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A menos petróleo venezolano, peor para el régimen cubano

La actual disminución en el arribo de tanqueros procedentes del país sudamericano atenta directamente contra la existencia del sistema en Cuba

Vida diaria en Cuba

Imagen de unos vehículos que transitan por una calle en La Habana, Cuba, el 9 de julio de 2025. Foto: EFE/Ernesto Mastrascusa

 

Hace un cuarto de siglo, la firma de un acuerdo petrolero entre La Habana y Caracas apuntaló la sobrevivencia del modelo cubano. Tras el fin del subsidio soviético, Hugo Chávez suplió el vacío dejado por el Kremlin y pasó a ser el mayor mecenas del castrismo.

Sin embargo, aquel abultado apoyo, de unos 55 000 barriles de crudo diario (bpd), ha ido menguando con el tiempo. En junio de 2025, apenas llegaron a la Isla 8000 bpd. Con ese mínimo histórico, el nerviosismo se extiende en las altas esferas del régimen.

Si hace 25 años, la garantía de contar con petróleo de Venezuela frenó las tímidas reformas económicas emprendidas por Fidel Castro, la actual disminución en el arribo de tanqueros procedentes del país sudamericano atenta directamente contra la existencia del sistema.

En un momento de extrema fragilidad económica para la administración de Miguel Díaz-Canel y con un verano que ha comenzado ya con protestas populares puntuales, la falta de combustible erosiona incluso la capacidad de respuesta del aparato represivo.

No solo escasea la gasolina para mover las tropas de choque contra los manifestantes que, en barriadas como la de Guanabacoa en La Habana, han protagonizado, en los últimos días, cacerolazos contra los largos apagones. La propaganda política también se resiente con la falta de petróleo.

Los medios de prensa oficiales han recortado al mínimo sus coberturas en las calles, los voceros de la Plaza de la Revolución sufren también, a pesar de los privilegios, el efecto en las telecomunicaciones de los cortes eléctricos y hasta la policía se ve impedida de desplegar sus patrullas por toda la geografía cubana.

El régimen se vuelve más frágil

Un Gobierno obligado a mantener un ineficiente y extenso entramado de ministerios, instituciones y entidades oficiales se vuelve muy frágil cuando carece de los recursos para alimentar las redes de subvención y clientelismo que lo mantienen en pie. El déficit petrolero afecta su capacidad de respuesta, no solo para generar energía eléctrica, sino también para dar la batalla ideológica.

Hasta la impresionante tropa de ciber combatientes que hace unos años acosaba en las redes sociales a periodistas independientes y activistas se ha visto golpeada por la caída en los envíos venezolanos.

Poco queda de aquel enjambre de clarias, como se les llama popularmente en alusión a un pez que, como especie invasora, devora todos a su paso por los ríos cubanos. Entrenados en repetir consignas y en colapsar los foros en que se debaten temas de la Isla, los milicianos digitales han disminuido sus apariciones en la misma medida en que se vacían los tanques de reserva de crudo.

Por muchas prerrogativas que reciban, la crisis de combustible los golpea duramente. Las antenas de telecomunicaciones apagadas, los servidores de los medios oficiales caídos y los aires acondicionados de las oficinas ministeriales sin poder funcionar han reducido significativamente ese ejército de combatientes virtuales.

En el muro del Malecón, los habaneros se sientan cuando cae el sol para escapar del calor y buscan, con la mirada, alguna luz en el horizonte. Podría ser un buque cargado de combustible que venga a aliviar las penurias cotidianas. El mismo gesto, pero con mayor desesperación, se repite desde las ventanas ubicadas en las oficinas y las residencias de la alta cúpula cubana.

 

*Este artículo se publicó originalmente en Deutsche Welle (DW).

 

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