Villasmil: Michelle Bachelet en Venezuela
La muy deseada y esperada visita de la Alta Comisionada de Derechos humanos de la ONU a Venezuela ha dejado, como suele suceder, estelas de descontento pero también de satisfacción. No es la primera vez ni será la última; desde hace 20 años no hay manera de ponerse de acuerdo sobre el régimen chavista y sus acciones.
Respetando la opinión ajena –que cada quien vea con la lupa de su preferencia-, comencemos con esto: esta visita da la impresión de haber sido hecha a la entera satisfacción de La Habana.
Visualicemos el guion:
-Alto funcionario de la ONU visita a Venezuela
-Dicho funcionario es una personalidad internacional
-Que pertenece a la familia socialdemócrata
-Es imposible tapar el desastre humanitario presente en Venezuela, por lo tanto hay que ubicarlo en un contexto“legitimador” del régimen. La realidad no puede ser ocultada, pero sí manipulada.
-La visita debe ser solo a Caracas (nada de ir al interior; ¡mucho menos a Maracaibo, auténtica zona de devastación y catástrofe!)
-No se debe mencionar nunca la presencia extranjera (Cuba, Rusia, China, guerrilla colombiana) salvo la norteamericana, obviamente dañina.
-Se debe visitar a víctimas, familiares de ellas, etc., pero sus reclamos y tragedias se “despolitizan”, al darles solo un contenido social, moral y ético, pero no político. El “qué” ha pasado se sobrepone al “quién” lo ha hecho y al “cómo”.
–Por lo anterior, en Venezuela no hay necesariamente una tiranía; hay un gobierno con problemas graves y humanitarios que debe ser ayudado para su solución. Por eso el gobierno habla de “corregir” y “rectificar”.
-Y el final: el ya usual llamado al diálogo, a la negociación, eso sí, con velocidad diplomática. PORQUE EL OBJETIVO FUNDAMENTAL PARECIERA SER DARLE TIEMPO AL GOBIERNO PARA CONSOLIDAR EL CERROJO TOTALITARIO.
Que Michelle Bachelet, dirigente socialista, esté consciente o no de su papel en este nuevo episodio de la tragedia no es lo importante; a fin de cuentas, los partidos socialdemócratas tienen un siglo en la jugada de proteger los intereses de los totalitarismos de izquierda. Comenzaron con Lenin, y no han parado desde entonces. Para los socialistas democráticos, las dictaduras “progresistas” no se combaten (como sí las de derecha), se las tolera, se las apacigua (y, en el caso cubano, se hace negocios con ellas, como han aprendido a hacer los socialistas españoles). Para la tarea actual han estado, cada uno en su rol, José Luis Rodríguez Zapatero, Josep Borrell, Tabaré Vásquez, Pedro Sánchez, Federica Mogherini, y ahora la Alta Comisionada de Derechos Humanos. Si la realpolitk socialdemócrata ha permitido aceptar a la tiranía castrista, ¿por qué no hacerlo con su avatar venezolano?
Michelle Bachelet hizo una serie de afirmaciones acerca de los compromisos del gobierno, por ejemplo: llevar a cabo una evaluación de la Comisión Nacional para la Prevención de la Tortura y para determinar los principales obstáculos en el acceso a la justicia en el país”. Alto aquí: que a esta altura todavía alguien se pregunte cuáles son los obstáculos para acceder a la justicia venezolana causa asombro. Es pedirle a los verdugos que expliquen cómo realizan su labor. La misma que ha sido atestiguada y documentada por decenas de víctimas a lo largo de los años de chavismo.
Mientras tanto, los chavistas han aprendido muy bien las lecciones cubanas, como que la labia caribeña permite todo tipo de promesas.
Al parecer, el problema no es el régimen, sino algunos funcionarios del mismo que violan los derechos humanos. Es decir, el régimen no es esencialmente corrupto y genocida, sino que algunos de sus miembros se portan mal. Hay dos partes en conflicto, gobierno y oposición, no la lucha de un pueblo contra una cruel tiranía.
Bachelet no hace un diagnóstico correcto del país. La realidad de la violación de los derechos humanos no se puede dividir en problemas aquí y allá, en tal área u organismo: el gobierno reconoce que hay problemas; promete esto; cambiará aquello; está dispuesto a dialogar, demostrando con ello buena fe; al final nada que no se pueda conversar disfrutando de unos rones venezolanos, de esos ganadores de premios mundiales. Repitamos: es el método que llevan implementando los tiranos cubanos desde hace sesenta años. Es como criticar al monstruo de “Alien” solo porque tiene mal aliento.
Declara asimismo la funcionaria que se reunió con el Ministro del Interior, el general Néstor Reverol, un militar que ha sido señalado y acusado por el Departamento de Justicia de los EEUU como vinculado al narcotráfico. También se encontró con Diosdado Cabello (presidente de la Asamblea Constituyente chavista), acusado por lo mismo. La visita de la Bachelet fue tan completa desde la perspectiva de la tiranía que se reunió hasta con los dirigentes-narcotraficantes del llamado “Cartel de los Soles”.
Relata luego diversas reuniones con familiares y víctimas de violaciones a los derechos humanos, de las que afirma que “sus historias son desgarradoras y muestran la desconfianza que tienen en las autoridades estatales”.¿Desconfianza? Ese debe ser el “understatement”, el eufemismo del año.
La expresidente de Chile declaró: “Celebro la liberación del parlamentario opositor Gilber Caro, que se encontraba en custodia del servicio de inteligencia SEBIN. Asimismo, recibo con beneplácito la liberación de Melvin Farías y Junio Rojas, aunque hago un llamado a las autoridades a liberar a todas las personas que están detenidas o privadas de libertad por ejercer sus derechos civiles y políticos de forma pacífica”.
Un llamado al cual nadie en el régimen le hará caso. De hecho, ni siquiera se había ido la ex-mandataria chilena cuando el gobierno inició otra de sus regulares purgas y arrestos entre las Fuerzas Armadas. Y, como le recuerda Felipe González, en su reciente conferencia durante el XII Foro Atlántico:
“Los derechos no se negocian, se exigen”; González habló de la reciente visita de Michelle Bachelet, —alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos– a Venezuela la pasada semana. “Lo mismo pasa con la visita de mi amiga Bachelet a Caracas: antes de que llegue sueltan presos políticos, que es algo que han aprendido muy bien de Fidel [Castro]. ¿Gracias por soltar a Gilber Caro? ¿Gracias de qué? Nunca debió estar preso. Por eso se puede sentar a dialogar, pero jamás entrar en el mercadeo de la carne”, terció. “En el primer día de sentarse a negociar se dice: oiga, no establecemos cuántos presos salen a la calle. Es que no puede haber ninguno”.
Asombrosamente, afirma la Alta Comisionada que “el Gobierno ha lanzado proyectos en un esfuerzo de asegurar acceso universal a programas sociales, para lo que ha dedicado el 75 por ciento del presupuesto nacional”. En serio, amigo lector, la Alta Comisionada de Naciones Unidas afirmó esto, aceptando convertirse en vocera y propagandista de las falsedades del chavismo. ¿Cómo calificar semejante desmesura? Ya que solo iba a estar en Caracas, con un paseo en carro, -sin necesidad de bajarse- por Catia o Petare, hubiera sido suficiente para que se diera cuenta de esa mentira. O haber visto el video del periodista Jorge Ramos, aquel que hizo arrechar a Maduro.
Sobre los problemas de salud, después de mencionar el desastroso estado sanitario, destaca: “He hecho un llamado al Gobierno para que proporcione los datos relacionados con la situación sanitaria y otros derechos socio-económicos que permita evaluar la situación y apoyar de forma adecuada”. ¿Apoyar a quiénes, a los autores del desastre? ¿A quiénes le han colgado a cada venezolano una diana en la espalda, cual objetivos de caza y muerte?
Como era de esperar, la única presencia extranjera a mencionar no es la cubana, la rusa, la china, o la guerrilla colombiana. Es ¡sorpresa! la de los Estados Unidos, ya que sus sanciones “están exacerbando la crisis económica”,cuyas causas, sin entrar en detalles (no conviene) “son diversas”.
No quisiera pensar que su pasado de amistad con los líderes regionales del socialismo del siglo XXI determina a Bachelet; ¿negociadora política o defensora de derechos humanos? Veremos qué se refleja en el informe del próximo 5 de julio en Ginebra, ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Es fundamental que en ese informe se haga una descripción exacta de las violaciones a los DDHH, sus causantes y consecuencias, sus ataques a la única institución democrática, la Asamblea Nacional y a sus miembros, la necesaria libertad de todos los presos políticos, sin condiciones previas, sin ser usados como objetos de negociación. El Informe preliminar, de hace unos meses, fue contundente. Si el del 5 de julio dice la verdad de forma clara, esperamos que los gobiernos realmente democráticos del mundo tomen nota y hagan lo necesario para acelerar la salida de la tiranía, el fin de la tragedia.
Las condenas al régimen siempre serán bienvenidas; pero los venezolanos lo que deseamos y pedimos hoy, ante la completa desolación del país, son salidas concretas.