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Beatriz Pineda Sansone: El hombre fuera de sí mismo

Existe un sentido del humanismo destacado por Sartre en su obra (El existencialismo es un humanismo, 1999), que subraya el enlace del carácter absoluto del compromiso libre por el cual cada hombre se realiza al plasmar un tipo de humanidad. Para el hombre es necesario estar en el mundo, trabajar en él, y ser en él mortal. Todos sus proyectos apuntan a la tentativa de franquear esos límites para ampliarlos, negarlos o para adaptarse a ellos. Por esta razón, todo ideal, por individual que sea, tiene un valor universal, en el sentido de que todo proyecto es comprensible para todo ser humano. Esto no significa que este proyecto defina al hombre para siempre, sino que puede ser re-encontrado. En este sentido, podemos decir que hay una universalidad del hombre, que no está dada, es construida perpetuamente. Al elegir construyo lo universal; lo construyo al comprender el proyecto de cualquier otro hombre, sea de esta época o de otra. Cuando hablamos de un cuadro de Picasso comprendemos perfectamente que Picasso se ha construido tal como es, al mismo tiempo que pintaba; que el conjunto de su obra se incorpora a su vida. Lo mismo ocurre en el plano de la moral. Entre el arte y la moral existe un común denominador: en ambos casos tenemos creación e invención. No podemos decir a priori lo que hay que hacer. El hombre se hace; no está todo hecho desde el principio, se crea al elegir su moral; la presión de las circunstancias es tal que no puede dejar de elegir una. Cada vez que el hombre elige su compromiso y su proyecto con toda sinceridad y con toda lucidez, es imposible hacerle cambiar. El hombre es siempre el mismo frente a una situación que varía y la elección es siempre una elección en una situación.

El hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre; persiguiendo fines trascendentales. No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. El hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano. A esto los existencialistas lo llamaron humanismo existencialista. Humanismo, porque no hay otro legislador que el mismo hombre y es en el desamparo donde decidirá sobre sí mismo. No es volviendo hacia sí mismo, sino buscando siempre fuera de sí un fin que representa una liberación, o una construcción particular, como el hombre se forjará precisamente en cuanto humano. Si el hombre ha reconocido que instaura valores en el desamparo no puede querer sino una cosa, la libertad como fundamento de todos los valores. Esto quiere decir que los actos de los hombres de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad como tal. Queremos la libertad por la libertad. Y al querer la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la nuestra. En cuanto hay compromiso, estoy obligado a querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin. La vida no es nada; nos corresponde darle un sentido, y el valor no es otra cosa que ese sentido que el hombre elige. El hombre posee existencia cuando es consciente de sí y del mundo que le rodea, cuando se hace a sí mismo a partir de sus elecciones libres. En este sentido el ser humano es el único ser con conciencia de su existir. Es aquí donde se aprecia la influencia del planteamiento cartesiano: Pienso luego existo.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

 

 

2 comentarios

  1. Es en la creacion en la que el hombre realiza su situacion en el mundo.En esa profundidad de sentimientos y de busqueda de la imagen que surge el arte para nutrirnos y hacernos sensibles en la transformacion del tiempo de la vida.Aprendemos creando nuevas realidades. Y somos un mensaje.Una palabra. Una musica. Un retrato. Una ilusion que nos transforma. Seren sensibles que con la creacion nos fortlecemos cambiando nuestras vidas comunicando y dejando huellas .

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