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Tercer debate republicano: Happy halloween!!!

halloweenEl pasado miércoles 28 de octubre, víspera de Halloween (se celebra el día 31), se realizó el tercer debate entre el numeroso grupo de pre-candidatos republicanos a la presidencia de su país. Una vez más, se realizaron dos tandas: la primera, para los candidatos pequeños en apoyos según las encuestas, y el segundo, supuestamente el estelar, entre unos pre-candidatos que resultaron asimismo pequeños, pero en nuevas ideas.  

Ben Carson, por ejemplo, quien al parecer ha desbancado a Donald Trump del primer lugar en las preferencias de los votantes conservadores, indicó que «planeaba ser él en el debate». Curioso concepto. Interesante que hubiera dicho que sus intenciones eran ser Carly Fiorina, o Jeb Bush. 

El evento se realizó en Colorado -un estado que no ha sido amable con los republicanos en las elecciones presidenciales más recientes; de hecho, Obama ganó los nueve votos al colegio electoral que tiene el estado tanto en 2008 como en 2012. Salvo Bill Clinton y Obama, Colorado desde 1964 siempre había votado por el candidato republicano a la presidencia. Pero la demografía no perdona: el estado ha visto incrementar la población de votantes de clase media, de latinos, de gays. Es decir, kriptonita para los republicanos de hoy. La idea era que el debate sirviera para atraer el corazoncito de dichos votantes hacia el GOP. Creo que el efecto fue más bien el contrario. 

Frente a unos moderadores del debate, de CNBC, que ciertamente fallaron, la unánime reacción de los estandartes republicanos fue atacar a los medios de comunicación, acusándolos de favorecer a los demócratas. Y quien lideró el asalto a los medios fue Marco Rubio, suficientemente inteligente como para saber que es un recurso que a menudo le funciona a los republicanos.

Una gran habilidad que todos los aspirantes mostraron fue la de responder las preguntas con asuntos que no tenían nada que ver con lo interrogado, o que incluso producían respuestas paradójicas. Carson, interrogado sobre sus posturas en contra del matrimonio gay respondió que «él siempre ha considerado que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer», pero que al mismo tiempo «hay que ser siempre justos con la comunidad gay«(???).

La cosa se puso interesante cuando Jeb Bush se dedicó a atacar a su, suponemos, ex-amigo Marco Rubio por las constantes ausencias del joven senador de los aposentos senatoriales, dedicado como está a la campaña. Una de las cosas destacadas de la noche fue la muy infantil respuesta de Rubio: simplemente, cual niño atrapado in fraganti por su maestra, se dedicó a señalar a candidatos presidenciales o senatoriales del pasado que también habían faltado a sus deberes laborales. Algo así como «maestra, fulanito hace lo mismo y usted a él no lo ha regañado.» Pero a pesar de ello, Rubio supo responderle a Bush, literalmente dejándolo sin palabras. Rubio fue asimismo quien obtuvo un mejor resultado de este debate. Así habrán estado los otros. 

Ya es hora de que se aclare el campo de precandidatos. Hay demasiados, y la mayoría son de una mediocridad sorprendente. 

Tal cual propone Rick Wilson, en The Daily Beast, deberían quedar solo seis: Donald Trump (en su ausencia, no habría ser humano que pudiera aguantar el próximo debate sin quedarse dormido); Carly Fiorina (la única mujer, y quien hasta los momentos ha mostrado mejores actitudes y aptitudes para enfrentarse a Hillary); Ben Carson (el doctor siempre dice alguna cosa extravagantemente divertida, para entretener a sus pacientes-votantes); Marco Rubio (el más joven y por ello el más fogoso, aunque también se le conoce por ser el campeón mundial de los clichés. Sus dos primeras afirmaciones en este debate fueron: «comparto el optimismo sobre el futuro de los Estados Unidos», y «nuestros mejores tiempos están por llegar»); Jeb Bush (aunque la esperanza de que arranque por fin y muestre si tiene algo en la bola, disminuye día tras día. Para colmo, el pasado fin de semana, en un arranque de frustración por cómo va la cosa, dijo que al menos su equipo de «fantasy football»‘ iba muy bien. La puso bombita: fue reconocer que iba mejor que su «fantasy campaign.» ); y Ted Cruz (tiene $$$, es tejano, y no hay que dejar el monopolio de las idioteces supremas a Trump. Una de sus afirmaciones del miércoles: «el debate de los demócratas fue entre bolcheviques y mencheviques.«).

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Los otros nueve, adiós luz que te apagaste -a algunos ni siquiera se les llegó a encender-. Comparten con los seis nombrados las ambiciones, y un Narciso muy subido, pero poco más: Chris Christie (gobernador de New Jersey, le hizo daño el hecho de que el sillón que hubiera deseado ocupar, el de clown real, ya se lo había apropiado Trump); Bobby Jindal (inteligente, pero no puede superar la pinta de nerd que siempre ofrece); Jim Gilmore (confieso que no tengo mucho que decir de este desconocido entre los desconocidos, un ex-gobernador de Virginia, punto. Con él, hay que preguntarse no si sigue en carrera, sino incluso cómo llegó a estar en ella);  Lindsey Graham (lamentable su situación, porque es de los que más conoce de política exterior y defensa, pero no hay manera de sacarlo de esos temas), Mike Huckabee (un sureño simpático hasta que emite opiniones políticas, económicas, sociales, etc.; es de los más conservadores de la manada, y a veces dice cosas que harían sonrojar al mismísimo Barry Goldwater); John Kasich (su campaña se dirige al precipicio más rápido que un Porsche en el canal rápido de una autopista alemana; como dijo un mordaz comentarista: Kasich comete dos errores fundamentales: 1) habla mucho, 2) sigue hablando mucho); George Pataki (alguien debería tener la caridad de informarle al ex-gobernador de New York que su clon, Mitt Romney, ya intentó jugar la partida, y se estrelló varias veces contra la realidad de que en la Serie Mundial es sencillamente un perdedor); Rand Paul (este caso me duele mucho. Cada vez que hago el test ese que rueda por Internet, sobre las inclinaciones políticas, mi resultado es el mismo: centro-derecha, del ala libertaria. Pero a nuestro amable candidato de los libertarios republicanos, al igual que sucedió con su padre, nadie lo toma en serio, porque sus posiciones en política exterior semejan la de los socialistas británicos en los ochenta, cuando Maggie Thatcher calentaba el brazo usándolos a ellos como juguetes); Rick Santorum (el pobre nunca ha podido desenredar su confusión entre moral y política. Otro comentarista le dio un muy buen consejo: arrimarse al posible ganador, a ver si lo nombran embajador en la Santa Sede.)

Como recordábamos al comienzo, Halloween, o Noche de Brujas, se celebra el 31 de octubre. Pero para la mayoría de los candidatos republicanos el aquelarre arrancó este miércoles 28, en Colorado. Y lo peor es que el asunto concluirá el año que viene con uno de ellos de candidato. 

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