CorrupciónDemocracia y PolíticaEleccionesJusticiaMarcos Villasmil

Villasmil: México, eligiendo la justicia

La injerencia política asoma en elecciones judiciales de México por el desconocimiento de candidatos - Los Angeles Times

 

Por primera vez en su historia, los mexicanos eligieron a jueces y magistrados. Desde los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta los jueces de distrito y diferentes cargos adicionales, en 19 estados del país. En total, fueron 881 los cargos federales y 1800 locales que debían cubrirse.

Los votantes debieron elegir entre seis boletas con entre 150 y 180 candidatos cada una para más de 20 candidaturas. “Ni siquiera un ciudadano con doctorado puede realizar esta elección sin apoyo”, comentó un experto.

Sin embargo, en estas elecciones solo se eligió alrededor de la mitad del poder judicial de México; el resto de los jueces se elegirá en 2027.

En los días previos hubo muchos llamados a reflexionar, a darse cuenta de que se estaba cometiendo un grave error.

Era inevitable que apareciera el anterior presidente, López Obrador (AMLO), para animar las redes, para atizar fuego en X (antes Twitter), TikTok, YouTube, Facebook e Instagram.

Lo cierto es que el dúo Claudia Scheinbaum-AMLO inventó una de las modificaciones judiciales de mayor alcance jamás intentadas por una democracia grande.

Las críticas, especialmente de parte de líderes opositores y de expertos jurídicos, se centraron en argumentos como que se corría el riesgo de otorgar a MORENA, el partido de Gobierno, una influencia extraordinaria sobre el tercer poder del Estado, que se eliminaban los requisitos de carrera del antiguo sistema y que se abría la puerta a candidatos que podrían estar influenciados por los cárteles de la droga y en general por el crimen organizado. Eso fue en alguna medida lo que sucedió.

La presidenta Claudia Sheinbaum celebró la participación de 13 millones de votantes como un triunfo democrático, pero los números revelan una realidad más compleja: apenas 13% de los electores acudieron a las urnas, (abstención: 87%) una cifra que queda muy lejos del 61% de la elección presidencial. Además, entre los votantes, el 20% votó nulo o en blanco, por lo que el porcentaje de personas que realmente influyó en la elección fue todavía menor.

¿Victoria, como dice Scheinbaum, a pesar de que 87 millones de mexicanos se quedaron en su casa?

Fue una victoria de la presidente, de MORENA y de su modelo populista, perdiendo la sociedad democrática y la independencia del poder judicial mexicano.

Como dice el analista Luis Antonio Espino, “los populistas lograron lo que querían: un golpe de Estado técnico sin que a la sociedad mexicana le importara. Un golpe de Estado técnico sin resistencia real o simbólica de la oposición partidista y social”.

Pocas veces en la historia se produjo un suicidio colectivo como este invento de supuesta «reforma»-

 

***

 

La elección popular de jueces es un tema que ha generado un amplio debate, y han existido ejemplos históricos y contemporáneos de implementación en Estados Unidos, Argentina, Japón, Suiza y Bolivia.

Es un tema complejo con argumentos a favor y en contra. Los defensores argumentan que aumenta la democratización del poder judicial, la responsabilidad de los jueces ante la sociedad y la participación ciudadana. Mientras, los críticos señalan los riesgos de politización del poder judicial, la posible falta de independencia de los jueces, y la superficialidad de las campañas electorales que pueden desviar la atención de la competencia y la integridad judiciales.

Escoger jueces no es como elegir cualquier otro cargo público.

La legitimidad en la elección del poder judicial no puede ser la misma que en la de los otros poderes, el ejecutivo y el legislativo. Un juez requiere poseer competencia e integridad que generen una auctoritas, el respeto de toda la sociedad. Y es que, si bien la elección popular de los miembros de los otros dos poderes debe ser fundamentalmente democrática, en los jueces debe ser por encima de todo meritocrática.

Y si la necesidad de independencia es esencial para todos los poderes, en el caso del poder judicial lo es mucho más.

***

 

Lo cierto es que México acaba de vivir otro ejemplo de demagogia populista, tan en boga en estos tiempos.
México, como toda América Latina, necesita un poder judicial decente. Ello implica en sus miembros tener una brillante hoja de servicios profesionales, solvencia intelectual, una moral sin sospechas. Pero me temo que los que salieron electos lo fueron por unos pocos votos, con una población que no entendía la información suministrada, por confusa y por escasa, eligiéndose muchos jueces sin carrera, sin experiencia, sin independencia.

Para colmo, según señaló una encuesta, el 70% de los votantes no conocía a los candidatos que se presentaban.
Un resultado fundamental: todos los nueve integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el tribunal constitucional mexicano, origen y trofeo de la reforma judicial, fueron electos de la lista (“acordeón”) propuesta por MORENA.

Lo cierto que el experimento fue fallido. Se quiso vender la idea -falsa- de que la elección por vía popular de los jueces a todos los niveles sería una decisión más democrática, transparente y legítima. Repitamos: eso es falso.

Además, el informe, sin duda negativo, de la Misión de la OEA sobre el proceso puede resumirse en dos oraciones: “toda reforma al modelo de selección de jueces debe hacerse de forma gradual” (…) y “no se recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países de la región”.

En México, puede asegurarse, el omnipresente narcotráfico tuvo una influencia decisiva en la elección. Si en ciencias políticas se estudia la “tiranía de la mayoría”, en México la mayor tiranía desde hace décadas es la de un narcotráfico que ha penetrado buena parte de la institucionalidad pública.

MORENA incluso ha aceptado que en las candidaturas se colaron personas con antecedentes criminales.

En suma, como dice Diego Valadez -Doctor en derecho, quien fuera procurador general de la República y ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación- se va rumbo a una anarquía. El sistema político está perdiendo progresivamente gobernabilidad.

Sheinbaum y AMLO han buscado convertir, con éxito,  la convivencia democrática en la obediencia a un proyecto autoritario, por el cual se le enseña a la gente cómo pensar y cómo votar.

El edificio democrático aparentemente sigue en pie, pero ha sido vaciado de contenido real. Hoy, México es menos democracia y ciertamente menos república.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba