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Hazañas de traducción: Un traductor rojo, rojito

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Mucho se ha dicho de la descomunal mediocridad que impregna toda presencia o actuación -en cualquier ámbito- del llamado chavismo, el «Gran Polo Patriótico«, o de la «revolución roja-rojita».  En los territorios de la expresión verbal o escrita,  la tarea de comprobación de tal afirmación estaría más que satisfecha sólo con recordar las heridas casi mortales que Hugo Chávez primero, Nicolás Maduro ahorita, le han infligido a nuestra lengua castellana. 

Por cierto, la dirección de Twitter  «@JauaMiranda»,  de la cual puede leerse un mensaje arriba, le pertenece a Elías Jaua, actual diputado revolucionario, quien bajo la presidencia de Chávez fue Ministro de Relaciones Exteriores y Vicepresidente del país. 

Aquí compartimos un bocado calientico, salido de los fogones de una de las estaciones de TV oficialistas, «TVES», (aunque en verdad el nombre anuncia un chiste cruel: nadie, ni siquiera la familia del personal que labora en ella, pierde el tiempo viéndola). 

Veamos y oigamos un ejemplo impecable y ultramoderno de traducción simultánea: ocurrió en la reciente inauguración de los Juegos Olímpicos de Río, durante las muy burocráticas palabras de ese portento del olimpismo internacional, el actual presidente del cotarro, probablemente todavía cansado por la puesta de rodillas que realizó ante el autócrata Vladimir Putin, quien se salió con la suya y logró que sus muy bien preparados y motivados atletas participaran a pesar de los pesares. 

El señor afirmó lo siguiente:

«We are living in a world where selfishness is gaining ground». 

Lo cual sin necesidad de mucho esfuerzo puede traducirse como:

«Vivimos en un mundo donde el egoísmo está ganando terreno». 

Observemos en acción la imaginación de nuestro muy voluntarioso traductor revolucionario:

 

 

 

Podría uno preguntarse si esto no ha sido un desliz particular, a fin de cuentas una mala tarde la tiene cualquiera, según el dicho. Pero es que en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 ocurrió algo incluso peor. ¿Qué tienen en común Adolf Hitler y el nadador norteamericano Michael Phelps?

Veamos:

 

 

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