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Una bitácora cubana (VII)

 

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1) El próximo agosto se cumplen diez años del relevo político, que no generacional, de los Castro en el gobierno de Cuba. Ya los portavoces diversos del régimen, a una sola voz, entonan cánticos de alegría, aleluyas de todo tipo, cuando la realidad es que en lo fundamental todavía no se da la posibilidad de que por primera vez en más de medio siglo los cubanos seamos de nuevo considerados por el poder ciudadanos, y no meros sirvientes del Estado personalista castrista.

2) Diversas notas han aparecido y siguen apareciendo en los medios de comunicación sobre el tema. Por ejemplo, Marlene Azor Hernández, en Cuba Encuentro, hace un balance de los diez años, haciendo una pregunta inicial muy pertinente: ¿Por qué existe esta disparidad tan abismal sobre las percepciones de las políticas públicas del gobierno?

Un hecho fundamental es que los meros “cambios administrativos” (por ejemplo, en el campo), no rinden frutos. Se ha reducido en algo la burocracia, pero lo principal ha sido cambiar funcionarios “fidelistas” por “raulistas”. En eso se perdieron los primeros cinco años.

En los últimos cinco, se mantienen los cambios administrativos, los famosos Lineamientos son puestos a un lado, en su mayor parte letra muerta, y la burocracia coge nuevo impulso gracias a la creación de las OSDE,organismos intermedios entre los ministerios y las empresas de base que significa para la burocracia “un paso de avance en la descentralización en la economía” cuando en la práctica es la duplicación de la burocracia para crear nuevos “cuellos de botella” en la producción y comercialización de las empresas.”

Azor Hernández cita el comentario de un economista, Pavel Vidal, sobre el rendimiento agropecuario cubano, en comparación con el de Vietnam, donde las medidas liberalizadoras sí han dado frutos: “El crecimiento promedio anual del sector agropecuario cubano del año 2008 hasta el año 2014, según las cuentas nacionales de la ONEI, ha sido de apenas un 0,9 por ciento”. En contraste, las reformas en Vietnam arrojaron crecimientos significativos. Cito: “Vietnam, país referenciado en el Informe Central del VII Congreso, es un ejemplo donde las reformas de mercado resultaron favorables para la agricultura. El crecimiento promedio del sector agrícola vietnamita en los primeros siete años de transformaciones fue de 3,2 por ciento, luego se aceleró a 3,9 por ciento como promedio en la década de los noventa. Ello permitió incrementar las exportaciones, eliminar la libreta de racionamiento y mejorar los ingresos reales de las familias”. Vidal nos reseña “¿Cómo lo hizo Vietnam? Pues eliminó las restricciones para el acceso directo a los bienes de capital e insumos importados. La devaluación y unificación de las tasas de cambio, la eliminación de los monopolios estatales en el comercio externo y la flexibilización a las restricciones a la importación fueron la fórmula”. Tres medidas nos propone el autor:

  1. Se deja que inversionistas extranjeros y cubanos abran mercados mayoristas de insumos y bienes de capital para los agricultores y comercializadores. Deben ser varios y de diferentes tamaños, para lograr competencia. También pueden establecerse empresas mixtas con el Estado. Pero ninguno debe contar con poder de monopolio.
  2. Se permite que este mercado incluya crédito comercial para que los agricultores y comercializadores puedan pagar en plazos. Los bancos estatales también ofrecen crédito para comprar en estos mercados. Se le da también entrada en el experimento a los proyectos internacionales que desde hace años han manifestado interés en apoyar las micro-finanzas cubanas.
  3. Se establece un mecanismo cambiario para que las empresas que operen los mercados de insumos y bienes de capital puedan comprar dólares a la tasa de cambio de 24×1. Los dólares provendrían del ahorro que tendría el país por la sustitución de importación de alimentos y de las ventas a los turistas.

 

Lo central es lo profundamente negativo del balance de estos diez años. Tanto en lo económico, como en lo político, y ciertamente en materia de derechos humanos. Mientras, como destaca una muy ilustrativa nota de Yusimí Rodríguez López, en Diario de Cuba, la emigración cubana sigue en ascenso. Y no es, como dice el régimen, por causas exclusivamente económicas.

La motivación fundamental para los supuestos “cambios” ha sido la sombra creciente de la pérdida de la ayuda venezolana, con el gobierno de Maduro enfrentando no solo una crisis económica, sino en todos los otros frentes, y su popularidad cada día disminuyendo más en medio de un caos social creciente. Y el régimen castrista, no podrá sobrevivir gracias a ese supuesto impulso a la propiedad privada por “cuenta gotas”, o buscando fuentes de financiamiento derivadas de una presentación de Cuba como la nueva “boutique del Caribe”.

Ningún cambio en Cuba tiene relevancia primordial si no es, en su esencia, propósitos, medios y objetivos, sistémico. Es el sistema, con sus instituciones, el que está podrido, no sus partes; son sus motivaciones centrales, el núcleo de su valoración del hombre, donde está la falla mayor. Ya lo dijo Dagoberto Valdés: “el daño mayor causado al pueblo de Cuba ha sido el daño antropológico”. Al régimen no le interesa que nos reconozcamos entre nosotros, que nos respetemos en nuestra dignidad de personas humanas, que comprendamos que tenemos, frente al Estado, no solo deberes, sino derechos que deben ser respetados por todos, empezando por el propio régimen.

Por ello, celebramos una nota de Ariel Hidalgo, en El Nuevo Herald, recordando que se están celebrando los 40 años de la constitución de Comité Cubano Pro Derechos Humanos, y en la cual hace asimismo un balance del movimiento disidente que surgiera gracias a esos esfuerzos.

3) Ha sido tremendamente oportuna una nota de Pedro Campos, publicada en 14 ymedio, cuyo título lo dice todo: ¡A debatir sobre el futuro de Cuba!

Y es que, pasado con más pena que gloria el muy inmovilista VII Congreso del PCC, Granma ha publicado que muy pronto se iniciarán los debates de los documentos aprobados por el mismo relativos a la “la Concep­tua­li­za­ción del Modelo Económico y Social Cu­bano de De­sa­rrollo Socialista y el Plan Nacional de De­sa­rrollo Económico y Social hasta 2030”.

El articulista hace mención que el publicitado “debate” solo busca darle un maquillaje participativo a lo que no es otra cosa sino la continuación de la “visión estatalista, centralista y autoritaria que tiene la dirección del PCC sobre el socialismo”, visión que está claro que fracasó.

Destaca Campos la importancia de la metodología; no se puede debatir en un día, en una reunión o, como dice el autor, “media hora antes de la novela”.

Aquí viene lo que debemos todos exigir y apoyar: “El debate debe ser un amplio proceso de discusión nacional, horizontal, democrático e inclusivo, donde todos los cubanos puedan expresar y dar a conocer públicamente sus ideas sobre el futuro que desean y no únicamente lo que al respecto cree la dirección del PCC.

El debate que necesitamos debe ser reflejado diariamente en todos los órganos digitales del partido y en todos los sitios de internet posibles, de manera que todos sepamos los que otros están pensando y, además, poder opinar sobre lo que otros plantean, de manera que no sea un “debate” vertical más, donde suben y bajan los criterios sin horizontalidad.”

 Campos añade una serie de propuestas desde la visión del socialismo democrático que, por su importancia, cito en forma completa: “cinco puntos del programa mínimo de la Izquierda democrática cubana suscritos el 13 de marzo de 2015 por el Socialismo Participativo y Democrático (SPD), la Izquierda Democrática Socialista (IDS) y el Nuevo Proyecto Socialista (NPS), con la intención de que sean incorporados al debate si son compartidos.

 Proponemos estos cinco puntos con el objetivo de crear las condiciones para un rápido y efectivo crecimiento económico con justicia social y responsabilidad compartida por todos los cubanos, de dentro y de fuera, y de todas las visiones políticas, destinado a resolver en el corto y mediano plazos las acuciantes necesidades de la vida material y espiritual de todos los cubanos.

 

  1. Creación de un ambiente de distensión y concordia que lleve al establecimiento de un diálogo nacional inclusivo; al reconocimiento de las libertades fundamentales; a una nueva Constitución fruto de la creación y discusión colectivas y horizontal del pueblo cubano, aprobada luego en referendo; a una nueva Ley electoral democrática y al establecimiento de un Estado moderno de derecho con plena transparencia funcional e informativa, bajo control popular, con autonomías municipales, presupuestos participativos en los diferentes niveles y el sometimiento a referendo de las leyes que afecten a todos los ciudadanos. Es decir, una República Democrática humanista y solidaria, con plena justicia social, donde rijan integralmente los principios consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la que quepamos todos.
  2. Demanda de una nueva política económica, que partiendo de la aceptación de todas las formas de producción modernas, estimule preferentemente, con apoyo público y privado, el trabajo libre, de tipo autogestionario, individual o asociado (cuentapropista, cooperativista, mutualista, la cogestión obrera estatal y/o privada, y demás variantes), hacia el empoderamiento ciudadano de sus condiciones de existencia y reproducción, camino a la más amplia socialización de la propiedad y la apropiación de los resultados del trabajo, de manera que todos los ciudadanos disfruten de su propiedad individual o colectiva, sin interferencia de ningún tipo y sin hacer daño a terceros; resuelva los graves problemas de pobreza creciente que afrontan los jubilados, las madres solteras y los discapacitados, así como las demandas de los jóvenes. Particularmente, la generalización inmediata de internet como un derecho inalienable al desarrollo.
  3. Eliminación por ley, con efectos punibles, de cualquier tipo de discriminación por la forma de pensar, el color de la piel, sexo o preferencia sexual, religión, edad, origen regional, y demás exclusiones sociales.
  4. Integración del ser humano con el medio ambiente y el respeto y desarrollo de la biodiversidad y los ecosistemas, especialmente el uso de las energías renovables, el reciclaje de las materias primas y la sanidad ambiental, como conceptos integrados.
  5. Política internacional basada en el respeto al derecho internacional, la paz, la amistad y la cooperación con todos los pueblos y gobiernos del mundo y la solución de los conflictos internacionales por vía pacífica, excluyendo el uso de la violencia. Especialmente una integración efectiva con América Latina y el Caribe que beneficie a todos los pueblos del libre intercambio de comercio, movimiento de personas, bienes y capitales y una normalización de relaciones con EE UU, en igualdad de condiciones, que deje atrás la confrontación tradicional y todas sus negativas consecuencias.”

 

¿Tiene el régimen en verdad voluntad de diálogo y de cambio, de aceptar, más allá de los discursos de ocasión, que está dispuesto a rectificar? ¿Tiene la oposición al régimen, tanto dentro como fuera de Cuba la voluntad de verdadero diálogo como uno de los caminos reales de búsqueda de solución a los problemas nacionales?

La realidad histórica ha sido que desde 1989 segmentos importantes de la oposición sacaron la bandera del diálogo y el gobierno cubano ha desconocido totalmente la existencia de ninguna oposición y rechazado todo tipo de diálogo. El “diálogo” se convirtió en una mala palabra en el exilio durante años. El proceso de restablecimiento de relaciones EEUU-Cuba el 17 de Diciembre del 2014 que culmina con la visita del Presidente Obama a La Habana a mi juicio claramente establece que “la guerra fría ha terminado”, que la solución del problema cubano no es a través de Washington, DC sino solo a través de todos los cubanos. De ahí la necesidad del “DIALOGO” como política que sustituya la política de confrontación que sencillamente no tiene recursos para funcionar. Es en este contexto que el próximo 12 al 14 de Agosto la oposición cubana tendrá su segundo encuentro en Puerto Rico donde opositores de dentro y fuera de la isla tendremos la oportunidad de “dialogar” y contribuir de alguna forma al gran diálogo nacional, promoviendo un debate que nos involucre a todos los cubanos, sin distingos ni diferencias limitantes, que acepte que se debatan y publiciten propuestas como las señaladas arriba, así como muchas otras que generen los cada vez más diversos sectores de la sociedad cubana…..porque todos los caminos pueden llevarnos a Roma.

 

Marcelino Miyares, Miami, 23 de junio de 2016.

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