Villasmil: Oponerse
Creo que todos podemos estar de acuerdo con esta afirmación: el derecho a votar en una democracia es fundamental; en su expresión más noble, el voto es una liturgia, pero si bien ejercerlo es un derecho, el no hacerlo también lo es.
Veamos algunas consideraciones que son obvias sobre el votar en democracia:
Permite la participación ciudadana en la toma de decisiones: El voto es la herramienta a través de la cual los ciudadanos pueden expresar sus opiniones y preferencias sobre quiénes deben gobernarlos y qué políticas deben implementarse.
Garantiza la representación: Al votar, los ciudadanos eligen a sus representantes para que actúen en su nombre y defiendan sus intereses en los órganos de Gobierno y de control del mismo, como el parlamento.
Fomenta la rendición de cuentas: Los gobernantes y representantes electos son responsables ante el electorado.
Promueve la legitimidad del gobierno.
Protege los derechos individuales y colectivos: El derecho al voto está intrínsecamente ligado a otros derechos civiles y políticos.
Facilita el cambio pacífico: El voto ofrece un mecanismo pacífico y ordenado para expresar el descontento y lograr cambios en el Gobierno y en sus políticas.
Empodera a los individuos: Ejercer el derecho al voto otorga a los individuos un sentido de pertenencia y poder dentro de su comunidad política.
Ahora bien, me pregunto: ¿Estas razones para votar son factibles de darse en las elecciones programadas para el próximo domingo 25 de mayo?
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En la actual Venezuela, cuya crítica situación no necesita explicarse, algunos de los argumentos tradicionalmente dados para justificar el voto lucen hoy un espejismo en el desierto autoritario. ¿Defensa del voto? ¡El voto a defender es el que nombró presidente a Edmundo González! ¿Preservación de espacios? Ya el CNE debe tener claro cuáles opositores serán seleccionados el 25/5 por decisión del régimen como gobernadores o diputados.
En estos casi cinco meses transcurridos de 2025, ante las decisiones gubernamentales que conducen a otra elección, los ciudadanos hemos visto una nueva, muy grave, fragmentación opositora.
Cómo se critican, se desprecian incluso, muchos de los principales actores opositores. No tienen aliento para casi nada más.
No ha sido común ver a importantes dirigentes de partidos opositores en alguna protesta de los gremios, de la sociedad civil. Se resisten a participar en algo que no puedan controlar (y en donde serían rechazados).
Se niegan a entender que frente a un régimen autoritario las alternativas no violentas no son solamente votar o no votar (o como dice alguno, “quedarse en casa viendo Netflix”).
Claro que hay otras alternativas pacíficas de protesta; ¿Por qué no las promueven?
Los ciudadanos, guiados por liderazgos unidos y con visión estratégica pueden plantearse, ante un hecho electoral fraudulento, formas de protesta democrática no violenta. Estos métodos se basan en principios de resistencia pacífica, de desobediencia civil, y buscan generar conciencia, movilizar a la población y lograr transformaciones a través de medios no agresivos, con disciplina y organización, sin pasividad, al contrario, construyendo poder desde la base, movilizando y empoderando a la sociedad civil.
La efectividad de la protesta no violenta radica en su capacidad para generar conciencia pública, presionar política y económicamente, mantener alerta al mundo internacional democrático, y fomentar la solidaridad entre los participantes. ¿Alternativas posibles? Se pueden conseguir fácilmente incluso en Google.
A algunos líderes opositores al parecer no les significan nada nombres históricos de la lucha no violenta contra las graves violaciones autoritarias a los derechos humanos, como Vaclav Havel, Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Nelson Mandela, Aung San Suu Kyi, o Gene Sharp.
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Pasan los días, el régimen sigue con sus maniobras para tener un día electoral a su medida y conveniencia. Las oposiciones dispuestas a aceptar su llamado ven, pero callan ante lo que está sucediendo. Algunos de estos opositores a la orden del nuevo llamado electoral han visto mejores días, como el país. Y, pareciera que intentaran, en su contradicción, caminar a la vez por las dos orillas de un mismo río.
Hay interrogantes pendientes de respuesta por parte de estos candidatos del próximo domingo, mencionemos solo algunas:
-Es imposible contabilizar serenamente el número de candidatos y de organizaciones permitidas y autorizadas por el régimen; ¿por qué a estos opositores se les permite libre acción, se les legitima como candidatos, mientras la líder nacional opositora, María Corina Machado, está en la clandestinidad?
-¿El horror de la existencia de perseguidos, de presos políticos, no debería haber sido el tema fundamental de su campaña?
–¿Bajo qué decisión popular legítima fueron escogidos estos señores candidatos? ¿primarias partidistas? ¿asambleas populares? ¿lanzamiento de dados? ¿piedra, papel o tijera? ¿Un dedo travieso e interesado?
-El régimen ha afianzado su control sobre todo el proceso electoral para que no haya sorpresas como el 27J. Por ejemplo, se ha eliminado el código QR (que permitió solidificar ante el mundo la demostración de cuáles fueron los verdaderos resultados presidenciales). ¿Por qué los candidatos han guardado silencio ante este nuevo atropello contra las garantías mínimas de transparencia?
-¿Por qué no han defendido -casi que ni mencionado- el derecho de nuestros compatriotas en el exterior a votar?
-¿Por qué este amasijo de candidatos solo ofrece propuestas cansadas, sin ideas nuevas, sencillamente generalidades espesas y desordenadas?
-Vale la pena preguntarles, ¿qué más debe hacer el Gobierno para que ustedes se den cuenta de que el domingo 25 claro que algunos saldrán electos, incluso habrá gobernadores opositores, por supuesto, pero que no será una real elección, sino una muy bien estudiada selección?
El CNE dirá, como en el referendo sobre el Esequibo, que votamos millones y millones- pero ante la irrefutable evidencia del ausentismo ciudadano ¿los candidatos opositores que el régimen favorecerá, y ya ha seleccionado como vencedores para intentar -sin éxito- darle visos legítimos a la votación, se atreverán a denunciar las irregularidades y mostrar la verdad?
El domingo 25 de mayo, por desgracia, no habrá elección. Solo selección. Y una búsqueda desesperada de normalización autoritaria.
Como señala un mensaje en las redes: «El 28-J no se negocia, el 25-M no se vota».