Reinaldo Escobar: La otra diversidad
La diversidad de los candidatos en Cuba no se ve reflejada en el voto en la Asamblea Nacional. (MINREX)
En vísperas de las elecciones del Poder Popular, el tema de la representatividad en los órganos municipales, provinciales y nacionales ha vuelto a salir a flote, esta vez en una entrevista realizada en Cubadebate a Gisela María Duarte Vázquez, presidenta de la Comisión de Candidaturas Nacional.
La funcionaria insiste en que la diversidad de los representantes del pueblo está garantizada por la debida proporción en «el número de hombres y mujeres, de jóvenes, estudiantes, obreros, campesinos, técnicos, profesionales, actividades económicas más significativas, trabajadores estatales y no estatales».
Este abanico de géneros, edades y actividades -a lo que se suma una no mencionada intención de lograr un equilibrio racial, y una distribución territorial más o menos equitativa- conforma un mural que representa a la población del país pero con un denominador común: la identificación con la política que traza el Partido Comunista de Cuba (PCC).
Este abanico de géneros, edades y actividades conforma un mural que representa a la población del país pero con un denominador común: la identificación con la política que traza el PCC
La presidenta de la Comisión de Candidaturas no lo presenta de forma tan directa, sino que alude a varios de los seudónimos que tiene la línea del PCC, como por ejemplo «el compromiso con la Revolución», «el compromiso con el pueblo», o «el concepto de Revolución que Fidel nos legó».
Una de las críticas más extendidas a la actual Ley Electoral es precisamente la existencia de estas comisiones que deben garantizar la representatividad del pueblo en las distintas instancias del Poder Popular, pero sin considerar la diversidad de opiniones políticas.
Duarte Vázquez explicó que en el proceso de confección de las candidaturas «tanto como sea posible, se consulta el parecer de cuantas instituciones, organizaciones y centros de trabajo sean necesarios, así como los criterios de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular».
En esta consulta no se excluye la información que puedan aportar los órganos de la Seguridad del Estado y la opinión de los siempre vigilantes Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
El principal argumento que maneja la Comisión de Candidatura consiste, según expresa su presidenta, en que el sistema «destierra todo tipo de espacio a la lucha, competencia y politiquería y promueve que los méritos, la capacidad y el compromiso con el pueblo» sean los elementos a tener en cuenta.
La confusión entre «politiquería» y política tiene sus raíces en el pasado republicano y hace referencia a los turbios manejos, fraudes, promesas incumplidas de inescrupulosos personajes del siglo pasado que cambiaban sus votos por camas en los hospitales y llegaban a inscribir hasta a los fallecidos en las listas de electores.
Lo que no alcanza a explicar nadie es la razón por la que los electores no pueden conocer cuál es la plataforma de sus candidatos y tienen que votar por alguien sin saber cómo se pronunciará en el Parlamento cuando llegue a diputado.
Sobran los ejemplos en temas tan polémicos como la solución a la dualidad monetaria, la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, la aceptación de las pequeñas y medianas empresas, la abolición definitiva de la pena de muerte o el fin de las restricciones migratorias aún vigentes que obliga a los cubanos residentes en el exterior a la habilitación de sus pasaportes de forma periódica.
Hipotéticamente podrían formarse, de forma paralela, al menos dos listados de candidatos con igual diversidad a la que se acepta hoy en los rangos de raza, sexo, edad u ocupación y con los mismos méritos sociales que votarían de forma diferente en estos asuntos.
Lo que no alcanza a explicar nadie es la razón por la que los electores no pueden conocer cuál es la plataforma de sus candidatos y tienen que votar por alguien sin saber cómo se pronunciará en el Parlamento
La función de un parlamento es justamente someter a discusión y votar por propuestas cuyas esenciales diferencias son de carácter político. Cuando una Comisión de Candidaturas anula la diversidad de tendencias o las desconoce se pierde la posibilidad de que las opiniones políticas asciendan desde el pueblo hasta el poder por la vía de voto democrático.
De nada vale que sean excelentes trabajadores, magníficos estudiantes, buenos padres y mejores hijos; de nada sirve la equidad entre hombres y mujeres, entre viejos y jóvenes si no se logra medir el equilibrio entre las tendencias políticas fruto no solo del resultado exitoso o fracasado de las decisiones gubernamentales sino también de las múltiples corrientes ideológicas vigentes en el mundo.
Cuando Cuba tenga una nueva ley electoral lo primero que debe desaparecer es esta entidad de las Comisiones de Candidaturas. La dificultad es que para que los electores se enteren de cómo piensan sus candidatos estos tendrían que gozar de la suficiente libertad de expresión para dar a conocer sus fórmulas y también de la capacidad de asociarse de forma lícita para consensuar propuestas.