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Jorge Muñoz Cepeda: El culatazo del rifle

El Dry Martini es como las tetas: uno es insuficiente y tres son demasiado. Esta es una buena descripción acerca del efecto que produce en los cuerpos y las almas la bebida espirituosa más famosa del mundo.

A pesar de que su verdadero origen es un misterio, entre todas las fascinantes leyendas me quedo con la que asocia su nombre al primer culatazo que se siente al disparar un rifle Martini y Henry, símbolo del ejército británico; tal vez es una de las teorías menos probables, pero creo que se acerca mucho al espíritu de este coctel sofisticado y contundente.

Seis partes de ginebra helada y una parte de vermú seco parece ser la receta perfecta; lo demás viene después de ese primer culatazo. El Dry Martini no se agazapa, como lo hacen otros tragos mezclados, más mezquinos e hipócritas; esta bebida transparente, rotunda en su sencillez, te golpea de inmediato, pero increíblemente no sientes un choque violento en tu cerebro o en tus papilas, sino más bien la certeza atávica de que el dolor está también hecho de placer.

He notado que mientras se beben un Dry Martini, las personas suelen adoptar una postura elegante, de gente de mundo, de figura de película: pierna cruzada, ligera distancia con el interlocutor, tal vez el torso y la cabeza un poco caídos hacia un lado; desafortunadamente esta pose artificial no necesariamente está acompañada de lucidez en las palabras articuladas entre sorbos o de caminatas en línea recta hacia el cuarto de baño.

Esta bebida mítica ha conquistado el gusto de hombres míticos: Winston Churchill, Truman Capote, Frank Sinatra son algunos de los personajes que fueron seducidos por ella; podríamos hablar también de James Bond, aunque el personaje de Fleming prefería una variación que reemplazaba la ginebra por vodka.

No conozco hombres míticos que en Colombia se hayan aficionado a esta preparación; tal vez porque por aquí no abundan los hombres míticos o quizás porque no hemos superado nuestro ancestral gusto por el aguardiente y la cerveza. He charlado, eso sí, con algunos conocedores memoriosos que me cuentan que el mejor Dry Martini de estas tierras solía prepararlo un barman del hotel El Prado de Barranquilla, hace cerca de dos décadas. En cuanto al presente, no cabe duda de que el sitio perfecto está en la esquina suroriental de la plazoleta de la Zona T, en Bogotá; allí sientes de verdad el culatazo del rifle y pueden pasar desapercibidas tus exageradas imitaciones de Humphrey Bogart. Pero no olvides, si estás acompañado de una mujer que te mira a los ojos mientras te llevas la copa a los labios, concéntrate en sus tetas de vez en cuando y convéncete de que es una bendición que solo tenga dos; esto te ayudará a recordar que si te atreves a pedir el tercer Dry Martini, tal vez ella no querrá volverte a ver jamás.

 

JORGE MUÑOZ CEPEDA, periodista e intelectual colombiano, falleció hace pocos días en Barranquilla, a los 52 años. Sin duda alguna es una pérdida muy lamentable.

Crónica publicada el 12 de diciembre de 2014.

 

 

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