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Dilma profundiza su divorcio del PT y evita una ceremonia clave del partido

PT-AFP-PHOTO-CLAUDIO-REYES_CLAIMA20160227_0149_28La presidente Dilma Rousseff con su colega chilena Michelle Bachelet. La visita en Santiago sirvió para no participar del evento del PT AFP PHOTO/ CLAUDIO REYES

“No gobierno sólo para el PT sino para 204 millones de brasileños”. La frase, pronunciada ayer por Dilma Rousseff en una conferencia de prensa en Santiago de Chile, vino después de confirmarse algo que ya se presumía: el faltazo de la presidenta brasileña en la celebración de los 36 años del Partido de los Trabajadores, el pasado viernes por la noche en Río de Janeiro. Todo indica que se materializó la separación de almas, entre la jefa de Estado y su propia agrupación.

Esa divisoria de aguas, que Rousseff se encargó de remarcar ayer, refleja la distancia que ya estaba en curso desde inicios de este año. Por ejemplo, Dilma se negó a grabar una declaración en el programa de TV que transmitió su partido a principios de la semana. Algunos ministros de la presidenta le pidieron que estuviera en el cumpleaños del PT. Sería un gesto de apoyo al ex presidente Lula da Silva que ella se mostrara a su lado. Sobre todo ahora que hay una fuerte ofensiva policial y de fiscales por investigar vida y obra de su padrino político.

En su entorno, afirmaron que las razones de la desunión se deben a las posturas de la agrupación, y del propio Lula, sobre el rumbo que tiene la economía en esta segunda gestión presidencial. De hecho, las propuestas petistas para reactivar la economía difieren en forma sustantiva del plan económico ejecutado por la presidenta.  El corte de gastos, como el practicado hace apenas unos días por el ministro de Hacienda Nelson Barbosa –que eliminó de un tijeretazo 6.000 millones de dólares en partidas ya presupuestadas—no calza con el PT. Menos les gusta aún la reforma de la previsión social (jubilaciones) que promueven Rousseff y su colaborador, como forma de alinearse con las demandas de los mercados financieros, que pretenden superávit fiscal ya para este año.

 Para atenuar las divergencias que surgieron desde inicio del año, en el entorno presidencial afirman que se trata de una cuestión si se quiere temporaria. Es que este año hay elecciones municipales en todo el país y el PT no quiere una derrota estrepitosa, allí donde gobierna ciudades importantes. Esto estaría, en principio, en línea con otra declaración de Dilma de ayer por la tarde: “Un partido es un partido. Un gobierno es un gobierno” . No deja de ser curiosa la sentencia. Es más propia de quien está en el inicio de su primer mandato, que para aquel que va por el segundo.

La presidenta buscó atenuar el impacto de sus afirmaciones. Sostuvo que ella había avisado a la dirección partidaria que no llegaría a tiempo para la celebración de Río: “Les transmití que no comparecería”. Pero las contradicciones entre sus objetivos y los del PT no hacen más que aumentar por estos días: el tema previsional parece estar en el eje de la tormenta. Para la Central Unica de Trabajadores modificar la ley actual equivale a “cercenar” derechos laborales; aquellos que Dilma se había comprometido a preservar. Lo cierto es que ayer la jefa de Estado sostuvo que ella aguarda que tanto el PT como los demás partidos de la coalición oficialista “contribuyan” a la aprobación de la reforma. “Todos tendremos que trabajar un poco más de tiempo (lo que cambia será la edad para jubilarse cuando ya se tiene el tiempo de servicio). Es claro que eso es lo que asusta. Pero eso no será ahora ni mañana”. Aludió, luego, al aumento de la expectativa de vida “y los que trabajan tendrán que sustentar una parte mayor de la población”. En la misma línea, Rousseff defendió el ajuste fiscal. “Es esencial para que se cree un ambiente favorable a la inversión, con la inflación bajo control y un horizonte de expectativas positivas”.  

No fue un dato menor en el congelamiento de relaciones entre Ejecutivo y el principal partido de la coalición, lo ocurrido con Petrobras. A mediados de semana, el Senado le dio media sanción a un proyecto de ley, presentado por el senador José Serra del Partido Socialdemócrata (PSDB), que elimina la exclusividad concedida a la petrolera estatal de todos los yacimientos de la llamada pre-sal. Esa extensa capa de crudo, que se extiende por la plataforma continental brasileña, era la “niña mimada” de la empresa pública. Inclusive, la compañía empezó a deshacerse de activos en el exterior, para juntar el dinero requerido para la exploración petrolera. 

 

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