Wu’er Kaixi, líder estudiantil: «China no me detiene por miedo a reabrir el recuerdo de Tiananmen»
Exiliado en Taiwán, uno de los principales líderes de las protestas contra el régimen chino reclamando reformas democráticas recuerda la masacre de Pekín en 1989, de la que se cumplen 35 años
Mientras se recupera de un coma por una caída, Wu´er Kaixi, uno de los principales líderes estudiantiles de las protestas contra el régimen chino que sacudieron a Pekín en la primavera de 1989, nos recibe en la encantadora tetería de Wu Wei Tsao Tang en Taichung, en la costa occidental de Taiwán. Aunque está más delgado y camina despacio tras el mes que pasó en el hospital, su mente se muestra ágil y despierta. En un reservado alrededor de su estanque, entre galerías de madera y techos con tejas tradicionales, nos hace la ceremonia del té con un delicioso ‘oolong’ de Alishan antes de contarnos sus recuerdos y reflexiones sobre la masacre de Tiananmen, de la que se cumplen 35 años.
– ¿Puede haber otras protestas como las de Tiananmen hoy en China?
– Antes de la masacre, China se encaminaba hacia la apertura desde las reformas de Deng Xiaoping en 1979. Pero, tras la matanza de Tiananmen el 4 de junio de 1989, ya no siguió ese camino. Durante los últimos 35 años, China se ha convertido en uno de los mayores, si no el mayor, régimen totalitario, recortando libertades y amenazando a los países libres del mundo. Es justo decir hoy que aquellas promesas de reforma y apertura resultaron ser falsas. Esa fue la razón de que hubiera un movimiento de estudiantes en Tiananmen. El Gobierno chino no tuvo inconveniente en llevar a cabo la reforma y apertura en sectores económicos. También se abrieron las puertas para que entraran nuevas ideas. Podíamos ver en la televisión, leer en los periódicos y escuchar en las emisoras de radio las noticias sobre el mundo exterior. Y ese mundo exterior era algo que nosotros también queríamos, ya que la gente tenía libertad de información y de reunión… Curiosamente, Polonia celebró ese mismo día, 4 de junio de 1989, sus primeras elecciones con libertad, en las que ganó el sindicato Solidaridad y luego Lech Walesa se convirtió en el líder del país. Nosotros también queríamos eso. Por supuesto, no ocurrió. La masacre de Tiananmen fue el claro mensaje del régimen a los manifestantes de que su visión no era la misma que la nuestra. Ellos querían que un solo partido lo controlara todo, con el Gobierno al mando de una economía de mercado capitalista. Así, el partido en el poder sería el que más se beneficiaría del impulso económico que vendría con el capitalismo. Cuando el Gobierno chino envió al Ejército con la ley marcial, lanzó un fuerte mensaje al mundo: China estará bajo el dominio comunista de forma indefinida y el régimen no dudará en usar munición real para demostrarlo. Por supuesto, esperaban con precaución la respuesta del mundo. Por desgracia, el mensaje fue que se ignoraría lo que le habían hecho al pueblo mientras el mercado chino siguiera abierto. Eso hizo al mundo cómplice de la represión.
– Vimos protestas contra las restricciones del Covid 0. ¿Qué puede movilizar de nuevo a los chinos?
– Muchas cosas. No tenemos libertad política ni libre información, pero los chinos siguen entusiasmados por la política como hace 35 años. Hay menos protestas porque el régimen mató a manifestantes pacíficos y desarmados. También hizo un trato con su pueblo: «Os daremos algunas libertades económicas a cambio de vuestra cooperación política». Es un trato despreciable porque supone cambiar la libertad política por la económica. Y los chinos tienen derecho a ambas libertades. Pero el trato se llevó a cabo y los chinos ni siquiera tienen libertad económica total. En 1992, al cabo de tres años de falta de cooperación del pueblo con el régimen y de numerosas sanciones del mundo, el Partido Comunista adoptó dos demandas de Tiananmen: reconocimiento de la propiedad privada y adopción de la economía de mercado. Eso provocó otra ola de impulso económico en China, con el Partido Comunista controlándolo todo y beneficiándose. Aliarse con el mundo le da al Gobierno chino más poder para reprimir a su pueblo y reclamar más.
– ¿Cuáles son sus recuerdos de Tiananmen: los malos y, si los hay, buenos?
– Los peores son la masacre, cuando vi a mis camaradas acribillados. Yo era el líder de ese movimiento y he tenido que vivir con la culpa de haber sobrevivido. ¿Lo bueno? No sé cómo se puede sacar algo bueno de una matanza. Algo hermoso es que los manifestantes decidieron que el control de sus vidas estaba en sus manos. Y que estábamos dispuestos a pagar con la vida.
– Retransmitido por televisión, su enfrentamiento con el entonces primer ministro, Li Peng, fue un momento crucial. ¿Lo tenía previsto?
– La lógica de todo movimiento de masas es ejercer presión para que el Gobierno decida una opción moderada. Por eso había esperanzas. Queríamos sentarnos con el Gobierno para hablar de los problemas de nuestro país. Algunos dicen que los estudiantes fuimos arrogantes. Yo fui humilde cuando me senté frente a Li Peng y le llamé ‘laoshi Li’ (‘profesor Li’). Entonces, él dijo que llegaba tarde porque Pekín era un caos, culpándonos a nosotros de forma sibilina y cruel. Y yo le dije que sí, que llegaba tarde, pero no veinte minutos tarde, sino veinte días tarde. Él replicó que abordáramos el asunto para no perder el tiempo. Nosotros podíamos perder nuestro tiempo, pero no el de los jóvenes en huelga de hambre. Nuestras condiciones eran claras: abran el diálogo y os daremos el fin de la huelga de hambre. Mucha gente piensa que fuimos arrogantes… ¡Teníamos todo el derecho a ser arrogantes! Miles de estudiantes estaban muriendo por el país, por la causa, por el diálogo con el Gobierno. Culpar a los estudiantes de la masacre fue una de las estrategias que el Gobierno ya estaba meditando cuando tuvo lugar esta escenificación de diálogo.
«China invadirá Taiwán si se siguen enviando mensajes a Xi Jinping de que no importará lo que haga mientras siga manteniendo su mercado abierto o invirtiendo en otras economías»
– Cuando piensa sobre ello, ¿haría las cosas de otro modo hoy? ¿Había posibilidad de conseguir algo entonces?
– Si tuviera una máquina del tiempo para volver atrás y hacer las cosas de otro modo, lo haría. Pero la pregunta es: ¿podría haber hecho algo de otra forma para que el resultado fuera distinto? Mi respuesta es no. El régimen chino ya había tomado su decisión cuando anunció la ley marcial.
– Cuando Zhao Ziyang (luego defenestrado por el ala dura como secretario general del Partido Comunista) fue con su ayudante Wen Jiabao (quien luego primer ministro entre 2003 y 2013) a reunirse con los estudiantes y pedirles que se fueran, ¿cree que tenía todavía algún poder de decisión?
– ¡Sí, claro! Él era todavía el secretario general del Partido Comunista. Pensemos otro escenario. Si Zhao Ziyang no hubiera ido esa noche a la plaza de Tiananmen, sino a la televisión estatal CCTV para pedirle al pueblo chino ayuda y más tiempo para que el Partido Comunista siguiera adelante con las reformas, eso habría provocado una reacción contra la corrupción y habría profundizado las reformas económicas e incluso políticas. Si hubiera apelado a salvar las vidas de los jóvenes que estaban en huelga de hambre para llevar a cabo las reformas juntos, habría tenido al Ejército de su lado. Él no habría sido Gorbachov, sino Yeltsin. Pero, desgraciadamente, ocurrió algo totalmente distinto.
– ¿Tiene usted contacto con sus padres, que siguen en China?
– A veces hablo con ellos por teléfono, pero no de forma libre ni cómoda y sabiendo que puede que no vuelva a verlos porque tienen más de 80 años. No he visto a mis padres en 35 años. Yo estoy siendo castigado por lo que hice. Aunque no lo apruebo, entiendo la lógica. Pero mis padres también están siendo castigados por lo que hice yo y esa lógica no la puedo asimilar.
«Aliarse con el mundo le da al Gobierno chino más poder para reprimir a su pueblo y para reclamar más»
– Sus familiares no pueden obtener un pasaporte, ¿verdad?
– Cuando mis padres piden un pasaporte, se lo niegan y les dicen que es por mí. El régimen chino es uno de los más bárbaros. Por eso he intentado entregarme. Hay tres razones. La primera es el diálogo: lo reclamamos y 1989 y todavía lo queremos hoy, incluso en un tribunal controlado por el Partido Comunista. La segunda razón es que quiero ver a mis padres, incluso en una visita en la cárcel tras un cristal. La tercera razón es que, cuando lo intenté por primera vez, en 2009, fue el año del encarcelamiento de Liu Xiaobo (Nobel de la Paz fallecido en 2017 mientras cumplía condena por subversión contra el Estado por pedir democracia). Liu Xiaobo fue mi profesor, mi mejor amigo y mi mentor. El único sitio lógico para mí era la cárcel, con él.
– ¿Qué opina su familia de eso?
– Se lo expliqué en 2009, cuando tomé un avión a Macao, ya que tengo pasaporte de Taiwán y no puedo entrar en China. Pero sí puedo viajar sin visado a Macao, que es una región administrativa especial de China. Mi hijo mayor era muy joven entonces, tenía 12 años. Y mi hijo más joven menos de diez. Les dije que me tenía que marchar mucho tiempo, pero que no había hecho nada malo. Lo había hecho el Gobierno. Protestamos contra él hace muchos años y, entregándome, yo seguía protestando contra el Gobierno. No fue nada fácil despedirme de mis dos hijos sin saber cuándo volvería a verlos. En ese momento, me di cuenta de que todos los hombres que han marcado alguna diferencia en la historia hieren a sus familiares cuando deciden seguir adelante. Todos los que llamamos héroes han tomado esa decisión, que no es fácil y es algo que nadie quiere hacer. Pero hubo un momento en que me veía hombro con hombro con esos héroes.
– Pero no aceptaron su entrega, creo yo, porque el régimen chino quiere borrar la matanza de Tiananmen de la historia.
– El Gobierno chino no me ha detenido por miedo a reabrir el recuerdo de Tiananmen. El régimen chino es uno de los que más teme el diálogo. Al entregarme, les demuestro que no les temo y les hago tener miedo. Por eso rechazaron la entrega de la persona más buscada del país durante veinte años. ¡Es Ridículo!
– ¿Volverá a intentarlo de nuevo?
– Ya veremos…
«Si Putin puede salirse con la suya en Ucrania, eso aumentará las posibilidades de que China invada Taiwán»
– Con una pandemia con millones de muertos que estalló en Wuhan y cuyos orígenes no se conocen por la falta de transparencia de China, ¿ha abierto el Covid los ojos del mundo sobre el régimen del Partido Comunista? ¿Y ha roto ese contrato social que el régimen tenía con su pueblo por las restricciones del Covid 0 y confinamientos tan traumáticos como el de Shanghái?
– Oportunidades como esta hacen que la gente piense: ¿Dónde estoy? ¿Qué está ocurriendo? Así se dan cuenta de que los tratan como a esclavos. Espero que el mundo también haya abierto los ojos sobre lo que es el régimen chino. Pero mis preguntas al mundo son otras: ¿quieren ver otro Tiananmen, de nuevo en la televisión de su salón? ¿Quieren ver una invasión como la de Ucrania en su país o sus vecinos? ¿Quieren defender su propia libertad, la civilización que han alcanzado después de varios milenios? ¿A qué precio quieren defender su libertad o la de sus hijos?
– ¿Puede sufrir Taiwán una invasión como la de Ucrania?
– China invadirá Taiwán si se siguen enviando mensajes a Xi Jinping de que no importará mientras siga manteniendo su mercado abierto o su dinero invirtiendo en otras economías. Xi Jinping lanzará una guerra contra Taiwán cuando se dé cuenta de que no hacerlo es peor, por ejemplo si es cuestionado dentro del Partido Comunista o si cree que puede salirse con la suya. Si Putin puede salirse con la suya en Ucrania, eso aumentará las posibilidades de que China invada Taiwán.
– Pero la difícil invasión de Ucrania, que dura ya más de dos años, quizás le haya hecho a Xi Jinping reconsiderar esa idea.
– Espero que Xi Jinping haya aprendido la lección de la guerra de Ucrania y saque una conclusión razonable: «No voy a ganar esta guerra». Y que eso lo impida. Llevo viviendo en Taiwán 28 años. Creo que los taiwaneses, que han sufrido una amenaza militar directa, no tienen miedo. Y no es porque piensen que EE.UU. va a venir corriendo para ayudarlos, ya que han visto a Ucrania luchando por sí mismos. Saben que, si eso ocurre, tendremos que defendernos nosotros mismos. A todos a los que pregunto qué harán si hay una invasión, me dicen que cogerán el primer ladrillo o cuchillo que tengan a mano… Los taiwaneses que conozco, y son muchos, no están dispuestos a mercadear su libertad por su mera supervivencia. Y lo que ha ocurrido en Hong Kong es un buen recordatorio de que tales acuerdos nunca se pueden cumplir. Nosotros, los estudiantes y disidentes de Tiananmen, le recordamos eso a los taiwaneses… Y también los tibetanos, hongkoneses, uigures… Todos le recordamos eso a los taiwaneses. Este régimen no cumple ningún acuerdo.
– ¿Tendrá que escapar de Taiwán como lo hizo de China?
– Con sarcasmo, eso también me lo preguntan los «wumao» (troles de internet a favor del régimen chino). Mi respuesta es siempre la misma: no, no escaparé porque habré caído ya en la línea de defensa de Taiwán. Esa es también la respuesta de mis hijos y de mucha gente en Taiwán. Cuando digo esto en Facebook, muchos simplemente escriben: +1. Es conmovedor ver a tantas personas dispuestas a luchar. Si la embajada china lee esta entrevista, que seguro que lo hace, espero que pasen la información a Pekín y vean que vamos a pelear si hay una invasión.
– Puede estar tranquilo por eso. Aunque nuestra página web está censurada en China, por experiencia propia sé que su embajada en España nos lee mucho. Usted es uigur. ¿Cómo se siente sobre la represión en Xinjiang? ¿Tiene familiares allí?
– Me siento muy triste, destrozado. No puedo darte mucha más información por el control del régimen. Creo que el Gobierno chino está determinado a matar a los uigures en campos de concentración. La razón es que los uigures se han comportado de forma muy orgullosa pese a que el Gobierno chino tiene total control político, militar y económico. Hay también un motivo racista porque somos caucásicos, es una limpieza étnica.
«Mis padres, a quienes no veo desde hace 35 años y no pueden obtener un pasaporte, también están siendo castigados por lo que hice yo. Esa lógica no la puedo asimilar»
– ¿Cómo ve que Xi Jinping se oponga tanto a Occidente y, al mismo tiempo, intente captar su dinero?
– Xi Jinping quiere quedarse en el poder para siempre por el mismo motivo por el que no quieren detenerme: por miedo. Es contradictorio querer seducir económicamente a Occidente y, al mismo tiempo, estar en su contra. ¿Por qué hace esto? Porque ha funcionado durante los últimos 35 años. Occidente ha estado haciendo cola para desfilar en Pekín pidiendo la apertura del mercado chino y oportunidades de inversión. A cambio, Occidente ha desplegado la alfombra roja para los dictadores chinos.
– ¿Qué puede contarnos de su huida de China con la Operación Yellowbird?
– Muy poco porque hay mucha gente que me ayudó. La Operación Yellowbird fue asombrosa. Gente de Hong Kong vino hasta Zhuhai, una zona económica especial junto a Macao, para recogerme en una lancha. Por eso tengo una conexión muy fuerte con Hong Kong, que ha caído tras la ley de seguridad nacional.
– ¿Y cómo fue su huida desde Pekín hasta Zhuhai? Imagino que eso sería más difícil.
– La verdad es que fue más fácil porque fui llevado por muchos chinos. A cualquier lugar al que llegaba, la gente me rodeaba, me veía, me apoyaba y me ayudaba. Recuerdo la sensación de que estaban ayudando a escapar a un héroe, como en la película ‘Evasión o victoria’, cuando el público francés del estadio ayuda a los soldados aliados que estaban jugando contra los nazis invadiendo el campo y poniéndoles abrigos para que se escapen.
– Hoy sería imposible por todas las cámaras y el miedo entre la gente. ¿Será China una democracia algún día?
– Por supuesto que sí.