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Cuba: cambio de tirano, mismo régimen

Raúl Castro se dispone a ceder el testigo sin modificar un ápice la dictadura que gobierna la isla desde hace casi 60 años. El favorito a sucesor, Miguel Díaz-Canel, apenas despierta esperanzas de apertura democrática

El Consejo de Estado cubano ha adelantado a este miércoles, un día antes de lo previsto, la apertura de la Asamblea Nacional en la que se adoptará la histórica decisión de nombrar al sucesor de Raúl Castro, de 86 años. Salvo sorpresas, por primera vez en cerca de 60 años se elegirá como presidente de la república comunista a alguien ajeno a la familia Castro. El favorito es el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, que, al contrario que la vieja guardia militar del régimen, no participó en el célebre asalto del cuartel Moncada de 1953 ni combatió en Sierra Maestra.

Nacido en 1960, después de la revolución, Díaz-Canel no ha conocido otra cosa que el castrismo. Oriundo de la provincia de Villa Clara, en la región central de la isla, es ingeniero en Electrónica y ha ejercido como profesor universitario. Fue escalando posiciones primero en el aparato del Partido Comunista de Cuba desde su organización juvenil hasta el Buró Político, al que se incorporó en 2003. Fue ministro de Educación Superior entre 2009 y 2012, cuando se convirtió en vicepresidente del Consejo de Ministros. Ocupa el cargo de primer vicepresidente desde 2013.

De su biografía se ha destacado el apoyo que dio en su día en la ciudad de Santa Clara a un centro cultural que acogía espectáculos de travestismo.

Pese a la inminencia de tan señalado momento, el relevo en la presidencia se vive con apatía general en la isla, dadas las escasas esperanzas de que este hecho propicie algún cambio significativo en la dictadura que lleva gobernando al pueblo cubano desde el triunfo de la revolución de la mano de Fidel Castro el 1 de enero de 1959. Según 14ymedio.com, una página web crítica con el régimen, «la sensación que se percibe en la calle, además de las conversaciones entre amigos y familiares, es que todo va a seguir como hasta ahora».

El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, dejó claro en la reciente VIII Cumbre de las Américas, celebrada en Lima, que, pese al deshielo en las relaciones con Estados Unidos iniciado en 2014, la isla no cederá «ni un milímetro» en sus principios, una declaración que apunta una vez más al inmovilismo político del régimen, que en los últimos años únicamente ha entreabierto la mano en lo económico para permitir el funcionamiento de algunos negocios privados.

Tanto las elecciones municipales de 2017 como las del pasado 11 de marzo a la Asamblea Nacional, un mero simulacro para ratificar a los 605 candidatos escogidos a dedo previamente por la jerarquía castrista, demostraron de nuevo la ausencia de democracia en un país donde el Partido Comunista de Cuba es el único autorizado.

La falta de libertades y la persecución de los disidentes políticos sigue siendo una constante. Solo en el pasado mes de marzo, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) registró 340 detenciones arbitrarias, mientras que el año 2017 se saldó con 4.821, así como con un centenar de presos políticos. En su último informe, esta organización con sede en España apunta que el gobierno cubano «ha intensificado su represión en contra de grupos de la sociedad civil y de la oposición pacífica, especialmente en contra de las Damas de Blanco, a quienes todas las semanas reprime cuando intentan participar en la misa dominical y en otras actividades».

La policía política cubana impidió este fin de semana una concentración de disidentes en la zona de Centro Habana organizada para reclamar «un cambio de sistema, no de tiranos», según informó Martí Noticias, medio financiado por el gobierno de EE.UU. y creado para burlar la censura del régimen. «Desde las cuatro de la mañana estoy sitiado por los esbirros de los Castro», denunciaba Manuel Velázquez Licea desde el municipio de Batabanó, en la provincia de Mayabeque.

Demanda de elecciones libres

Los ex jefes de Estado y de Gobierno integrados en la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) denunciaron con ocasión de la Cumbre de las Américas de Lima la violación «sistemática» de los derechos civiles y políticos de los cubanos y pidieron «no reconocer a los nuevos delegados de la Asamblea, al nuevo Consejo de Estado ni a su presidente por no representar ellos la voluntad popular sin ser la expresión de una manifestación libre y democrática por parte de ésta». Reclamaron, en cambio, «elecciones libres, justas y plurales».

Aministía Internacional (AI) señaló este lunes que el fin del mandato de Raúl Castro debe suponer «el anuncio de una nueva era» para los derechos humanos en la isla. Para AI, el relevo en la presidencia se presenta como una «oportunidad histórica» para «entablar un diálogo esencial y constructivo sobre el futuro de Cuba», informa Efe.

Esta organización, que tiene vetada la entrada en el país caribeño desde hace casi 30 años, defendió desde Londres que Cuba «debe abordar las restricciones que persisten sobre el derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica».

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