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Lisa Murkowski, voto decisivo en la Ley de Salud, resiste las presiones

WASHINGTON – Lisa Murkowski había oído lo suficiente.

Cuando la semana pasada el presidente Trump la presionó a ella y a sus colegas Republicanos del Senado  para que apoyaran la derogación de la Ley del Cuidado de Salud (Obamacare) por lealtad partidista y la protección de las posturas republicanas, ella se sintió obligada a hablar.

«Con todo respeto, señor Presidente», dijo, según algunos de los presentes en el almuerzo de la Casa Blanca, «no vine aquí para representar al Partido Republicano. Estoy representando a mis electores y al estado de Alaska «.

 Trump no apreció la respuesta.  Murkowski fue uno de los dos únicos miembros de su partido en votar contra una decisión procesal crítica el martes. Después,  el presidente expresó su disgusto en Twitter: «La senadora @lisamurkowski del Gran Estado de Alaska realmente defraudó ayer a los republicanos, y a nuestro país«, escribió el miércoles por la mañana . «¡Muy malo!«

Pero puede ser que sea muy malo para Trump, porque escogió a alguien que probablemente no se sentirá afectada por su ataque o por las acusaciones de que ella abandonó a sus compañeros republicanos. La Sra. Murkowski ya sobrevivió a una experiencia cercana a la muerte política en 2010, cuando perdió una elección primaria ante un contrincante del Tea Party y fue esencialmente abandonada por el Partido Republicano.

Ella luego obtuvo una victoria impresionante en una poco usual campaña electoral donde su nombre no fue incluido en la tarjeta de votación (era una candidata «write-in»); para votar por ella los electores debían añadir su nombre al final de la hoja  – y «Murkowski» no es tan fácil de escribir -; regresando a Washington todavía una republicana, pero con una postura independiente bien definida y una reputación de ser una  feroz defensora de su remoto y a veces  ignorado estado.

Lisa Murkowski y Susan Collins

«Es inquebrantable cuando se trata de sus electores», en palabras de la senadora Susan Collins, republicana de Maine, la otra republicana que votó en contra de la mayoría el martes. «Tiene una espina dorsal de acero».

Dada la estrecha división  (52-48) de votos partidistas en el Senado, y el escaso número de republicanos moderados en el Congreso,  Murkowski ha emergido como un voto clave y decisivo, dándole nueva influencia. En ninguna parte  se ha demostrado tanto como en los debates por la atención médica.

El senador Mitch McConnell, republicano de Kentucky y líder de la mayoría, dio forma a su propuesta de atención de la salud con un ojo mirando hacia Alaska, añadiendo miles de millones de dólares para ayudar a mantener bajos los costos de las primas de seguro en un estado donde las opciones de atención médica son muy limitadas, así como dinero adicional para la atención de las poblaciones nativas. Esas disposiciones se sumaron no sólo para seducir a Murkowski, sino también para asegurar el voto de Dan Sullivan, el otro senador de Alaska, también republicano.

Murkowski mantuvo su desconfianza hacia la propuesta de salud, expresando preocupación por sus posibles efectos en los muchos habitantes de Alaska que dependen de Medicaid, así como la manera sectaria en la que estaba siendo montada la propuesta, a puerta cerrada por los líderes republicanos. Antes de la votación del martes, ella informó a sus colegas que rompería filas.

«Estoy muy cómoda con la decisión que tomé ayer a favor de los intereses de Alaska», dijo a los periodistas el miércoles, agregando que en realidad no «sigue a Twitter».

 Trump no fue el único republicano irritado. El representante Blake Farenthold, republicano de Texas, sugirió que podría desafiar a duelo a las republicanas del Senado que se oponían a la revocación de la ley de salud, y un segundo republicano de la Cámara, Earl L. Carter de Georgia, emitió un insulto vulgar aunque incomprensible.

Murkowski ya ha desafiado al Sr. Trump este año. Ella y Collins fueron los únicos dos republicanos que se opusieron a la elección de Trump para la Secretaría de Educación, Betsy DeVos, con Murkowski citando la falta de experiencia de la candidata en educación pública.

 Collins señaló que mientras ella y Murkowski, cuyos despachos del Senado están contiguos, se preparaban para votar no el martes, discutieron la posibilidad de que el liderazgo republicano pudiera querer cambiar su disposición de asientos para evitar las malas influencias mutuas.

A pesar de su posición sobre el proyecto de ley de salud y su apoyo a los derechos al aborto, Lisa Murkowski sigue siendo un voto republicano confiable en la mayoría de los temas. Una ávida amante de las actividades al aire libre, atrae críticas regulares de los demócratas y de los activistas ambientales por su apoyo a la industria del petróleo y gas – pilares en su estado – y la postura conservadora que adopta en otros temas relacionados con tierras públicas y la vida silvestre.

Pero en este caso, los demócratas le dan crédito por una posición que reconocen debe ser difícil de mantener.

«Estoy muy impresionada por lo que está haciendo para tratar de tomar la decisión correcta«, dijo la senadora Maria Cantwell, de Washington, demócrata de alto rango del Comité de Energía y Recursos Naturales. «Lo que ella está tratando de hacer es averiguar cómo preservar algo que es tan vital allá en su estado».

Cantwell, que ha negociado una disposición bipartidista en materia de energía con Murkowski, y que pronto podría ser aprobada por el Senado, ha viajado con ella en Alaska. Afirmó que ha presenciado de primera mano cómo los camioneros y pescadores han instado a su senadora a hacer lo que pueda para mantener la cobertura de salud en la que ahora confían.

El voto de la senadora Murkowski el martes la convirtió en el único republicano del Senado que apoyó el proyecto de ley de abrogación aprobado en 2015, que se opuso a que el debate actual continuara. Ella destacó que las circunstancias en su estado habían cambiado significativamente en los últimos dos años.

Murkowski, que tiene poco o ningún interés en la cobertura nacional de noticias, posee un famoso apellido en Alaska que ha sido una ventaja y un obstáculo. Su padre, Frank Murkowski, fue un senador durante cuatro períodos que dejó el Congreso en 2002 para luchar con éxito por el puesto de gobernador. Después de ser elegido, nombró a su hija Lisa, legisladora estatal, para su cargo en el Senado. Las acusaciones de nepotismo la persiguieron en su primera campaña, en 2004, pero ella ganó – sólo para perder seis años después las primarias republicanas con Joe Miller, un agitador del Tea Party.

La derrota en las primarias de 2010 llevó a los republicanos nacionales y estatales a retirarle el apoyo, y causó cierta tensión con sus colegas del Senado, algunos de los cuales sugirieron que se le despojara de la jerarquía por antigüedad en los comités. Pero su victoria final en las elecciones generales y la conquista republicana de la mayoría en el Senado en 2014 pareció suavizar cualquier posible resentimiento. Ella tiene lo que se considera una relación de trabajo decente con Mitch McConnell, aunque algunos colegas ocasionalmente se erizan ante su naturaleza independiente.

Después de que los republicanos se reunieran el miércoles para trazar su próximo movimiento, la Sra. Murkowski dijo que esperaba que el Senado pudiera encontrar su camino hacia una propuesta de salud que ella pudiese apoyar.

«Creo que hay áreas que podemos identificar en donde encontremos un terreno común», dijo. «Eso es lo que espero y deseo, y estoy dispuesta a empezar a buscar cómo podemos llegar a ese punto».

Los límites de la independencia de Lisa Murkowski aún pueden ser sometidos a prueba.

Traducción: Marcos Villasmil

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NOTA ORIGINAL:

The New York Times

Lisa Murkowski, a Swing Vote on Health Care, Isn’t Swayed

WASHINGTON — Lisa Murkowski had heard enough.

As President Trump pressed her and her fellow Senate Republicans last week to fall in line behind a repeal of the Affordable Care Act in the interest of party loyalty and protecting the Republican brand, she felt compelled to speak up.

“With all due respect, Mr. President,” she said, according to some of the people at the private White House lunch, “I didn’t come here to represent the Republican Party. I am representing my constituents and the state of Alaska.”

Mr. Trump did not appreciate the pushback. Ms. Murkowski was one of just two members of her party to vote against a critical procedural step on Tuesday. Afterward, Mr. Trump voiced his displeasure on Twitter: “Senator @lisamurkowski of the Great State of Alaska really let the Republicans, and our country, down yesterday,” he wrote Wednesday morning. “Too bad!”

But it may be that it’s too bad for Mr. Trump, because he picked on someone unlikely to be rattled by his attack or by accusations that she deserted her fellow Republicans. Ms. Murkowski already survived a political near-death experience in 2010 when she lost a primary race to a Tea Party challenger and was essentially abandoned by the Republican Party. 

She won a stunning victory in a rare write-in campaign — and “Murkowski” is not all that easy to write in — returning to Washington still a Republican, but one with a well-defined independent streak and a reputation of fierce advocacy for her remote and sometimes overlooked state.

“She is unshakable when it comes to her constituents,” said Senator Susan Collins, Republican of Maine, the other Republican who opposed Tuesday’s procedural vote. “She has a spine of steel.”

Given the narrow 52-48 party divide in the Senate and the shrinking ranks of more moderate congressional Republicans, Ms. Murkowski has emerged as a key swing vote, giving her new influence. Nowhere has that been on display as much as in the health care fight.

Senator Mitch McConnell, the Kentucky Republican and majority leader, shaped his health care proposal with an eye toward Alaska, adding billions of dollars to help hold down insurance premium costs in a state where health care choices are very limited, as well as extra money for the care of native populations. Those provisions were added not only to woo Ms. Murkowski, but also to secure the vote of Dan Sullivan, the other senator from Alaska and a fellow Republican.

Ms. Murkowski remained leery of the health care proposal, expressing concern about its potential effects on the many Alaskans who rely on Medicaid, as well as the partisan manner in which it was being assembled behind closed doors by Republican leaders. Before the vote on Tuesday, she informed her colleagues she would break ranks.

“I’m very comfortable with the decision I made yesterday in working to advance Alaska’s interests,” Ms. Murkowski told reporters on Wednesday, adding that she doesn’t “really follow Twitter.”

Mr. Trump wasn’t the only irritated Republican. Representative Blake Farenthold, Republican of Texas, suggested that he might challenge the Senate Republican women opposing repeal to a duel, and a second House Republican, Representative Earl L. Carter of Georgia, on Wednesday issued a vulgar but incomprehensible insult.

Ms. Murkowski has already challenged Mr. Trump this year. She and Ms. Collins were the only two Republicans to oppose Betsy DeVos, Mr. Trump’s choice for education secretary, with Ms. Murkowski citing the nominee’s lack of experience in public education.

Ms. Collins said that as she and Ms. Murkowski, whose Senate desks are adjoining, prepared to turn their thumbs down on Tuesday, they discussed the possibility that the leadership might want to change their seating arrangement to keep them from being bad influences on each other.

Despite her position on the health care bill and her support for abortion rights, Ms. Murkowski remains a reliably Republican vote on most issues. An avid outdoorswoman, she draws regular criticism from Democrats and environmental activists for her support of the oil and gas industry — mainstays in her state — and the conservative stance she takes on other issues involving public lands and wildlife.

But in this case, Democrats credit her for a position they acknowledge must be difficult to maintain.

“I’m very impressed by what she is doing to try to get the right decision made,” said Senator Maria Cantwell of Washington, the senior Democrat on the Energy and Natural Resources Committee. “What she is trying to do is figure out how to preserve something that is so vital up there in her state.”

Ms. Cantwell, who has negotiated a bipartisan energy measure with Ms. Murkowski that could soon be acted on by the Senate, has traveled with her in Alaska. She said she had witnessed firsthand how truckers and fishermen have urged their senator to do what she could to maintain the health coverage they now rely on.

Ms. Murkowski’s vote on Tuesday made her the only Senate Republican who supported the repeal bill passed in 2015 to oppose moving ahead with the debate. She said circumstances in her state had changed significantly in the past two years.

Ms. Murkowski, who has little to no interest in national news coverage, carries a famous Alaskan name that has been an advantage and a hindrance. Her father, Frank Murkowski, was a four-term senator who left Congress in 2002 to run successfully for governor. After he was elected, he appointed his daughter Lisa, a state lawmaker, to his Senate post. Accusations of nepotism dogged her in her first campaign, in 2004, but she won — only to lose the Republican primary to Joe Miller, a Tea Party firebrand, six years later.

That 2010 defeat led national and state Republicans to pull support from her and caused some tension with her Senate colleagues, some of whom suggested she should be stripped of committee seniority. But her ultimate victory in the general election and the 2014 Republican takeover of the Senate seemed to smooth over any hard feelings. She has what is considered a decent working relationship with Mr. McConnell, though some colleagues occasionally bristle at her breakaway nature.

After Republicans met on Wednesday to plot their next move, Ms. Murkowski said she hoped the Senate could still find its way to a health care proposal she could support.

“I think there are areas we can identify that we can find common ground,” she said. “That is kind of the hope and desire, and I’m simply willing to start to find how we can get to that point.”

The limits of Ms. Murkowski’s independence may still be tested.

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