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Una guerra en otros escenarios

 

Un mes después de que los militantes de Hamas llevaran a cabo su brutal ataque, la represalia militar de Israel continúa con una ofensiva terrestre cada vez más intensa sobre Gaza. Esta crisis geopolítica, tiene tanto alcance, en su impacto global, como la guerra por la invasión de Rusia a Ucrania.

Independientemente del resultado de esa ofensiva, Israel tendrá que hacer un examen serio, reconsiderando por completo su estrategia hacia el moribundo proceso de paz en Medio Oriente. Es que solo con observar la postura de Arabia Saudita, que estaba a punto de normalizar sus relaciones con Israel, es probable que partir de ahora exigirá algunas concesiones para los palestinos antes de seguir adelante. 

No cabe la menor duda que Israel tiene el derecho indiscutible a la legítima defensa. Pero existe el riesgo de que su desesperación por recuperar el control de la narrativa y preservar su posición política conduzca a mayores pérdidas en vidas inocentes. Pero más allá de lo que acontece en el campo de batalla, se puede observar que esa misma guerra, entre Israel y Hamas, se está desarrollando en otros escenarios, tan peligrosos como ese campo de batalla mismo: Naciones Unidas, el Derecho Internacional Humanitario y la opinión pública que no cesa de construir una narrativa que no favorece a Israel. 

El Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, denunció ante el Consejo de Seguridad las “violaciones claras del derecho humanitario» en Gaza y recordó que la brutalidad de los atentados perpetrados por Hamas el 7 de octubre, no justifica el castigo colectivo contra el pueblo palestino. Lo que nos podría indicar un giro de la posición complaciente que históricamente ha venido manteniendo las Naciones Unidas y no solo con el tema de la guerra, sino para con otras emergencias que se han presentado después de la posguerra. La importancia de esto radica en que esas palabras fueron pronunciadas por el funcionario de mayor jerarquía de esa institución. 

En esa intervención, el sr. Guterres también señalo que “en los últimos 56 años los palestinos han visto cómo su tierra era devorada sin cesar por los asentamientos y asolada por la violencia; su economía asfixiada; su población desplazada, y sus hogares demolidos”. “Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo”. 

Por supuesto que generaría una respuesta aireada de parte de Israel por intermedio de su representante permanente ante las Naciones Unidas, en la que solicito la renuncia del Secretario General de la ONU, e inmediatamente se suspendió los visados a aquellos funcionarios de la ONU que participarían en actividades de ayuda humanitaria en la region en conflicto.

 Vale señalar que el Secretario General Guterres solo expreso el panorama pasado, presente y futuro de esa region de Medio Oriente. Tengo la impresión de que la narrativa de Israel está perdiendo espacio en el mundo y eso se nota no solo en las manifestaciones en contra que diariamente se producen en casi todo el mundo, sino también en la enorme cantidad de artículos que diariamente publica la prensa internacional. 

Reitero, que no estamos a favor del atroz y criminal acto perpetrado por Hamas contra Israel. Entendemos el derecho a la defensa que tiene Israel para proteger, no solo la población, sino proteger al Estado de Israel, creado en 1948. También tenemos claro que Hamas no representa a los palestinos, ese grupo terrorista representa, mas, los intereses vinculados con el régimen de los ayatolas en Irán. 

El Derecho Internacional brinda un marco para analizar lo que está sucediendo, desde las atrocidades cometidas por Hamas hasta los devastadores ataques aéreos de Israel sobre la Franja de Gaza, así como la escases de alimentos, agua y combustibles, lo cual se está documentando. Así mismo se ocupa de limitar la guerra con las Convenciones de Ginebra, tratados cuyo contenido se encuentra en cuatro convenios y sus protocolos adicionales, para regular los conflictos armados por la vía del derecho humanitario, con el propósito de proteger a las víctimas. 

Originalmente fueron pensados para ejércitos regulares, pero hoy se considera que también incluye a los grupos armados irregulares y los grupos terroristas, ya que de otra manera los Derechos Humanos no podrían tener aplicación universal. 

En tal sentido, los cuatro convenios pactados en Suiza, en 1949 establecen que los civiles, los heridos y los prisioneros deben recibir un trato humano en tiempo de guerra. Prohíben el asesinato, la tortura, la toma de rehenes y los “tratos humillantes y degradantes”, y obligan a los combatientes a tratar a los enfermos y heridos del bando contrario. Las normas se aplican tanto a las guerras entre naciones como a los conflictos, como al tipo de conflictos que enfrenta a Israel y Hamás, en los que una de las partes no es un Estado. 

Es así como, de acuerdo con estos convenios y protocolos, Hamas también debe ser considerado el primer responsable de las muertes civiles en Gaza, toda vez que viola los convenios de Ginebra, ya que este grupo al ser gobierno en esa zona tiene el deber de proteger y remover a la población civil bajo su control, y siempre evitar localizar objetivos militares dentro de áreas densamente pobladas. 

Llama la atención otro deber que proviene de la cuarta convención que en su artículo 29 hace responsable a todas las partes de un conflicto en lo que al tratamiento de “personas protegidas “se refiere, es decir a los civiles. En otras palabras, el hecho de que los combatientes se refugien en túneles debajo de las casas, pero sin preocuparse de las personas que habitan esas casas, es también considerado como una violación de esa disposición. 

El creciente número de civiles muertos en Gaza, la toma de rehenes por parte de Hamas y la aparente incapacidad de los líderes mundiales para ponerse de acuerdo y desplegar alguna medida para proteger a los civiles plantean dos preguntas preocupantes: ¿en realidad sirve de algo el Derecho Internacional? o ¿es tan difícil aplicarlo? .

Ciertamente las leyes de la guerra no están diseñadas para impedir ataques, ni siquiera para prohibir todas las muertes de civiles. Más bien, establecen requisitos mínimos para una situación en la cual las normas morales de costumbre como por ejemplo: “No matar a otros seres humanos” ya se han suspendido y nuestras maneras habituales de resolver las desavenencias ya han fracasado. En términos prácticos, aunque sea muy triste decir, eso significa que los actos de guerra podrían ser horripilantes sin que necesariamente sean ilegales. 

Las leyes internacionales sí tienen importancia, pese a que, como todas las leyes, no siempre se respetan. Los crímenes de guerra pueden dañar la reputación internacional de un país y poner en peligro las alianzas a pesar de que los gobiernos sean asesorados en asuntos como la proporcionalidad. Aunque las reglas sean mínimas, estas son universales y se mantienen vigentes sin importar lo sucio que se torne una guerra. 

Las transgresiones de un bando no justifican las transgresiones del otro. Por ejemplo, es un crimen de guerra usar la presencia de civiles para proteger a un objetivo militar en particular de los ataques. Sin embargo, al parecer, Hamas actúa desde el interior de hospitales y de otros edificios de civiles como una manera de protegerse. No obstante lo anterior me surge otra pregunta: ¿independientemente de si uno de los involucrados en el conflicto bélico utiliza o no a los civiles como escudo, permanecería intacta la responsabilidad legal del otro Estado beligerante de proteger a esos civiles sigue siendo la misma? Que Hamás no sea Palestina ni representa a todos los palestinos, es una presunción asumida por la comunidad internacional. Sin embargo el castigo colectivo al que está sometido los 2,2 millones de palestinos que viven en Gaza va más allá del derecho a la legítima defensa. 

Su respuesta a los salvajes ataques de Hamas del 7 de octubre resulta desproporcionada. Vale señalar que en las últimas semanas, los palestinos no han recibido agua, electricidad, alimentos o medicinas. Una medida de asedio que no distingue entre culpables e inocentes. Los camiones con ayuda humanitaria que han conseguido entrar en Gaza desde Egipto suponen apenas una gota de agua en un océano de necesidades. Lo que está sucediendo con los civiles palestinos de Gaza no forma parte del derecho de Israel a defenderse tras el bárbaro ataque de Hamás. 

La condena de los actos terroristas que acabaron brutalmente con tantos civiles israelíes y la solidaridad con sus familiares y vecinos, en comprensible estado de shock, no permite cerrar los ojos sobre lo que está ocurriendo desde aquel día en la Franja. Me surge una nueva pregunta ¿en manos de quien está la responsabilidad de poner fin a esta situación? 

En lo que respecta a la proporcionalidad y, contrario a lo que algunos creen, la proporcionalidad no es igual a la ley del talión, aquella disposición bíblica del ojo por ojo y diente por diente, su significado es diametralmente distinto, ya que si se tratara de infligir el mismo daño que se recibió el 7 de octubre, se caería en el absurdo de pedir violaciones, desmembramiento de cadáveres y descabezamiento de niños, además de rehenes. Tan ilegítimo es el ataque de Hamás como la respuesta de Israel al ataque terrorista. La ayuda a la población civil afectada no es ni un arma de guerra ni un medio de negociación, facilitar el acceso a la ayuda humanitaria es obligatorio. 

Los dos bandos están acusados de crímenes de guerra. Y es que tanto los ataques de Hamás contra Israel del 7 de octubre como los bombardeos del ejército israelí sobre Gaza han causado ya miles de muertos, así como el traslado forzoso de población palestina y una vasta destrucción en la Franja. Las acusaciones de crímenes de guerra planean sobre ambos bandos: Hamás es considerado un grupo terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos y su asalto se centró en los civiles; contra Israel se acumulan las denuncias de que incumple las obligaciones previstas por el derecho internacional durante una guerra, con una respuesta desproporcionada en Gaza y muerte de civiles. 

Por lo pronto las Naciones Unidas Nueva York ya registra una víctima colateral de la guerra, el sr. Craig Mokhiber, Director de la oficina de Nueva York del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien renuncio debido a lo que él considera “el fracaso” de la organización para detener lo que calificó de “genocidio” contra la población palestina. Según él, la ONU no impidió el genocidio contra los tutsis, en Rwanda; los musulmanes bosnios; los yazidíes en el Kurdistán iraquí y los rohingyas en Myanmar. En su renuncia expreso: «Señor Alto Comisionado, estamos fracasando de nuevo». 

Esta dimisión de Mokhiber no solo revela, una vez más, las fisuras que atraviesan a la comunidad internacional sino también el papel secundario que juegan las organizaciones internacionales creadas en posguerra, en la toma decisiones en momentos como el que está atravesando una parte del mundo. El ex jurista del TPI, Garrido Muñoz indico: “EL Derecho Internacional Humanitario no impide una respuesta de Israel al ataque de Hamás, pero no puede ser desproporcionada y que mueran decenas o centenares de civiles”, así mismo añade: “Este es, seguramente, el conflicto más difícil del mundo, que plantea las preguntas más difíciles, pero eso no significa que no haya respuestas”. 

Lo que he querido dejar constancia es que esta guerra no es solo entre Israel y Hamas, sino que involucra a otros participantes: la ONU, el Derecho Internacional Humanitario, la opinión pública y por supuesto a los gobiernos de los países occidentales. 

Luis Velásquez

    Embajador

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