Laberintos: Vuelco político en España
Las elecciones municipales celebradas en España el pasado domingo 24 de mayo constituyeron para el presidente Mariano Rajoy una derrota de inmensas proporciones. Si bien su Partido Popular sigue siendo el más votado en el país, lo es por tan poco, que no le ha bastado para conservar las mayorías absolutas conquistadas en las elecciones de hace 4 años. Por otra parte, las alianzas del PSOE con Podemos, el naciente partido de izquierda más radical, y otras organizaciones locales más o menos asociadas a esta nueva fuerza política, le han ocasionado a la derecha española una auténtica hecatombe: pierde el PP bastiones tan importantes como Madrid, Valencia y Castilla-La Mancha; el PSOE consigue hacerse con los gobiernos de Asturias, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía, Valencia, Baleares, Aragón y Canarias; Podemos se apodera, entre otros, de Madrid y de Navarra; y la catalana Ada Colau, fundadora de un movimiento en favor de los inquilinos desalojados de sus viviendas por no poder pagar sus hipotecas, fue electa alcaldesa de Barcelona.
Estas circunstancias no son siquiera parecidas a las que decidieron los resultados y produjeron las devastadoras consecuencias de las elecciones municipales de abril de 1931 y febrero de 1936, pero el actual y drástico vuelco hacia la izquierda nos recuerda a aquellas en tanto en cuanto una y otras recogen un idéntico malestar político y de insatisfacción social. En 1931, la monarquía, consciente de ese peligroso estado de conflictividad, le dio a aquellas elecciones municipales valor de plebiscito, y en las de hace una semana nadie les atribuyó ese valor revocatorio, pero entonces y ahora se sienten en las grandes ciudades de España, incluyendo a Madrid y Barcelona, los efectos de la derrota y el rechazo. La gran diferencia es que la tarde del 14 de abril de 1931 las multitudes tomaron las calles de Madrid y ante aquella demostración de arrebato popular, el rey se sintió obligado a declarar que “las elecciones celebradas el domingo revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo.” Acto seguido abandonó el Palacio Real y se marchó al exilio. La derrota del PP no ha provocado manifestaciones como aquellas, ni Rajoy tiene por qué contemplar la opción de marcharse de la Moncloa todavía, pero su actual derrota, sin la menor duda, prefigura lo que sí podría suceder en las elecciones generales que se celebrarán en España a finales de este año. En esa ocasión se comprobará cuál ha sido el sentido exacto de este tremendo revolcón electoral que acaba de sufrir el PP y cuáles podrían llegar a ser sus alcances.
Otro aspecto que vale la pena tener presente es que 5 años después de instaurada la república en España, en las elecciones de febrero de 1936, al calor de la orden dictada en Moscú por el Séptimo Congreso del Komintern de impulsar en todo el mundo pactos de los partidos comunistas con todas las organizaciones políticas antifascistas en lo que llamaron Frentes Populares para enfrentar juntos la naciente amenaza nazi, los dirigentes españoles Largo Caballero y Manuel Aznar pudieron unir a sus huestes, comunista y socialdemócrata, en una poderosa coalición de izquierdas que tomó aquel día, democráticamente, el poder. Muy poco después, en julio, estallaba la guerra civil española, cuyas secuelas, un millón de muertos, la devastación física y moral del país y 40 años de dictadura, no se apagaron hasta la muerte del dictador y la restauración de la monarquía, como factor necesario de equilibrio en el clima de tensiones que surgieron, hace ahora otros 40 años, con la nueva democracia española.
En el caso de la España actual tampoco debemos pasar por alto el sentimiento que animó a los ciudadanos a votar por las opciones que representan el PSOE y Podemos. Por ahora, dos son sus puntos de coincidencia. En primer lugar, la necesidad de sacar al PP del poder al precio que sea, un reclamo que no comparte, sin embargo, Susana Díaz, líder del PSOE en Andalucía, que en su momento compitió con Pedro Sánchez por la secretaria general del partido y quien acaba de pedir al PSOE prudencia para no abandonar el centro del espectro político. En todo caso, la debacle de la derecha española se debe, en primer lugar, a que la reactivación de la economía impulsada por el gobierno Rajoy a raíz de la crisis del 2008 le ha brindado suculentos beneficios a la banca y a los grandes grupos empresariales a expensas de serias modificaciones de carácter neoliberal a la política laboral y a la de asistencia social. El segundo factor de la derrota del PP ha sido que en la misma medida que la clase media y trabajadora se empobrecía, estallaban innumerables escándalos de corrupción que comprometían directamente a funcionarios, militantes y amigos del PP.
Estos son, precisamente, los dos objetivos en los que el PSOE y Podemos están en total acuerdo: Cero tolerancia con la corrupción y reconstrucción inmediata de las políticas de apoyo a la población para detener el desmantelamiento del estado de bienestar social en España.
En el marco de los cambios que se avecinan, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, declaró el sábado que los ciudadanos han demostrado en las urnas “que quieren un giro a la izquierda” y los socialistas, añadió, van a ser “conscientes con ese mandato”, pero luego advirtió que el PSOE sólo apoyará “cambios seguros y coherentes con el proyecto socialdemócrata.” Es decir, que según el PSOE, España girará a partir de ahora hacia la izquierda, aunque no tanto como sus tendencias más radicales desean.
Este es sin duda, la interrogante más importante del momento. ¿Cuáles serán los términos exactos del acuerdo, los límites a los que está dispuesto a llegar el PSOE, segundo partido más votado, para acordar una política de alianzas con Podemos, tercer partido más votado? Un tema que debe quedar resuelto en los próximos días, pues la fecha de investidura de las nuevas autoridades municipales está fijada para el 14 de junio. Y porque después del verano, ambos partidos también tendrán que definir sus estrategias electorales y sus programas de gobierno con vista a las elecciones generales a celebrarse a finales del otoño.
Por ahora, las recién electas alcaldesas de las dos principales ciudades españolas, Manuela Carmena en Madrid, y Ada Colau en Barcelona, ya han anunciado controversiales medidas de claro carácter populista. Carmena informó que pondrá en marcha un plan de 200 millones de euros para facilitarle vivienda, luz, agua, comida y sanidad al sector más desfavorecido de la ciudad y que pronto se reunirá con los representantes de la banca para hablar del problema de los desalojos judiciales. En Barcelona, Colau declaró que había ordenado rebajar su sueldo, de 144 mil euros anuales que ganaba el alcalde saliente, a solo 37 mil.
¿Estará el PSOE dispuesto a acompañar a Podemos en el rumbo hacia el que apuntan estas dos decisiones iniciales? Sin la menor duda, despejar esta incógnita será la materia central del debate político español durante los próximos meses.