Días 59 al 61: Aniversario en medio de la pandemia
Hacemos periodismo independiente desde la anomalía y eso nos preparó -sin saberlo- para este momento de crisis
Este jueves me levanté antes de que sonara el despertador. Hay días en que cuesta sacar el cuerpo de la cama, pero salí como un resorte y puse de inmediato a colar el café. No todos los días se celebra el sexto cumpleaños de un hijo, especialmente si éste, en lugar de rostro, tiene portada; en el sitio de los dientes le crecen titulares y a manera de osamenta lo sostienen notas y reportajes.
Estamos en medio de una pandemia y no hay muchos recursos ni motivos para celebrar, pero siento que el diario 14ymedio, que hoy arriba a su sexto aniversario, siempre ha estado bregando en la emergencia. Hacemos periodismo independiente desde la anomalía y eso nos preparó -sin saberlo- para este momento de crisis. Lo que parecía entonces un muro de desventajas, ayudó a convertir este medio en un obstinado sobreviviente.
El primer susto que nos dio la «criatura» ocurrió el mismo día de su nacimiento, el 21 de mayo de 2014. Nada más salir al aire, comprobamos que el oficialismo cubano había bloqueado nuestro sitio en los servidores nacionales. Pero como a cada mal se le puede encontrar vacuna o remedio, supimos que los lectores dentro de la Isla iban a hallar sus propios caminos para acceder a nuestras páginas, fuera con proxies anónimos o VPN.
El «bebé» tuvo otros tropiezos. Amenazas, citaciones policiales a los reporteros, prohibiciones de viaje para varios colaboradores y el aguacero intenso de las campañas de difamación sobre su tierna piel. Hubo momentos en que apenas pudo respirar por la falta de acceso a internet, los altos precios de las conexiones y las dificultades para que redactores, colaboradores y editores pudieran comunicarse fluidamente.
Hubo momentos en que apenas pudo respirar por la falta de acceso a internet, los altos precios de las conexiones y las dificultades para que redactores, colaboradores y editores pudieran comunicarse fluidamente
Tuvo rubéola, paperas y hasta sarampión. Males que no solo se originaron por la represión y la falta de libertad de prensa en Cuba, sino también por el temor de las fuentes a brindar testimonio ante las posibles represalias, los intentos de algunos de convertirnos en el «órgano oficial» de alguna tendencia o grupo y la falta de constancia en el trabajo que lastró a algunos que se acercaron llenos de entusiasmo en un primer momento.
El sonido de la cafetera me hace regresar a este jueves. Preparo una taza amarga y en lugar de revisar una caja de fotos del primer diente caído, de la visita al zoológico o de la velita soplada, repaso las publicaciones más emocionantes. Aquellas con las que obligamos a los medios oficiales a reconocer una realidad que antes hubieran barrido bajo la alfombra; las primicias; las palabras de ánimo de los lectores y las críticas.
Miro la pantalla de la laptop, doy unos breves clic. Siento que le ajusto la camisa con la que saldrá allá afuera a brillar por sí mismo, a defenderse solo y a labrarse su propio nombre. Estoy nerviosa, no lo niego, así que doy otro trago al café amargo para esconder la ansiedad. Lo miro y puedo detectar en cada uno de sus detalles la obra de los colegas, periodistas y editores que han moldeado su forma y su personalidad.
Tocan a la puerta y me sacan del repaso mental. Es una vecina que viene a decirme que hoy es el último día para comprar los huevos del mercado racionado y que la cola es pequeña. Tomo la mascarilla, bajo corriendo las escaleras y regreso un rato después con cara de alivio. «Ahora sí vamos a poder hacer un cake para el cumpleaños».