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Aquiles Nazoa: El Credo

Escritor, ensayista, poeta, periodista y humorista, Aquiles Nazoa nació en Caracas el 17 de mayo de 1920, y falleció en Maracay el 17 de abril de 1976. Recuerdo perfectamente el hecho: venía con unos amigos de regreso a Caracas, por la autopista regional del centro, y vimos los restos del aparatoso choque que produjo su lamentable muerte.

Nacido en la popular barriada caraqueña de El Guarataro, Nazoa estuvo casado con Estrella Fernández-Viña Martí, sobrina nieta del escritor y apóstol de la independencia cubana José Martí;  su hermano Aníbal Nazoa fue asimismo un destacado intelectual. Entre su descendencia merecer mencionarse un nieto, Sumito Estévez, reconocido chef de cocina.

Fue aprendiz de carpintería, telefonista, guía de turistas (en el Museo de Bellas Artes), botones del entonces famoso Hotel Majestic. Todo cambia cuando se vincula a la prensa, vía el diario El Universal y luego en El Nacional, así como a  la emisora Radio Tropical. Se incorpora al semanario satírico El Morrocoy Azul donde desarrolla sus dotes como humorista, publicando con el seudónimo de «Jacinto Ven a Veinte», sus poemas Teatro para leer.

En 1948 obtiene el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas. Dos años después aparecen sus libros El Ruiseñor de Catuche y Marcos Manaure. Al hacerse más evidente la represión dictatorial, decide exiliarse en 1955. Al regresar a Venezuela, aparece en Caracas en 1960 su libro de poemas Caballo de manteca y, a partir de ese momento, sus obras dentro del género poético (ediciones, reediciones, antologías) se hacen más abundantes y son recogidas en la compilación Humor y amor de Aquiles Nazoa, publicada en 1970.

Además de sus obras poéticas, Nazoa publicó monografías y estudios como Cuba, de Martí a Fidel Castro (1961) y también ensayos como Caracas, física y espiritual (Caracas, 1967).

Como decíamos arriba, muere en un accidente de tránsito en la autopista Caracas-Valencia en zona cercana a la ciudad de Maracay. José Ignacio Cabrujas, en un programa radial que le dedicó pocos días después del aciago accidente, le advirtió: “Yo no voy a llorarlo, porque no puede ser que usted sea un hombre de llanto”, y agregó: “La culpa es suya, porque usted me hizo ese favor de la gracia y de la risa, y yo quiero recordarlo así”.

Un buen ejemplo es este poema:

 

EL MAYORDOMO Y EL GATO

Recientemente falleció en Montana
una viejecita norteamericana
que, en calidad de único heredero
le dejó a un mayordomo su dinero.Mas la anciana del caso que relato
dejó también un gato
que ha venido a plantearle al mayordomo
un problema, lector, de tomo y lomo,
ya que en el testamento hay un mandato
que le impide aunque llegue a la indigencia,
disponer ni una puya de la herencia
hasta que no se muera dicho gato.Me diréis: – ¿Y por qué ese mayordomo
no se arma de una estaca o de un zapato
y acaba de una vez con ese gato
que debe de caerle como un plomo?Ah, porque la viejecita, en previsión
de que ocurrir pudiera cosa tal
aclaró al imponer su condición
que del gato en cuestión la defunción
debe ser natural,
y si no muere así, tampoco hay real.Lo que le queda, pues, al mayordomo
ante este caso, es conservar su aplomo,
con paciencia llevar su dura cruz
y esperar que se muera el micifuz.
y como el gato tiene siete vidas,
¡esas puyas, lector, están perdidas! 

 

 

 

Su faceta de humorista fue muy destacada, poseyendo una indudable veta popular. En nota publicada por Ildemaro Torres Núñez en el Papel Literario de El Nacional se recuerda asimismo el éxito de su programa televisivo “Las Cosas más Sencillas”, «igualmente concebido, realizado y presentado ante las cámaras por él, y transmitido por la Televisora Nacional; un encuentro esperado y vivido con beneplácito cada semana por una audiencia masiva y consecuente en su sintonía, presta al disfrute participativo de la riqueza temática que él abordaba con tanta propiedad y transparencia».

En su memoria, se creó por iniciativa de Pedro León Zapata la cátedra libre sobre humorismo «Aquiles Nazoa», inaugurada el 11 de marzo de 1980 en la Universidad Central de Venezuela.

 

 

 

 

«CREDO» – Aquiles Nazoa (de su libro «Vida privada de las muñecas de trapo»):

 

Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres;

creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable;
creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales; creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,

creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose
como una purísima paloma herida bajo el cielo del Mediterráneo; creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma;

creo en Rainer María Rilke héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida al acto de cortar una rosa para una mujer; creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia; creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar,

creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, y junto a sus sienes un resplandor de estrellas;
creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe,
en Beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que labraron su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero;
creo en la amistad como el invento más bello del hombre;
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía, y en fin,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.

 

 

 

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