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Beatriz Pineda Sansone:   El pensamiento crítico creativo

La literatura nos brinda recursos para desarrollar el pensamiento crítico-creativo de los niños, de allí su carácter transformador. Tomamos en consideración que el ser humano es susceptible al cambio por ello nunca concluye su desarrollo. El árbol de jugar, narración escrita por Cósimo Mandrillo, nos permite establecer una conversación con la finalidad de desarrollar las habilidades de razonamiento y de pensamiento crítico creativo, es decir, el proceso de evaluar las ideas. Los niños deben entender por qué los pequeños del cuento se treparon al árbol, deben encontrar las razones por las cuales todos tomaron esa decisión de manera unánime y en silencio sin permitir que las amenazas de la autoridad los intimidara, y, luego, conectar esas razones.

Fomentar preguntas donde la lógica y la ética estén presentes:

¿Por qué se subieron al árbol los niños si se les pidió que desocuparan la plaza? ¿Qué pasará si todos desobedecemos de esa manera? ¿Qué relación existe entre el árbol de este pueblo y sus habitantes, por un lado, y el árbol de un terreno vacío? ¿Qué consecuencias pueden tener nuestros actos? ¿Qué pasaría si se tumbaran los árboles de los pueblos esgrimiendo razones de progreso antes que razones afectivas? ¿En qué consiste el progreso?

Con esta práctica el niño puede vislumbrar las implicaciones del hecho, también puede evaluar las ideas, cuestionarlas, plantear problemas, ofrecer soluciones, etc.

Subir al árbol de la plaza para protegerlo e impedir que lo talaran constituye un ejemplo de pensamiento y de actuación crítico-creativo que connota una visión de conjunto e interés por el sentido. Cuando somos capaces de pensar por nosotros mismos de manera crítica creativa, guiados por un cuento literario, tenemos la oportunidad de transformar nuestro entorno.

La ley sobre los deberes y derechos de los niños, decretada por el Presidente venezolano Rafael Caldera en octubre de 1998, expresa que “los niños deben exigir su derecho a ser tratados como seres pensantes, no como objetos”. La misma ley defiende “que son capaces de opinar, de expresarse, de defenderse y de participar en la construcción de la sociedad y de su vida privada”. Pero de qué forma puede participar un niño o joven en la construcción de la sociedad si se encuentra al margen de ella, sencillamente, porque no lee; porque no se han estimulado sus hábitos lectores, tampoco el pensamiento crítico-creativo. Este reto deben planteárselo los directores de escuelas, los docentes y los padres y representantes. Ya basta de considerar a los niños como seres bobalicones. A los niños de hoy, desde los cinco años, antes que nada, se les debe enseñar a pensar, a preguntar, a investigar, a tomar decisiones y a crear, sólo así podremos transformar la realidad.

 

 

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