De cubano a cubano, la solidaridad nacional tras el paso de Irma
Vecinos de la barriada de La Timba, en La Habana, colaboran para levantar el tronco de un árbol derrumbado por el huracán Irma. (14ymedio)
En la ducha de Bernardina se bañan ahora tres familias. «Cada cual trae su jabón pero el agua es para todos«, asegura la anciana de 86 años en su casa de la calle Campanario, en La Habana. Tras el paso del huracán Irma la jubilada abrió sus puertas a los vecinos más afectados, un gesto que se repite por todo el territorio nacional.
La prensa oficial lleva días repleta de titulares sobre las donaciones internacionales y las tareas estatales para acelerar la recuperación, pero la ayuda más importante está siendo la de los propios ciudadanos. Vecinos, familiares y activistas se volcaron desde el primer minuto en el auxilio a las comunidades más dañadas.
Desde que comenzaron a soplar los primeros vientos y algunos municipios de la costa norte fueron evacuados casi en su totalidad, el socorro civil y espontáneo significó para miles de personas la diferencia entre la vida y la muerte. Más del 77% de los albergados se refugiaron en hogares de familiares o conocidos, según datos oficiales.
Más del 77% de los albergados se refugiaron en hogares de familiares o conocidos, según datos oficiales
Las estrechas relaciones vecinales que caracterizan a la mayoría de los barrios cubanos y que se hacen más intensas en los pequeños asentamientos resultaron muy efectivas a la hora de proteger bienes privados y evitar un mayor número de fallecidos.
«Dicen que pueblo chiquito infierno grande, pero aquí nos salvó el que todos nos conocemos bien y somos como una familia», cuenta vía telefónica Yania, residente en el centro histórico de Caibarién y cuya vivienda fue duramente lastimada por los vientos.
«Nos metimos en la casa de al lado y de la nuestra solo quedó parte de la sala», lamenta la joven. Ahora, aguarda por las donaciones internacionales y y la ayuda prometida por el Gobierno para subvencionar en un 50% los materiales necesarios para la reconstrucción de viviendas, pero al menos ya cuenta con una asistencia segura: «los vecinos nos ayudarán a levantar las paredes».
En el Oriente, la ilegalizada Unión patriótica de Cuba (Unpacu) busca estrategias para evitar que sus iniciativas de auxilio sean boicoteadas. «Sufrimos mucha persecución cuando quisimos ayudar a los damnificados del huracán Matthew en Baracoa», recuerda el líder de la organización, José Daniel Ferrer.
Ahora, con el paso de Irma, «estamos buscando mecanismos, con la mayor discreción, para ver cómo canalizar nuestra ayuda a esas personas», detalla el exprisionero político. «Se han dado pasos, por ejemplo enviar dinero a los activistas afectados para que compren baterías, agua potable y otras cosas».
El martes los medios oficiales difundieron varias cuentas bancarias dirigidas a los residentes en la Isla para «aportes solidarios en ayuda a damnificados por Irma». La habilitación de este tipo de ayuda llegó diez días después de que el Banco Financiero Internacional hiciera algo similar para «canalizar los donativos» desde el extranjero.
‘Granma’ asegura entre líneas que la apertura de las cuentas bancarias se hizo después de que ciudadanos cubanos «hayan manifestado su interés solidario en efectuar aportes monetarios»
La rapidez a la hora de pedir cooperación a otras naciones y la demora en aceptar los donativos locales han generado malestar entre muchos. El diario Granma reconoce esta situación al asegurar entre líneas que la apertura de las cuentas bancarias se hizo después de que ciudadanos cubanos «hayan manifestado su interés solidario en efectuar aportes monetarios».
La Iglesia católica también ha tratado de canalizar esos deseos de ayudar imperantes en las regiones cuyos habitantes no fueron seriamente afectados. En las primeras 72 horas tras el paso del huracán, Cáritas Cuba habilitó una red de emergencias para brindar socorro a las personas más damnificadas y desvalidas. Para lograrlo ha contado con el trabajo de innumerables voluntarios, feligreses y residentes en esas zonas.
En la oficina de la organización en La Habana se viven días frenéticos. Los teléfonos no paran de recibir llamadas de quienes lo han perdido todo o casi todo. Julián Rigao trata de lidiar con todos esos reclamos y explica que en cada barrio de la capital hay alguna capilla donde «dejar las donaciones». Luego los párrocos y las congregaciones religiosas «las harán llegar al Arzobispado».
En las parroquias católicas se ha repartido un modelo de encuesta para que se reflejen los casos más críticos. Desde el lunes 18 de septiembre algunas iglesias, como la del Sagrado Corazón en la calle Línea, elaboran desayunos y cenas para ayudar a las personas más desprotegidas de su comunidad, según precisa un informe.
Los protestantes también están recopilando donaciones. En el templo bautista Aposento Alto de la céntrica calle Carlos III se reciben ayudas «hasta las tres y media de la tarde», cuenta Svan, que trabaja en el templo. «Puede venir en una bolsa, en una caja de cartón o como la tengan empaquetada».
Las organizaciones de masa como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas no han hecho ningún llamamiento para recaudar donaciones
Poco a poco, la gente también se va acercando para donar fundamentalmente ropa, calzado y enseres domésticos. Por el contrario, las organizaciones de masa como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas no han hecho ningún llamamiento para recaudar donaciones.
«En mi casa tenemos preparadas varias bolsas con ropa de señora y de bebé», cuenta Lilian Bosque, vecina de la calle Colón, en el municipio de Plaza de la Revolución. Ahora, espera «unirlas con lo que han recogido otros vecinos y llevarlas a la capilla Santa Rosa de Lima que está cerca de aquí».
Bosque es consciente de que «esto no va a resolver el problema, pero al menos aliviará la situación de familias que se han quedado con lo puesto» y puntualiza que se trata de un gesto en silencio sin ánimo de recibir ningún reconocimiento. «Nadie quiere ganarse un diploma con esto ni que lo saquen en Granma, se trata de la ayuda que cualquier ser humano en estas situaciones necesita».