Ya va una década: La derecha sigue buscando su esquivo relato
Durante al menos diez años, el sector ha hecho esfuerzos para encontrar una especie de narrativa que le de sustento a sus ideas políticas y las proyecte a largo plazo. Quienes han participado de estos intentos responden el por qué ha costado tanto llegar al relato.
Durante el primer gobierno de Sebastián Piñera y en una de las tantas reuniones en las cuales se convocó a intelectuales, columnistas y académicos en La Moneda, uno de los comensales remarcó la necesidad de que la centro derecha debía tener un relato que estuviera acompañado de argumentos.
Piñera, más amigo de soluciones concretas, tangibles y rápidas que de debates que le suenan a disquisiciones que le hacen perder tiempo, desenfundó un lápiz, cogió su cuaderno y pidió que le dijeran cuál era ese relato, letra por letra, para anotarlo ahí mismo.
La escena, ocurrida hace más de siete años, refleja no solo cuánto lleva el sector buscando esa narrativa sino que también la importancia que cada grupo le ha dado a ese esfuerzo. Desde 2009 a la fecha, se pueden contar al menos seis momentos en que ya sea a través de declaraciones de algún dirigente de peso o de grupos de trabajo creados para ese propósito, la centro derecha ha abordado el tema del “relato”.
En definitiva, son diez años sin encontrar una bajada o una suma de conceptos que ayuden a entender qué busca la centro derecha en el país y una hoja de ruta que les ayude a permanecer en el gobierno. Pero ¿por qué ha costado tanto encontrar ese relato?
“Influyen varios factores. Uno es que es un mundo muy aferrado a la síntesis Chicago-gremialista y sin ganas ni capacidades para moverse de ahí. Otro es que hay muchos intereses económicos vinculados a esa configuración ideológica, al punto que varios en la derecha no entienden la diferencia entre ser pro mercado y defender a los empresarios”, comenta Pablo Ortúzar, antropólogo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) y quien ha participado en al menos tres instancias de búsqueda del relato.
“Un tercer factor es un fuerte prejuicio contra el debate intelectual, que se ve con distancia y sospecha: la imagen del intelectual que muchos tienen en la derecha es de una especie de espadachín que litiga en el espacio público en favor de la posición del conglomerado, y lo que sale de ese esquema, molesta”, agrega Ortúzar.
El último esfuerzo por encontrar la esquiva narrativa llegó la semana pasada. Hace un mes, el senador Andrés Allamand (RN) llamó al diputado Jaime Bellolio (UDI) y le propuso realizar la segunda versión del foro que realizaron en 2015 llamado “Pensar la centro derecha”. Esta vez, se invitó al ministro Gonzalo Blumel y a cuatro intelectuales del sector: Bernardo Fontaine, Claudio Alvarado, Gonzalo Cordero e Ignacio Briones. El nombre del seminario no pudo ser más claro, lo nombraron “Relato de la centro derecha y sus proyecciones”.
Para Bellolio, que ha seguido de cerca esta discusión, el sector debe aprovechar el momento que se vive hoy con una oposición debilitada y, según él, con posibilidades claras de conseguir por primera vez la reelección de un candidato de derecha.
“Nos ha costado más encontrarlo porque se presumía que el relato ya estaba dado. Hoy es evidente que no está dado, que no basta con tener una buena política pública y gestión sino que hay que encontrar una narrativa que conecte los ciudadanos hacia al futuro. Hay distintas visiones pero hay muchos aspectos en común que permitieron por ejemplo crear Chile Vamos y no hay que llegar a una especie de tesis como la de Pedro Güell o Fernando Atria, que habla de echar por la borda todo lo anterior. Lo refundacional no es a lo que deberíamos aspirar”, comenta Bellolio.
Hugo Herrera, filósofo de la Universidad Diego Portales, y nombre repetido en varios de los intentos del sector por encontrar un relato apunta sus críticas a las tradiciones liberal cristiana, otra nacional, una liberal laica y una socialcristiana que existen en la centro derecha; y también a lo generacional, como los factores que explican el retraso de una narrativa que de identidad.
“Los consensos sólo pueden dejarse articular si se superan las dicotomías de la Guerra Fría y el nudo economicista del ‘dejar hacer’, que postula la vieja derecha. El diálogo requerido para esos grandes consensos no puede ser ya asunto de esa derecha de Guerra Fría, para la cual el mundo parece dividirse entre Cuba y Chicago”, señala Herrera.
Los primeros intentos
El primer atisbo fue realizado en momentos en que Piñera realizaba su segunda campaña presidencial y cuando se veía muy posible la idea de llegar a La Moneda. Fue el por entonces senador UDI, Pablo Longueira, el primero en abordar el asunto en una entrevista. El mismo tema lo reiteró el 2010 y el 2011 en varias declaraciones a los medios.
“El Presidente no tiene un relato político, porque habla de tres cosas distintas en un día: una semana entera habla del helicóptero (cuando tuvo que aterrizar de emergencia por quedar sin combustible), como si eso no tuviera costo político: La semanita del helicóptero tiene un costo político de imagen para él, para qué decir (el conflicto por el gas en) Magallanes”, comentó Longueira a Chilevisión en abril de 2011.
Por esos días, RN no se quiso quedar atrás, y saltó al debate el ministro del Interior de Piñera, Rodrigo Hinzpeter, al abogar por una “nueva derecha” que fuera “más moderna, democrática y social”.
El 2015, el mismo año del foro de Allamand y Bellolio, vino un esfuerzo desde los centros de pensamientos ligados al sector. Libertad y Desarrollo, el Instituto Libertad ligado a RN, la Fundación Jaime Guzmán de la UDI y también se sumo la fundación creada por Piñera al dejar su primer mandato, Avanza Chile.
Una declaración de principios incómoda
Fue el 2015, cuando la UDI, RN, Evópoli y el PRI, comenzaron la formación de Chile Vamos como la coalición que reemplazó a la Alianza. Ese proceso incluyó la conformación de la orgánica y evidentemente, definir una declaración de principios -un atisbo de relato- como paragüas del nuevo conglomerado. Para ese último propósito fueron convocados una serie de intelectuales del sector, como Ortúzar, Herrera y Daniel Mansuy. Sin embargo, la discusión no tuvo exenta de polémicas.
“Una oposición importante vino de ciertos grupos de la UDI, la ‘UDI de Guerra Fría’. También hubo oposición de algunos sectores de Evópoli. En ambos casos, uno puede pensar en cierta ortodoxia liberal que se ve amenazada. En particular, recuerdo que Pedro Pablo Errázuriz hizo maniobras para impedir que el documento ‘Convocatoria Política’ se aprobara. Él encabezaba la comisión de contenidos en la que estábamos con Pablo Ortúzar y otras personas. Al final, Errázuriz tuvo que renunciar a esa comisión y el documento se aprobó, luego de una seria disputa”, recuerda Herrera.
Lo mismo recuerda Ortúzar y agrega que falta “aprecio por el rol de las ideas y de los intelectuales”. Algo que durante mucho tiempo se le criticó a la centro derecha: que no exista peso intelectual en comparación a la centro izquierda.
“En política siempre te vas a encontrar con chantas que piensan todo en términos de cuotas de partido, y que básicamente entorpecen toda operación que salga de esa lógica. Por eso, por ejemplo, redactar documentos políticos es tan complicado y muchas veces termina en el sinsentido, porque cada orgánica quiere meter su cuñita, el concepto que creen que los representa, en cada esquina del texto, hasta que terminas con frases eternas que no significan nada”, relata Ortúzar.