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Pablo Mieres: Control de la pandemia para evitar el aumento de la afectación económica y el empleo

Nuestro país se ha proyectado como uno de los casos más exitosos en el control de la pandemia a escala mundial hasta ahora.

Ese éxito ha sido el resultado de múltiples factores. Por un lado, debido a decisiones acertadas desde el gobierno que fueron comunicadas de manera tal que generaron una particular sintonía con los ciudadanos y, por otro lado, una respuesta ciudadana que, mayoritariamente, asumió con intensidad y firmeza la libertad responsable lo que representó un componente imprescindible para que la estrategia elegida tuviera éxito.

Esa sintonía entre las definiciones gubernamentales y la conducta de la enorme mayoría de los uruguayos permitió un control de la pandemia que, a su vez, hizo posible un proceso, gradual pero sostenido, de reactivación económica y laboral muy importante para que los costos económicos y sociales existentes fueran los menores posibles.

Nadie puede dudar que el impacto del coronavirus en el país ha representado una afectación social muy significativa medida en una fuerte afectación del empleo y de la sustentabilidad de las empresas. Durante dos meses tuvimos casi doscientos mil trabajadores en el seguro de paro y si bien ha habido un proceso dinámico de reincorporación de trabajadores a sus actividades, aún en octubre teníamos ochenta y cinco mil trabajadores en el seguro de paro.

Por otra parte, las cifras del desempleo, todavía difíciles de determinar en su total magnitud, indican en cualquier caso que nuestro país ha sufrido un incremento en la cantidad de personas que han perdido su trabajo.

Por supuesto que la magnitud del impacto es menor que en aquellos países en los que la pandemia se disparó y obligó a medidas drásticas de confinamiento, incluso en muchos países se debió retroceder con el consiguiente deterioro adicional de la actividad económica y del trabajo.

En nuestro país, hasta ahora, el impacto económico y laboral ha sido importante, se prevé una caída del PIB de 3.5%, aunque algunos analistas hablan de una cifra, incluso, un poco mayor.
Si lo comparamos con los datos de otros países, y en general de América Latina, la caída de la economía será menos pronunciada. Y ello es un resultado directo de cómo se ha logrado controlar la enfermedad y los contagios en nuestro país.

Sin embargo, las últimas semanas registran un incremento del número de contagios. Todo indica que este aumento es consecuencia de un «aflojamiento» de las conductas en la vida cotidiana, tanto en el trabajo, como en la sociabilidad y en las diferentes áreas de la vida social. Es lógico que ocurra, porque es muy duro asumir tantas limitaciones por un tiempo extendido.
Por otra parte, parece haberse reducido el miedo a los contagios en la mayor parte de los ciudadanos y ello empuja a dejar de lado las restricciones, dejándose llevar hacia prácticas que quiebran los criterios indicados desde marzo.

Justamente, es imprescindible reafirmar ahora que los protocolos sanitarios y laborales acordados desde el inicio mismo de la pandemia siguen estando vigentes y deben ser observados.
Si no revertimos el incremento de los contagios, la situación puede llevar, en determinado momento, a la necesidad de retroceder en las decisiones sobre los niveles de actividad económica y laboral.
Entonces, además de la afectación directa sobre la salud de aquellas personas con mayores riesgos, se suma la preocupación sobre el impacto negativo en el trabajo y en la economía en mayor proporción de lo que ya ha sido afectada.

Hoy más que nunca, tenemos que reafirmar la ineludible necesidad de ajustar nuestras conductas a las pautas sanitarias vigentes. Nuevamente, la sintonía entre las orientaciones gubernamentales y la conducta ciudadana es la condición imprescindible para que nuestro país siga enfrentando con éxito la pandemia.

 

 

 

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