Castrismo: ‘solo es verdad lo que me es útil’
La manipulación de la información y la mentira institucionalizada para anestesiar y controlar a las «masas» son los pilares de la cultura castrista, entronizada por el mitómano Fidel Castro hace 60 años, piedra angular en la que se afinca la propaganda política-ideológica del régimen.
Los fundamentos de esta cultura «revolucionaria» emanaron de la filosofía de uno de los padres del cinismo pragmático, el estadounidense William James, quien resumía su universo propio de esta manera: «solo es verdad lo que me es útil».
Para los Castro y su claque, si algo es mentira, pero conveniente para la «revolución», entonces resulta verdad. Y viceversa. Por eso el administrador del régimen, Miguel Díaz-Canel, al admitir recientemente al fin que el país vive «tiempos difíciles», culpó de ello a «las nuevas medidas de Estados Unidos, la persecución financiera y el recrudecimiento del bloqueo».
Su ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz, no se quedó atrás. Afirmó a medios cubanos y extranjeros que el «recrudecimiento del bloqueo de EEUU» y la creciente presencia de «acaparadores» son las causas de la escasez que ha llevado a racionar otra vez los alimentos y productos de aseo e higiene que estaban en venta libre. Y remató diciendo que se trata de una medida de carácter «temporal» para una «distribución más equitativa».
Ambos repitieron lo mismo que 56 años atrás dijo Fidel Castro, cuando tras derrumbar la producción de alimentos con la sovietización de la agricultura, implantó una cartilla de racionamiento que, aún vigente, es la más longeva de la historia moderna en tiempos de paz, junto con la que existe en Corea del Norte, donde en 1990 una hambruna mató a tres millones de ciudadanos.
Luego de seis décadas, resulta que la «libreta», lejos de irse a descansar a un museo, cobra inusitados bríos. Vuelven a sus gastadas páginas los huevos, el pollo, aceite, leche, harina, arroz, frijoles, pastas, salchichas, pan y carnes; jabón, detergente y otros artículos de consumo.
Mienten sin pudor
Díaz-Canel y Betsy Díaz mienten sin pudor. El nuevo «período especial« tiene dos causas básicas: 1) el modelo económico comunista centralizado y estalinista, incapaz de generar riquezas y de proveer de alimentos y satisfacer las necesidad básicas de los cubanos, y 2) la reducción de subsidios y de petróleo desde Venezuela y la consecuente falta de divisas para importar alimentos.
Ambos, Díaz-Canel y Díaz, falsean la realidad, porque todavía las medidas tomadas por el Gobierno de Donald Trump no han afectado a Cuba, y algunas de las que más impacto podrían tener no han entrado en vigor. Aún no se ha eliminado ninguna de las 12 categorías creadas por el Gobierno de Barack Obama para que los estadounidenses hagan turismo disfrazado en Cuba. Y lo que ocurre ahora mismo es que el flujo de estadounidenses hacia la Isla crece como la espuma. Muchos van en cruceros y no gastan mucho dinero allí, pero gastan.
El propio Ministerio de Turismo (MINTUR) reveló que entre enero y abril de 2019 viajaron a la isla 257.000 estadounidenses, para un incremento de un 93% con respecto a 2018. El ministerio reconoció por primera vez que EEUU es el segundo emisor de turistas a Cuba, solo superado por Canadá, y enfatizó: «el turismo estadounidense sigue prefiriendo el destino Cuba».
El canciller, Bruno Rodríguez, en la Mesa Redonda de la televisión, informó jubiloso que en 2018 viajaron a Cuba 639.000 estadounidenses, casi el doble que en 2016, el último año de Obama (289.000 visitantes). Si a estos se le agregan los 521.000 cubanos residentes en EEUU que viajaron al país de origen en 2018, resulta que desde el vecino del Norte se desplazaron a la Isla 1.1 millones de turistas.
Por otra parte, del nuevo límite de 1.000 dólares trimestrales para enviar remeses desde EEUU, basta decir que equivalen a 333 dólares mensuales, once veces el salario promedio en Cuba; o sea, 8.000 pesos cubanos al mes. Nadie en la Isla gana eso.
Los cuentapropistas no están incluidos en el embargo
Sí pueden afectarse los cuentapropistas que reciben desde EEUU remesas superiores para financiar sus negocios. Pero es clave que esos emprendedores sepan que ellos no están incluidos en la Ley Helms-Burton. Ellos sí pueden recibir financiamiento directo desde EEUU y exportar e importar hacia y desde ese país. La Ley Helms-Burton no atañe a los negocios privados en la Isla. Es Raúl Castro quien les impide comerciar con EEUU. Por tanto, es al dictador de Cuba, no al presidente de otro país, a quienes deben reclamar sus derechos.
En cuanto a la crisis energética, si bien Washington ha tomado medidas para evitar que Cuba reciba petróleo de Venezuela, lo cierto es que lo sigue recibiendo mediante trucos apoyados por Moscú y Pekín, que incluyen el traspaso de crudo venezolano en alta mar a buques tanques no sancionados por EEUU, que van a la Isla. Ciertamente, el país recibe ahora menos combustible, pero esto es debido al descalabro de la industria petrolera venezolana, que gracias al castro-chavismo produce hoy 67% menos petróleo que en 1998.
Paralelamente, otra ministra, Iris Quiñones Rojas, de la Industria Alimentaria, reveló que antes de finalizar mayo se van a producir «alimentos experimentales» con «materias primas alternativas». Por ejemplo, se elaborarán croquetas y hamburguesas de arroz, aceite de maní, harina de arroz, etc.
Ello recuerda a los años 90, cuando el suministro estatal de «masa cárnica» sin carne, «picadillo extendido» o «texturizado» con soya, yogurt de soya, Cerelac y otros, competían con los caseros bistec de toronja, picadillo de cáscara de naranja, hamburguesas de cáscara de plátanos, picadillo de gofio. Aquellos sustitutos de la carne para engañar al estómago no tenían valor alimenticio, sabían muy mal y despedían peor olor.
Fue por eso que entre 1991 y 1995 cada cubano adulto en la Isla perdió de un 5% a un 25% de su peso corporal. El consumo per cápita de calorías cayó de 2,845 kilocalorías diarias en 1989 a 1,863 kilocalorías diarias en 1994. El mínimo recomendado por los médicos es de 2,100 a 2,300 calorías.
Debido a la desnutrición, entre 1991 y 1997 azotó a Cuba una epidemia de neuritis óptica y de polineuropatía periférica. Algunos afectados, no llegaron nunca a recobrar del todo su visión.
La crisis sí será grave
Estos pasajes grabados en la memoria popular angustian hoy nuevamente a muchos. Saben que se va a repetir la historia. Está comenzando otra crisis que pese a los argumentos atenuantes de algunos economistas, sí será tan dramática como la de los años 90.
Lo será porque aún si en términos económicos no fuese tan grave —dada la llegada a Cuba de divisas desde EE.UU, vía remesas, paquetes, y turismo—, en lo social y político será peor, pues se habrán evaporado las poquísimas esperanzas de un futuro mejor. Los cubanos están cada vez más cansados y descreídos, sobre todo los jóvenes. Para los que nacieron en los 90 y ahora tienen casi 30 años nunca salió el sol. Son ya muchos años de privaciones y oyendo siempre el mismo discurso.
En fin, por mucho que Raúl Castro y su claque gobernante se empeñen en presentar lo negro como blanco, todos en la Isla saben que el nuevo «período especial» es un resultado natural de la parasitaria economía cubana. Incapaz de sustentarse a sí misma, al desplomarse su mecenas «paganini»,se hunde junto con él. Y se eterniza la «libreta».