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Elías Amor: La economía de Cuba ante un momento fatal y decisivo

La economía cubana puede verse afectada a corto plazo por tres factores que ya la están golpeando en estos primeros meses del año.

Carros en una gasolinera.
Carros en una gasolinera. EFE

 

 

Al régimen cubano se le acaba el tiempo de jugar al ratón y al gato con laeconomía. Sin haber superado, no sin dificultades las consecuencias del Covid-19 sobre la mayor parte de las actividades productivas (entre ellas, el turismo, que sigue sin despegar) el proceso de recuperación de la economía anunciado por las autoridades en las reuniones de balance ministeriales celebradas en los últimos días, parece bastante alejado de la realidad.

En lugar de los efectos negativos del Covid-19, la economía cubana (al igual que ocurre en el resto del mundo) tendrá que hacer frente a crecientes presiones inflacionistas, el aumento de precios de la energía en los mercados mundiales, la rotura de las cadenas de distribución, a lo que se une las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania.

Y en este punto se destaca que la economía cubana, por culpa de decisiones adoptadas por sus dirigentes, arranca en peores condiciones que otros países para hacer frente a estos problemas. Por ejemplo, Cuba tuvo a finales de 2021 una de las tasas de inflación más elevadas del mundo, un 77,3% en tasa interanual como consecuencia de la aplicación de la llamadaTarea Ordenamiento.

El escenario de incremento de precios va a ser, sin duda, más complejo para las autoridades comunistas. El acceso al petróleo de Venezuela ha ido a cuentagotas desde 2019, planteando no pocos problemas al funcionamiento operativo de la economía cubana. La Isla debería preocuparse por los aumentos de precios de los fletes marítimos a nivel mundial y el acceso a los mercados de materias primas.

Lo descrito apunta a un panorama pesimista en términos de reactivación y crecimiento económico en Cuba durante 2022. Mientras que en otros países los bancos centrales asumen el papel de acotar los equilibrios por medio de un progresivo endurecimiento de las políticas monetarias para controlar lainflación, en Cuba el Banco Central duerme un «sueño de los justos» y sus actuaciones, hasta la fecha, no han ido dirigidas a hacer frente a los aumentos de precios, lo que ha tenido graves consecuencias sobre el valor del peso en los mercados informales. De modo que sin estrategia de política monetaria a la vista y con los márgenes de la política fiscal desbordados (el déficit público ronda el 20% del PIB), el riesgo de que la inacción del régimen acabe provocando daños a la actividad económica es bastante probable. La entrada de la economía en recesión puede estar más cerca de lo que se cree.

La economía de Cuba se puede ver afectada a corto plazo por tres factores que ya la están golpeando en estos primeros meses del año, al igual que al resto de países del mundo.

En primer lugar, el fuerte repunte de los precios de las materias primas, que está superando cualquier estimación y que tiene su origen en las consecuencias de la guerra de Ucrania. La crisis de las cadenas de distribución y de los precios de la energía, por culpa de la invasión de Rusia a Ucrania, ha impulsado un aumento de precios de materias primas de un 50% en los últimos 12 meses. Conviene recordar que este «shock» de oferta ya tuvo lugar antes de otras crisis económicas anteriores, como la del petróleo de 1973 y 1980, de modo que algunos analistas se atreven a simular escenarios bastante similares.

En segundo lugar, la reducción de las previsiones de crecimiento por parte de todos los organismos, como OCDE o FMI. A los factores descritos, se añaden las consecuencias inflacionistas y las dificultades para anticipar cuál puede ser el final de la guerra de Ucrania, y, sobre todo, cuándo. Básicamente, porque se está viendo que la guerra, y sobre todo las sanciones, puede tener efectos determinantes sobre el crecimiento de la economía rusa, pero también extenderse a otros países vía relaciones de comercio. La duración de la guerra y su intensidad se ha relacionado de forma inversa con las previsiones de crecimiento elaboradas por los gobiernos y organismos internacionales. A esta revisión se verá obligado, más pronto que tarde, el régimen comunista cubano.

Y, en tercer lugar, el aumento de las rentabilidades de ladeudaen los mercados financieros. Los analistas insisten en que el aplanamiento y en algún caso, la inversión de la curva de tipos de interés que se está produciendo en numerosos países, es otro anticipo de una recesión inminente, que afectará a la economía cubana desde el exterior (menos remesas, inversiones extranjeras o turismo).

La dificultad de la política económica reside en anticipar pronósticos para el comportamiento de los principales indicadores, ya que en la ciencia económica no se registran los mismos procesos científicos que en otras disciplinas. Los economistas suelen formular sus previsiones en la experiencia, en el recuerdo de los hechos históricos anteriores. Y ello requiere, obviamente, realizar un ejercicio previo de adaptación a las circunstancias del presente.

Desde las crisis anteriores de los años 70 han transcurrido casi 50 años y el mundo es muy diferente, pero salvando distancias, los gobiernos tienen que actuar con responsabilidad y acometer la necesidad de enfrentarse a los hechos, dar una interpretación precisa y adoptar las medidas más adecuadas para avanzar. Refugiarse en documentos obsoletos, como el Plan 2030 o la estrategia, o en consignas del partido único, no tiene justificación alguna, y ya se pudo comprobar en 2021 con la Tarea Ordenamiento.

El régimen comunista cubano debe interpretar el escenario actual y determinar en qué medida los factores adversos que están planeando sobre la economía mundial pueden llegar a afectar a la economía de Cuba. Ya se trate de una nueva y profunda recesión o de un menor crecimiento del PIB que frene la recuperación tras el Covid-19. En ambos casos el plan no sirve y tiene que ser revisado cuando antes. Los dirigentes de la economía cubana se enfrentan a un complejo sudoku en que, una vez más, echarán mano del embargo o bloqueo para achacar toda responsabilidad a EEUU, pero ahora la pelota está en su terreno, y tienen que jugar. Se trata de un entorno inflacionista que se resiste a bajar y que colapsa las distintas actividades productivas. La inflación del IPC en febrero pasado se situó en un 23,03% en tasa interanual, una cifra que sigue siendo elevada, y que obligará al régimen a adoptar una política de moderación del gasto público, mucho más comprometida que la anunciada por la ministra Bolaños en sus presupuestos de 2022.

También deberá adoptar medidas para prevenir las consecuencias negativas de aumentos de los costes de los agentes económicos, renunciar a las políticas populistas comunistas (de topar y regular precios) y concentrar apoyos a los sectores más perjudicados por los aumentos de precios de las materias primas. El escenario actual exige decisiones de gran calado que el régimen debería valorar porque el modelo social comunista está agotado, obsoleto, y no podrá atender las exigencias del momento. Y ello puede aumentar la incertidumbre sobre la economía cubana, que ya de por sí es elevada, afectando su credibilidad internacional.

En serio: es un buen momento para tomar decisiones estructurales que el régimen sabe que más pronto que tarde, no tendrá otro remedio que adoptar.

 

 

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