Con amigos como estos, la suerte de Cuba está echada
Cuba está en condiciones deplorables gracias a un sistema incapaz de renovarse, y también por culpa de agentes de opinión que no reconocen la barbarie provocada por el régimen cubano
LA HABANA, Cuba. – El bloguero español Paco Nadal contó en el diario El País que estuvo de visita en Cuba, donde su experiencia habría sido tan buena que recomienda a los españoles viajar a la Isla; en primer lugar, porque si bien los cubanos sufren privaciones de todo tipo, el turista no se entera de la escasez; en segundo lugar, porque, según él, si no vienen turistas la situación se pondrá peor.
Entre otras lindezas, el español asegura que el Gobierno cubano se está esforzando mucho por que los visitantes foráneos no se den cuenta de la crisis, y lo dice como si fuera un mérito tremendo. A Paco Nadal y otros, que juegan a la crítica sin dejar de hacerle favores al régimen, hay que recordarles que el único esfuerzo lo está haciendo el pueblo cubano, aunque no voluntariamente.
El régimen de Miguel Díaz-Canel no ha preguntado a los cubanos si prefieren que los pocos productos agrícolas y la poca carne que se producen en el país, vayan a parar a las mesas de los hoteles a cambio de darle dólares, o euros, a una dictadura militar que no invierte un peso en mejorar la calidad de vida de la población. Nadie ha preguntado a los cubanos si prefieren que se invierta dinero en autos de renta para el turismo, en vez de comprar ambulancias para que existan, al menos, dos vehículos bien equipados en cada hospital del país.
Paco Nadal, quien es, al parecer, un experto en el tema Cuba, debería saber que la única forma que tienen los turistas de ayudar al cubano de a pie es hospedándose en casas de renta, cosa que el Gobierno procura evitar, valiéndose precisamente de la escasez y de la asfixia económica al sector privado, para acaparar la mayor cantidad posible de visitantes extranjeros y que toda la moneda fuerte vaya a parar a sus arcas.
Los restaurantes, paladares y hostales que han logrado sobrevivir a la pandemia, el desabastecimiento, el éxodo y el azote estatal contra los emprendedores, en muchos casos pertenecen a cubanos enchufados con el régimen; por tanto, representan una vía más para que las divisas terminen en el mismo lugar.
No pocos insulares están considerando ahora mismo cerrar sus negocios porque entre la inflación, los apagones y la crisis con el combustible, estos les están generando más perdidas que beneficios. La gente no tiene dinero y el transporte privado es cada día más caro, incluso para los turistas.
Paco Nadal omite, o ignora, que no en todos los hoteles el régimen ha logrado disponer de lo necesario para enmascarar la crisis. Lo único que falta no es el chorizo, y de ello dan fe las opiniones de visitantes que se han hospedado en instalaciones de cuatro y cinco estrellas durante este mes de abril.
La calidad de los bienes y servicios que se ofrecen a los viajeros ha decaído mucho. El turista que venga a La Habana tiene que hacer colas enormes para sacar dinero del único cajero automático que funciona en un radio de dos kilómetros o ponerle gasolina al auto rentado.
A Paco Nadal solo le faltó pedir a sus compatriotas tener paciencia y ofrecer buenamente sus ahorros vacacionales a cambio de lo que pueda tocarles en la Cuba del “no hay”, como si el sacrificio de los españoles pudiera modificar la miseria en que sobreviven los cubanos.
Sepan los peninsulares que nada ganamos si ellos vienen, así que no nos hagan el favor, porque la dictadura no invertirá un solo euro en nuestros campos, hospitales, viviendas, recursos hidráulicos, carreteras ni termoeléctricas. Los cubanos no saben ―Paco Nadal tampoco― en qué se ha gastado el dinero recaudado por la industria turística. Antes de 2019 los ingresos generados por ese sector fueron multimillonarios, pero toda Cuba estaba en crisis, con severos problemas de infraestructura.
Los comunistas siempre culpan a alguien más, o a factores externos, por las desgracias que ellos mismos generan; pero todos los cubanos saben que la administración Trump, la pandemia y la guerra en Ucrania ―queCuba apoya, por cierto― solo hicieron que saliera a flote la ruina acumulada a lo largo de seis décadas de pésima gobernanza. No hay margen para el engaño; lo único que funciona en Cuba es la represión y la propaganda de cara a la opinión internacional.
Si los españoles quieren venir porque les apetece, están en su derecho, pero no porque un bloguero les haya hecho creer que la recuperación de Cuba depende de su dinero. Cuba necesita muchas cosas, es cierto, pero, ante todo, le urge libertad y respeto a los derechos civiles.
Ningún español permitiría que su gobierno lo obligara a pasar hambre mientras mantiene bien alimentados a los turistas y los ministros engordan como animales de ceba; ni que el sistema de salud, debilitado por años de desidia, colapsara en plena pandemia mientras un altísimo porcentaje del presupuesto era destinado a la construcción de hoteles y demás infraestructuras para el disfrute de los extranjeros.
Cuba está en condiciones deplorables gracias a un sistema incapaz de renovarse, y también por culpa de agentes de opinión como Paco Nadal, que no reconoce la barbarie provocada por el régimen cubano, pero presta su blog para gestionarle divisas. Con amigos como él, la suerte de Cuba está echada.