (1918);
-El ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de Múnich (1972);
-La aparición y desarrollo del Estado Islámico (Daesh, 2014);
-El gran tsunami en el Océano Índico (2004);
No es que estos hechos históricos fueran totalmente impensables, es que todos estaban ocultos, fuera de nuestras expectativas estándar y, cuando surgieron, nos asombraron.
Los años recientes han estado llenos de Cisnes negros; el llamado Brexit es un excelente ejemplo. Nadie, ni siquiera los vencedores, pensaban que sucedería. Y sus resultados son impredecibles, trayendo sin duda alguna consecuencias masivas.
La candidatura, posterior victoria y cuatro años en la presidencia de Donald Trump (“el primer presidente posverdad”, en palabras del politólogo hispano Fernando Vallespín) es otro ejemplo perfecto. Cumple con todos los criterios establecidos por Taleb: no se esperaba su victoria, su impacto fue mundial, y está siendo sometido a exhaustivas discusiones que buscan explicarlo en todas sus consecuencias, pero que hasta ahora son meras racionalizaciones en desarrollo.
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¿Existen acaso su opuesto, “Cisnes negros positivos”? Bueno, alguno los han llamado Cisnes blancos, y en casi todas partes han ocurrido; como el descubrimiento sorpresivo de un bien económico que mejoró radicalmente los ingresos nacionales (como el petróleo para algunos países). Pero obviamente ellos causan alegría, no alarma. Por sus peligros y daños, el análisis se ha concentrado en su opuesto.
Los Cisnes negros no solamente desestabilizan y desconciertan a sociedades enteras; ellos también emiten ondas expansivas y cambian la idea cultural de lo que es posible que suceda y lo que puede ser soportado, inspirando a las diversas fuerzas del mal, por ejemplo a los terroristas.
Otro Cisne negro que será imposible de olvidar ha sido el COVID-19, o virus chino. De hecho, es uno de los mayores Cisnes negros de la historia. En el caso de los Estados Unidos, la combinación de la pandemia y la desastrosa gestión de Trump ha causado que ya sean 500.000 los fallecidos, en un país que, con un 4% de la población mundial, tiene más de 20% del total de decesos por esa causa en el planeta.
Finalmente: ¿Es posible pensar en Cisnes negros no ocurridos pero que podrían surgir de repente? Algunas posibilidades siempre mencionadas en la actualidad:
-Una tercera guerra mundial (de alguna manera nuclear);
-Una nueva crisis económica planetaria (esta es fácil; es un Cisne negro al cual se le han caído ya muchas plumas);
-La división de la Unión Europea (esta también es posible, gracias al crecimiento de las fuerzas nacional-populistas).
-Un poderoso Caballo de Troya cibernético, que paralice el Internet a escala mundial;
– ¿Por qué no? Un contacto con seres extraterrestres. La película “Arrival” (“Llegada”), de gran impacto, ha ayudado mucho a pensar en esta posibilidad.
Como afirma Taleb en “El Cisne negro”: “¿No es acaso extraño ver que suceda un evento precisamente porque no estaba supuesto que sucediera?”