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“Vivir de las remesas acostumbra a los cubanos a vivir del trabajo ajeno”

El laico católico Dagoberto Valdés aseguró los cubanos no deben dividirse por medidas externas cuando la causa de los problemas está dentro de Cuba.

 

MIAMI, Estados Unidos.- “Vivir de las remesas de forma permanente y sistemática es inmoral porque acostumbra a los cubanos a vivir del trabajo ajeno”, aseguró el laico católico Dagoberto Valdés, director del Centro de Estudios Convivencia, en su más reciente columna de opinión Lunes de Dagoberto, a propósito de las nuevas medidas de Washington contra el régimen de La Habana, que afecta directamente el envío de dinero a la Isla.

Valdés, original y residente de la occidental provincia de Pinar del Río, llamó a los cubanos a reflexionar sobre las verdaderas causas de que los cubanos nos sean capaces de vivir dignamente con sus salarios, lo que atribuyó a la dependencia económica de un sistema “improductivo, insuficiente y deformante”.

Para Dagoberto Valdés, hay cuatro “raíces y causas fundamentales” de la actual situación: “los salarios insuficientes que el gobierno cubano paga a los trabajadores del sector estatal; el modelo económico impuesto es ineficiente y la productividad es insuficiente para poder aumentar esos salarios o reevaluar la moneda cubana sin crear inflación; la devaluación de la moneda nacional, es decir el peso cubano, cuyo poder adquisitivo ha disminuido de forma crítica; y el Estado cubano paga en esa moneda nacional devaluada y vende los principales alimentos, aseos y artículos del hogar en moneda libremente convertible que vienen precisamente por remesas de familiares”.

Dicho esto, el laico aseguró que la solución “sería que estas cuatro causas fueran rectificadas y se transitara ágilmente hacia una economía social de mercado”. Lo que supone “la atención a los sectores más vulnerables, y que por tanto se liberen las fuerzas productivas del país mediante la libertad de empresa, la garantía para la propiedad privada y cooperativa y la libertad de comercio interior y exterior por parte de todos los cubanos, incluidos los que conforman la comunidad cubana en la Diáspora”.

“Estas son las salidas reales y definitivas desde el punto de vista socioeconómico”, afirmó en su texto, sin embargo, “existe otra dimensión más profunda y de inconmensurable impacto antropológico y social, que puede afectar la educación laboral de las nuevas generaciones, desfigurar el carácter emprendedor de la cultura cubana y durar mucho más que lo que duren las transformaciones”.

“Esa dimensión deformante y duradera es seguir perdiendo el sentido, el valor y la dignidad del trabajo de los cubanos sustituyendo con la dependencia de las remesas lo que debe ser cubierto con un salario real, digno, suficiente y con un valor adquisitivo a la altura de las necesidades siempre crecientes de los cubanos”, señaló.

“Vivir de las remesas de forma permanente y sistemática es inmoral porque acostumbra a los cubanos a vivir del trabajo ajeno, y a acostumbrarse a que la prosperidad de su vida personal y familiar depende de la generosidad de personas que viven fuera, trabajan con el sudor de su frente y comparten, muchas veces de lo que no les sobra, lo devengado como fruto de su sacrificio diario”, dijo.

Y aunque este escenario no tiene lugar “por aquella ‘vagancia’ voluntaria y por la falta de vergüenza de los que no quieren trabajar”, sino más bien porque “se trata de vivir en un sistema cuyo trabajo no tiene productividad, cuyos salarios no alcanzan para nada, cuya moneda se ha devaluado y cuyos mercados venden en una moneda extranjera con la que no se paga el mísero salario”; ahora los cubanos, “una vez más, discutimos y nos dividimos por las consecuencias sin ir directamente a las causas”, precisó Valdés.

La raíz del problema, sentenció, es que “llevamos más de 60 años con un modelo socioeconómico ‘que no funciona ni para nosotros mismos’ y ese modelo no se ha cambiado por motivos políticos”, porque el gobierno no quiere perder “el control estatal sobre la vida de los cubanos y no quieren liberar total y estructuralmente las fuerzas productivas”.

“Continúan los subterfugios para acotar y bloquear el carácter emprendedor de los cubanos que, poco a poco, sin darnos cuenta, pero de forma dramática, vamos perdiendo el sentido del trabajo y dejamos que nuestro proyecto de vida dependa de las remesas porque no podemos, no nos dejan empoderarnos, ni crear riqueza, ni invertir, ni exportar de forma independiente”.

Valdés llamó a los cubanos a identificar las trabas internas, “exijamos que cada cubano pueda depender de su propio trabajo, y no nos estemos dividiendo por medidas externas cuando la causa está dentro de Cuba y nos toca solamente a los cubanos, de dentro y de fuera, resolver nuestros propios trabajos”.

La unión de la familia cubana, alertó el laico pinareño, “solo se logrará cambiando lo que ha demostrado ser improductivo, insuficiente y deformante”, y eso “no depende de las remesas, depende de que la economía, el trabajo, el salario real, la moneda y la libertad de empresa se liberen de los bloqueos internos, y eso nos liberará de los bloqueos externos. Ambos perjudican a las familias cubanas, pero no confundamos las consecuencias con las causas. Hay que ir a la raíz del problema y resolverlo”, concluyó.

 

 

 

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