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Alejandro San Francisco: Proyecciones electorales y reconfiguración política

Existiría una situación exactamente inversa a la que predominó en la Convención: de haber una derecha que no tenía el tercio necesario para poder negociar o imponer un supuesto veto a determinadas normas, podría darse que la izquierda no obtenga los dos quintos necesarios para lo mismo.

 

 

Queda exactamente una semana para las elecciones de consejeros constituyentes. El próximo domingo 7 de mayo millones de personas –no sabemos cuántas exactamente– concurrirán nuevamente a las urnas para definir a sus 50 representantes, quienes tendrán el deber de continuar con el proceso de redacción de la nueva Carta Fundamental.

La campaña, como resulta obvio a esta altura, ha marchado en medio de la peligrosa indiferencia de la población, que se mezcla con la instalación de la delincuencia y la inseguridad como principales problemas ciudadanos.

De hecho, tanto las franjas de las diferentes listas como el discurso de los candidatos han abundado sobre estos temas, en tanto el espíritu refundacional que siguió a la revolución de octubre de 2019 y que hizo suyo la Convención constituyente ha quedado en el olvido, al menos desde el punto de vista electoral.

Como suele ocurrir en las distintas elecciones, cobran fuerza las encuestas, anuncios y proyecciones, que procuran anticipar resultados, sea en porcentajes o en escaños, en posibles cambios o mantención de tendencias, en el significado puntual o de largo alcance de los respectivos comicios.

Por otra parte, resulta evidente el interés de los candidatos por mostrarse ganadores en sus últimos aprontes, aunque dicha convicción a veces responda más al entusiasmo que a los datos de la realidad.

La primera consideración que es necesario tener en cuenta es que el 7 de mayo Chile tendrá un nuevo plebiscito sobre el gobierno del presidente Gabriel Boric. Así como el 62% de la población rechazó el 4 de septiembre pasado tanto la constitución de la Convención como la gestión del Ejecutivo, esta será una nueva oportunidad para medir el respaldo hacia los partidos de gobierno y proyecto que lidera Boric desde marzo de 2022.

El escenario no se advierte fácil, pero no es inédito: cada elección dentro de un período presidencial es una forma de evaluar al gobernante o a la coalición que dirige los destinos del país.

El primer análisis que se debe realizar el 7 de mayo es cómo quedará la configuración del nuevo órgano constituyente: el Consejo constitucional. Para ello lo más relevante estará dado no por los porcentajes que obtengan las diferentes fuerzas políticas, sino por la cantidad de consejeros que logren elegir.

Al respecto, durante mucho tiempo se habló de 25 representantes de las derechas y otros 25 de las izquierdas, en una clara continuidad con la composición del Senado. De hecho, ha sido la fórmula utilizada para definir el Comité designado por el Congreso y los partidos: 12 representantes de cada sectores, el 50% en cada caso, empate que beneficia a las fuerzas hoy representadas en el Congreso, que no necesariamente serán las mismas que logren las mayorías en los comicios del próximo domingo.

Sin embargo, distintos análisis advierten una tendencia hacia la derecha, que se materializaría en las elecciones y que permitiría a Chile Seguro (antes Chile Vamos) y a Republicanos llegar a contar incluso con 30 consejeros, aunque ello solo sea un pronóstico que requiere ser comprobado en la realidad.

Con esto existiría una situación exactamente inversa a la que predominó en la Convención: de haber una derecha que no tenía el tercio necesario para poder negociar o imponer un supuesto veto a determinadas normas, podría darse que la izquierda no obtenga los dos quintos necesarios para lo mismo.

El cambio en la opinión pública tiene diferentes explicaciones. Desde luego, ya no existe el fervor refundacional que acompañó a la revolución de octubre de 2019. Por otra parte, el sobregiro de la Convención y el extremismo de su proyecto constitucional despertaron en la ciudadanía un profundo rechazo a la idea de rehacer el país desde una “página en blanco”.

Además, es evidente que las preocupaciones ciudadanas han cambiado y la redacción de una constitución no se encuentra en los tres primeros lugares de la agenda, como ocurrió en noviembre de 2019. Por último, el gobierno de Gabriel Boric también despierta un ánimo mayoritario adverso, contrario a sus promesas tan rebeldes como contradictorias con la realidad.

El otro asunto que estará en juego el 7 de mayo es la continuidad de las fuerzas políticas o el cambio en la correlación de fuerzas, tanto a nivel nacional como al interior de los respectivos sectores políticos.

En la derecha parece claro que Republicanos pasará a ser el partido mayoritario no solo de la oposición, sino del país. Es difícil que Evopoli logre despegar, en tanto Renovación Nacional y la UDI tendrán que enfrentar su nueva realidad a partir de su nueva ubicación entre las colectividades o la eventual fusión de ellas.

Lo mismo ocurre dentro de la izquierda, donde se advierte la consolidación del Frente Amplio y el Partido Comunista, así como de sus socios actuales, el Partido Socialista, en tanto la antigua Concertación –reducida por la salida del PS– seguramente repetirá una tercera derrota histórica, que se sumará a las de los comicios de la Convención y a la elección parlamentaria de 2021.

El tema de fondo no es exclusivamente electoral, sino también político. Me parece que el proceso constituyente tiene en la actualidad profundas contradicciones internas. La primera es de tiempo, pues el mejor momento ya pasó, cuando estuvieron dadas todas las condiciones, pero el ensimismamiento de la Convención y la radicalización de sus posturas condujeron a un fracaso tan sonado como impensado.

La segunda complejidad se refiere al modelo seguido por este segundo proceso, que mostrará muy pronto discordancias entre la organización del Comité designado por el Congreso y el Consejo elegido por la ciudadanía. La tercera podría ser más grave y definitiva: la profunda contradicción que podría existir entre las fuerzas mayoritarias del Consejo.

En este último punto, ya se ha visto la presentación de numerosas indicaciones en el seno del Comité, y todo indica un interés expreso o tácito de levantar una alternativa a los acuerdos o bordes de entrada, así como la manifestación más abierta de las contradicciones doctrinarias o ideológicas que existen en Chile.

Esto se podría agudizar después del 7 de mayo, especialmente por la consolidación de dos fuerzas que han explicitado claramente las constituciones que se acercan a sus ideales o proyectos políticos: de parte del PS/PC/Frente Amplio, que apoyaron la derrotada propuesta de la Convención; por otra parte Republicanos, que se ha manifestado partidario de muchas de las instituciones contenidas en la actual carta fundamental. La contradicción es clara y en aspectos sustanciales.

El 4 de septiembre pasado al parecer nadie preveía el escenario electoral y político que se observa hoy. Por lo mismo, el análisis de la sociedad, la política y la nueva constitución debe hacerse sobre la base de nuevas categorías que –entre otras circunstancias– analicen la eventualidad de un fracaso del nuevo proceso constituyente.

 

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