Yoani Sánchez: Los frijoles, ¡ay, los frijoles!
Los frijoles constituyen un eficaz indicador para calcular el costo de la vida en Cuba. (CC)
Diminutos y sabrosos, parecen mirarnos desde el plato y burlarse del trabajo que lleva conseguirlos. Los frijoles no son sólo parte de nuestra cocina tradicional, sino que constituyen un eficaz indicador para calcular el costo de la vida en Cuba. La subida de precios que han experimentado esos deliciosos pequeñines en el último año es la prueba de la desastrosa política económica impulsada por Raúl Castro.
Cuando en febrero de 2008 el ex ministro de las Fuerzas Armadas asumió la presidencia del país, muchos apostaron por el carácter pragmático de su mandato. Sus simpatizantes no paraban de recordar la frase en la que asegurara que «Los frijoles son más importantes que los cañones». Vaticinaban que la agricultura nacional funcionaría como ciertas fincas gestionadas por el Minfar y por el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT).
Unas esperanzas que pasaban por alto la tan certera máxima martiana de que «un país no se funda como se manda un campamento». El comportamiento de un soldado en el surco jamás podrá equipararse a la jornada de un agricultor y la orden de un oficial a doblar el lomo sobre la tierra no se parece en nada a las gestiones de un campesino para contratar a quien recoja su cosecha.
Los resultados que logró Raúl Castro con sus cacareados métodos no están muy alejados de lo poco que alcanzó su hermano con sus grandilocuentes proyectos agrícolas y ganaderos
Las arengas contra el marabú lanzadas por Raúl Castro en sus primeros años como presidente avivaron las expectativas, al igual que su llamado a lograr un vaso de leche para el desayuno de cada cubano. Los raulistas avizoraron en aquellas declaraciones el despegue de la producción de alimentos y el aterrizaje de los precios hacia la realidad de los sueldos. Pero no ocurrió ni lo uno ni lo otro.
En lugar de eso, en los últimos meses los consumidores han padecido una significativa alza del costo de los productos agropecuarios. Si el año arrancó con una libra de frijoles negros rondando entre los 12 y los 15 pesos cubanos, al cierre de diciembre el precio oscila entre los 15 y los 20 pesos – el salario de una jornada laboral–, llegando a la pasmosa cifra de 30 pesos en el caso de la libra de garbanzos.
Mientras, el salario medio del país sólo creció de 581 a 640 pesos, una simbólica subida que expresada en el poder adquisitivo de los trabajadores significa apenas tres libras de frijoles más al mes. Los resultados que logró Raúl Castro con sus cacareados métodos no están muy alejados de lo poco que alcanzó su hermano Fidel Castro con sus grandilocuentes proyectos agrícolas y ganaderos.
En la actualidad es más fácil encontrar una manzana traída desde miles de kilómetros de distancia que una naranja o una chirimoya sembradas en nuestros campos
La entrega de tierras en usufructo se topó con la burocracia, los excesivos controles y el mal estado de los terrenos entregados. El mercado experimental mayorista El Trigal es hoy una secuencia de naves vacías, plátanos enfurruñados y elevados precios. En la actualidad es más fácil encontrar una manzana traída desde miles de kilómetros de distancia que una naranja o una chirimoya sembradas en nuestros campos. Para el próximo año, el país deberá gastar 1.940 millones de dólares en importación de alimentos y de la batalla contra el marabú no ha vuelto a hablarse.
«Tengo que ganarme los frijoles», se justifica un maestro que después de su jornada laboral se dedica a cocinar carne de cerdo, junto a una porción de moros y cristianos que vende ilegalmente a los trabajadores de un hospital. Pues sí, nuestra vida gira, se alza o cae, alrededor de esos pequeñines deliciosos que ansiamos poner sobre el plato. Ellos, caros y sabrosos, son el mejor indicador del fracaso del General.