Jacinda Ardern y el liderazgo ejemplar en la pandemia en Nueva Zelanda
La joven 'premier' ha enfrentado durísimas pruebas, como el ataque de Christchurch y el covid-19.
Cuando la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, se enteró de que su país tenía cero casos activos de covid-19, lo primero que hizo fue bailar.
“Hice un pequeño baile”, admitió sonriendo la ‘premier’, en una rueda de prensa, cuando una periodista le preguntó cómo reaccionó ante la noticia que llevó al Gobierno a abrir completamente la economía desde el martes pasado.
“Estamos listos. Hoy no tenemos casos activos en Nueva Zelanda”, dijo Ardern, 75 días después de que se generaron las primeras alertas por el covid-19 en ese país y 17 días después de que se registró el último caso de contagio local.
“Estamos confiados de que hemos eliminado la transmisión del virus en Nueva Zelanda por ahora, pero la eliminación no es un punto en el tiempo, es un esfuerzo sostenido”, dijo la laborista que reiteró que los controles fronterizos se mantenían en pie.
Los números hablan del éxito de la gestión de Ardern. Durante la pandemia, el país registró un total de 1.504 contagios y 22 muertes. “Mediante una combinación de suerte y buena gestión de crisis, la política de eliminación ha funcionado. Nueva Zelanda se encuentra entre los primeros países afectados por covid-19 en volver a la normalidad”, escribió en el portal ‘The Conversation Jack Vowles’, profesor de Ciencia Política de la Universidad Victoria, en Wellington.
Fue un movimiento semicoordinado alrededor de la sala, que no sé bien si pude entender, pero solo empecé a bailar, lo que fue encantador
Para llegar a ese punto, Ardern puso en práctica uno de los confinamientos más duros y tempranos del mundo. El autoaislamiento para los viajeros que regresaron al país comenzó 17 días después del primer contagio. Tres días después de esa medida, se cerraron las fronteras a todos, menos a los neozelandeses.
Y 26 días después del primer caso, a finales de marzo, comenzó el confinamiento, cuando había un poco más de 200 infectados. La primera ministra les pidió a los ciudadanos quedarse en la casa y solo permitió los servicios esenciales. El 27 de abril, Ardern afirmó que el país había ganado la batalla contra el covid-19, pues no registró por primera vez casos de contagio local, lo que llevó a comenzar un desconfinamiento moderado.
Durante la crisis sanitaria, la primera ministra se aseguró de ser asesorada por expertos y de transmitir información de manera clara y transparente.
Para hacerlo usó ruedas de prensa y las redes sociales. En Facebook, donde cuenta con casi 1,6 millones de seguidores, la ‘premier’ hizo transmisiones espontáneas en vivo en las que ella misma manejaba la cámara de su celular, contaba detalles de su agenda, explicaba el significado de las medidas tomadas durante la crisis y respondía a las preguntas de la audiencia. Incluso hacía chistes.
Eso sí, sin crear falsas expectativas. “Lo que pedimos de todos ustedes es que se sigan lavando las manos (…). No tenemos casos activos, pero es muy probable que veamos nuevos casos de covid-19 en Nueva Zelanda y no significa que hayamos fallado.
Hay decenas de miles de casos reportados diariamente en el mundo, es una realidad global y mientras el covid siga siendo una realidad, necesitamos estar preparados”, dijo el lunes en la última transmisión, que tuvo más de 764.000 vistas y más de 11.000 comentarios de seguidores no solo en Nueva Zelanda, sino también en países tan distantes como Hungría, Australia, Brasil y Uzbekistán, entre otros.
¿De dónde sacas tu energía? Eres tan increíble. Gracias por tus incansables esfuerzos. Apreciamos mucho tu arduo trabajo
Fue en ese video en el que habló con mayor profundidad de su baile al enterarse de que Nueva Zelanda no tenía más casos activos de covid-19. “Fueron noticias muy emocionantes. No sé si pueda describirlo como un baile. Fue un movimiento semicoordinado alrededor de la sala, que no sé bien si pude entender, pero solo empecé a bailar, lo que fue encantador”, dijo Ardern, que cerró la transmisión con un mensaje para los neozelandeses: “Gracias por todo su trabajo durante las semanas pasadas. Cuídense”.
Referencia mundial
Esa cercanía con los ciudadanos ha hecho que la primera ministra tenga varios adeptos. “Gracias por ser una líder asombrosa para todos nosotros”, comentó Robyn Walker desde Auckland. “¿De dónde sacas tu energía? Eres tan increíble. Gracias por tus incansables esfuerzos. Apreciamos mucho tu arduo trabajo”, afirmó Hine Thornton en otra transmisión.
Ha sido justo el manejo de la crisis del covid-19 lo que hizo que el nombre de Ardern volviera a resonar en el mundo. Con tan solo 39 años, la primera ministra neozelandesa ha fijado varios ejemplos de liderazgo que han marcado la historia.
A los 18 años, la primera ministra –hija de un policía y una cocinera de una escuela– entró en el Partido Laborista y a los 28, en el Parlamento.
Pero el salto más grande hasta ese momento lo dio en el 2017, cuando con 37 años se convirtió en una de las líderes más jóvenes del mundo en asumir la dirección de un país.
Ella está rompiendo nuevas barreras para las mujeres jóvenes
Luego, en el 2018, marcó otros dos hitos importantes. Por un lado, fue la segunda dirigente del planeta que dio a luz estando al mando. La primera en hacerlo había sido la inmolada primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto. “Soy probablemente una de las primeras que han hecho algo que no se ha hecho muy seguido, pero un día esto será normal”, le dijo en su momento Ardern al diario británico ‘The Guardian’.
Por el otro, fue la primera gobernante que llevó a la Asamblea General de las Naciones Unidas a su bebé, que tenía tres meses. Mientras esperaba por su intervención, la primera ministra jugaba con su hija. Cuando habló, su esposo, el periodista Clarke Gayford, cuidó de la menor.
“Ella está rompiendo nuevas barreras para las mujeres jóvenes”, le había dicho a EL TIEMPO la ex primera ministra neozelandesa Helen Clark, para quien Ardern trabajó como una de sus asesoras.
Además, en marzo del 2019, la ‘premier’ enfrentó, como ella misma lo llamó, “uno de los días más oscuros” de Nueva Zelanda: la masacre en Christchurch, en la que murieron 51 personas, después de que un extremista blanco entró disparando con armas semiautomáticas en dos mezquitas.
Sin dudarlo, Ardern calificó el hecho como un acto terrorista y como el peor ataque a los musulmanes en un país occidental. Además, se negó a mencionar el nombre del atacante. “Él buscó muchas cosas con su acto de terror, pero una fue la notoriedad. Por eso es que nunca me escucharán mencionar su nombre”, dijo.
En medio de la crisis, la primera ministra no solo fue elogiada por asistir a una ceremonia en memoria de las víctimas con su cabeza cubierta con un pañuelo negro, como señal de respeto a la comunidad musulmana, sino también por prohibir las armas semiautomáticas.
Y han sido precisamente la compasión y la empatía dos de las principales fortalezas de la primera ministra neozelandesa, que para muchos ha buscado que en su país quepan todos. Incluso les ha dedicado especial atención a los niños.
Los niños y la ‘premier’
Durante la crisis del covid-19 hizo una rueda de prensa solo para responder a sus inquietudes, y en Instagram, donde tiene 1,2 millones de seguidores e informa sobre su gestión, comparte las cartas que los menores le envían.
“Sin ninguna duda, esta es una de las mejores partes de mi trabajo. Seriamente subestimé cuántas recibiría, pero aún así las leo todas”, señaló Ardern en una de sus publicaciones, que estaba acompañada por una foto de una carta de una niña llamada Emilia, quien le contaba que le gustaría ser líder en su escuela y le pedía consejos sobre “cómo ser tan amable”.
Es así como la gestión de Ardern ha estado marcada por las crisis y los pequeños detalles. Justo ahora, casi tres años después de que arrancó su mandato, goza de las mieles de tener una popularidad récord: 59 por ciento, según un sondeo de One News-Colmar Brunton del 21 de mayo.
Ahora, el reto para la ‘premier’ es mantenerse en el poder. En menos de 100 días (19 de septiembre) serán las elecciones generales en Nueva Zelanda. Y si bien la crisis del covid-19 fue manejada de manera exitosa, las críticas por el impacto en la economía han comenzado a emerger.
Pero el profesor Volwes apunta que el escenario parece favorable para la ‘premier’ y su partido, aunque advierte que es muy pronto para un veredicto final. “Los eventos extraordinarios de los últimos meses han creado el escenario para otra recompensa potencial por un liderazgo ejemplar, un resultado profundamente temido por los oponentes. Potencialmente, podrían conducir a otro largo período de gobiernos liderados por los laboristas y la coronación de Jacinda Ardern como una de las más grandes primeras ministras de Nueva Zelanda. O no. Si una semana es mucho tiempo en política, 100 días es una eternidad”.