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6D: ¿Por qué ganamos?

 

descargaAlgunas de las razones por las que se obtuvo la extraordinaria victoria del 6D son las siguientes:

Ganamos porque la situación económica luce peor que nunca, y Maduro no tiene ni la voluntad, ni el carisma ni los recursos económicos para ofrecer opciones en el corto plazo. Aquellos que piensan que algún tímido gesto futuro del gobierno para llegar a algún acuerdo con la oposición en su desesperación por mantenerse en el poder, podría ser un signo real de diálogo y rectificación, confunden el oasis con el  desierto. Y es que a quien pongan como responsable de las finanzas será a lo mejor menos obcecado que Giordani, o incluso más capacitado que Merentes, pero el modelo, en su esencia, será el mismo.

-Ganamos porque la gente está harta del discurso de la división y del odio. ¿Cómo íbamos a saber que el recurso a la violencia, la amenaza constante de su uso y el lenguaje insultantemente desbocado iban a ser los hechos fundamentales en la gestión de Maduro, o que alcanzarían proporciones incluso mayores que las de su mentor?

-Ganamos porque amplios sectores de la ciudadanía se han dado cuenta de que Venezuela se ha convertido en un narcoestado corrupto. En una entrevista dada cuando comenzaron las afirmaciones de la penetración de la droga en los intereses de altos personeros gubernamentales, Henrique Capriles Radonski, dijo una gran verdad: “en Venezuela tenemos un cartel que nos gobierna, un cartel que usa el control de cambio para hacer fortunas, en todas las contrataciones hay “guisos”, en todo hay sobrefacturación.” Más que cartel, habría que hablar  de “cártel”, palabra que, si bien tiene un origen que se remonta al siglo XIX, al parecer comenzó a popularizarse en el llamado bajo mundo gracias a las mafias alemanas en los Estados Unidos (Kartell, en alemán). Más recientemente se ha usado para definir los grupos de traficantes de drogas, de acuerdo con sus ubicaciones geográficas (“Medellín”, “Cali”, “Juárez”, “Tijuana”, etc.), pero podría perfectamente extrapolarse para identificar grupos de principios y conductas más o menos mafiosas. Y es que en Venezuela hasta la familia de los gobernantes está cayendo presa, involucrada en los negociados de drogas.

-Ganamos porque la gente se cansó de los personajes de siempre, mafiosos apadrinadores de tribus de negociados y de corrupción. Todos parecen cortados por la misma tijera. Personajes más de instintos que de éticas, alimentados exclusivamente por su afán de poder, de riqueza y de figuración. Que el actual representante mayor de toda la ruindad que ha caracterizado estos últimos 17 años sea esta pobre excusa de ser humano, Nicolás Maduro, es una mera casualidad. Pudo haber sido otro. Eso sí, las acciones habrían sido muy parecidas. Sombras carentes de toda rectitud moral, por ende de eso que tradicionalmente se llamaba carácter; meras marionetas que bailan al son que le tocan sus intereses y sus amos cubanos; nihilistas que creían que todo les era permitido. Creyentes sinceros en que los siniestros y repugnantes crímenes cometidos eran meros hechos banales. Las respuestas de Jorge Rodríguez, Cabello, El Aissami o Maduro a la victoria opositora revelan que para ellos no hay propósito de enmienda alguno.

-Ganamos porque los venezolanos desean un cambio profundo, una nueva Venezuela. Y esa nueva Venezuela, que se está iniciando, será una etapa en la cual podamos los venezolanos reinventarnos, como hicimos en 1958, imaginando juntos una nueva nación, una nueva realidad. 1958 cristalizó en uno de los momentos estelares de nuestra existencia como sociedad, el Pacto de Puntofijo y los casi cuarenta años siguientes, sobre los cuales incluso algunos demócratas sin seso ni memoria histórica aceptan la perversa y errónea versión del régimen. Hay que repetir una y otra vez: los cuarenta años de república civil, con todo y sus fallos, han sido los momentos de mayor avance de nuestra historia post-independencia.

 Un hecho central de este nuevo escenario que se ha iniciado con la victoria del 6D debe ser la continuación en la denuncia de un gobierno que es a la vez ilegítimo, corrupto e incapaz, con el objetivo de que la oposición llegue al poder, más temprano que tarde, por vía constitucional. Porque el 6D se demostró que sí hay oposición, con propuestas y visiones que buscan superar el mero anti-chavismo. Una oposición que ha triunfado en la arena electoral más convencida y decidida que nunca, porque posee no sólo la razón, sino el apoyo sincero y entusiasta de las mayorías ciudadanas.

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