ECONOMÍA CHAVISTA: CRÓNICA DE UN PROCESO DE DESTRUCCIÓN Y DE DEBACLE NACIONAL
En esta Segunda Parte, continuación del análisis que presentáramos en un documento titulado «2015: VENEZUELA EN LA ENCRUCIJADA», exploraremos la acción económica del Régimen Bolivariano que hoy produce angustia, rechazo, indignación y temor en la inmensa mayoría de la población.
Actitudes que la población toma con relación a la acción económica del Gobierno Bolivariano, justificadamente emotivas y existenciales, y que son respuestas, tanto personales como comunitarias, con las cuales el pueblo expresa su radical rechazo a las manifestaciones objetivas de la crisis económico-social que el régimen chavista ha arrojado sobre la República, y que poseen un trasfondo valorativo y ético que trasciende el hecho económico. Ello es así porque el régimen nunca ha tomado en cuenta el hecho esencial de que las instituciones económicas no pueden funcionar aisladas del entorno social y cultural donde pretenden actuar, de los seres humanos de carne y hueso, con sus deseos, ambiciones, expectativas, experiencias y capacidades. Olvida asimismo que un orden económico basado en la Constitución de 1999 debe ser necesariamente libre y descentralizado, promotor de la competencia y del pluralismo, nunca centrado prioritariamente en el Estado.
El régimen chavista ha usado, con evidente criterio oportunista, un lenguaje con tintes “humanistas” a la hora de tratar de explicar sus propósitos económicos. Ha afirmado con cinismo que sus políticas tienen al ser humano como centro. Pero ha sido solo una grosera manipulación. La persona debe ser, claramente, el origen y el objetivo de todos los procesos sociales, incluyendo a los económicos; pero no para hacerla crecientemente dependiente de un Estado paternalista, sino para convertirla en un ser cada vez más autónomo. Una prueba concreta de un avance económico centrado en valores es, claramente, que el ciudadano paulatinamente dependa menos del Estado y que, en su libre desempeño, maneje sus actuaciones económicas guiado por los principios de libertad, responsabilidad y solidaridad.
Dicha actividad económica, dentro de un orden social democrático y centrado en la persona humana, debe por ende partir del respeto de valores sociales fundamentales, como la protección de la dignidad de cada ciudadano, combinando la libre iniciativa con el progreso social.
I
Pasamos a examinar, en primer lugar, cómo la crisis generada por la acción económica chavista se manifiesta a nivel socioeconómico. En segundo lugar, analizaremos cronológicamente la evolución de la crisis, e intentaremos cuantificar los enormes recursos de los cuales dispuso el Régimen Bolivariano durante este periodo que abarca ya más de una década y media.
En el aspecto socio económico la crisis se manifiesta en un agudo desequilibrio social constituido por un conjunto de elementos tales como escasez, desabastecimiento, proliferación de colas farragosas e interminables que sugieren un total desprecio por los consumidores; alzas meteóricas en las listas de precios; aumento sostenido en el costo de adquisición de la canasta alimentaria; pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional; aguda disminución del salario en términos reales; desaparición de puestos de trabajo en el sector moderno y expansión acelerada del sector informal; tendencia hacia la depauperación de la clase media; crecimiento súbito de la pobreza y de la pobreza crítica.
En ese sentido, pensamos que es posible arribar a las siguientes conclusiones:
- La economía de Venezuela ha entrado en una fase recesiva aguda; en realidad, ya ha acumulado ocho trimestres seguidos de contracción del PIB y durante los años 2013 y 2014 las cifras de crecimiento son negativas y considerablemente altas, respectivamente -4,3% y -7%.
- Si relacionamos las cifras del crecimiento inter anual del PIB con las que corresponden a la tasa de inflación (las que consignaremos unos párrafos más adelante), entonces no hay duda de que la economía del país ha entrado francamente en una etapa de decrecimiento sustancial del PIB con aceleración inflacionaria; esta etapa es aún más severa que la fase económica que denominamos estanflación.
- Por su propia importancia en el sector moderno, conviene señalar que el sector de la manufactura va por un camino claramente descendente y, asimismo, recesivo. El comportamiento de esta variable se explica dada la política de cerco al sector industrial privado que el Régimen Bolivariano ha puesto en marcha, en particular desde el año 2007 y que se refleja en una producción interna de manufacturas cada vez menor.
El chavismo económico nunca ha aceptado que la economía libre es la única que permite los niveles de cooperación, de información compartida, de coordinación de actividades y de desarrollo de la confianza necesarios entre los agentes económicos para un funcionamiento exitoso del complejo tejido económico actual. Sus resultados están a la vista de todos.
En lo relacionado con las variables macroeconómicas, la política del Régimen Bolivariano ha producido una enorme desolación; por todos lados se observa el caos y desajuste extremo. Las variables básicas están sometidas a un agudo desequilibrio.
Un hecho fundamental es el déficit fiscal de los últimos años de gestión del Régimen Bolivariano. He aquí el resultado de la gestión fiscal del periodo 2012-2014:
Fuente. Ministerio de Finanzas. Cálculos y presentación propios.
Los déficits fiscales criollos son quizá los más altos que se hayan producido, en cualquier nación, en época reciente. Para Venezuela, el déficit fiscal estimado para el año 2014 llega a 19% del PIB; si comparamos esta cifra con un déficit del 6,3% del PIB que presentó Venezuela en 1998 puede verse cuan desastrosa ha sido la política fiscal del Régimen Bolivariano. Compárese este déficit con el de Grecia, el cual aun en medio de la más severa crisis económica, de los acuerdos de ajuste estructural y de las tensiones crecientes con la Unión Europea, nunca ha llegado, ni de lejos, a las catastróficas cifras que la gestión fiscal deficitaria del Gobierno Bolivariano ha conseguido en nuestro país.
El Régimen ha tratado de enjugar ese enorme déficit fiscal de diversas maneras. Su primera decisión, tomada hará ya una década, fue aumentar el endeudamiento público tanto interno como externo.
Fuente: BCV. Cálculos y presentación propios de los autores.
De este gráfico se pueden extraer algunas importantes conclusiones:
- La República Civil tardó cuarenta años en llevar la Deuda Externa Pública a un nivel de 28,4 miles de millones de US$. El Régimen Bolivariano multiplicó esa cifra por cuatro veces en tan solo 15 años hasta llevarla a la cifra de 112,6 miles de millones de US$.
- Añadamos a esto que, la deuda acumulada por el Régimen Bolivariano, se contrató durante el más prolongado periodo de alza en los precios del petróleo de Venezuela. En el quinquenio comprendido entre los años 2005 y 2010, que corresponde al despliegue de la onda expansiva de los precios internacionales de los hidrocarburos, el Régimen Bolivariano hizo crecer la Deuda Externa Pública en once mil millones de US$ cada año.
En el próximo Gráfico colocaremos de nuevo la Deuda Pública Externa pero, en esta oportunidad, incluiremos la deuda de la República con los diferentes fondos que se han suscrito con la República Popular China.
Fuente: BCV. Cálculos y presentación propios de los autores.
¿Y qué ha pasado con el crecimiento de la Deuda Pública Interna? Veamos, cual es la magnitud de esta categoría de deuda:
Fuente: Ministerio de Finanzas. Cálculos y presentación de los autores.
Este Gráfico recoge algunos elementos de importancia. Citemos los siguientes:
- La Republica Civil dejó, luego de cuarenta años de trayectoria, una Deuda Pública Interna de 2564 millones de Bs.; el Régimen Bolivariano, durante sus quince años de gestión, ha acumulado una Deuda Pública Interna de 490.070 millones de Bs, o sea, que en quince años ha multiplicado la Deuda Pública Interna por la estrafalaria cifra de 192 veces.
- Si convertimos la totalidad de la Deuda Pública Interna, acumulada por el Régimen Bolivariano, a US$ y al tipo de cambio oficial, concluiremos que, por este concepto, el Gobierno de Venezuela adeuda otros 77.789 millones de US$.
Pasemos a analizar de inmediato la segunda variable macro económica básica: El equilibrio Monetario.
- Se observa que el crecimiento que experimentan la base monetaria y la liquidez es sencillamente monumental. En el periodo que corre desde el año 2010 hasta el año 2015 la tasa de crecimiento inter anual para la liquidez alcanzó la increíble cota de 147,8 %.
¿Y qué decir del financiamiento monetario del déficit de PDVSA, que el Banco Central ha emprendido desde el año 2010?
La decisión del Régimen Bolivariano de proceder a financiar el déficit en bolívares de PDVSA mediante emisiones inorgánicas del BCV, se tomó durante el año 2010. Esta práctica, como se sabe, es contraria a la Constitución de la República y a cualquiera sana visión de administración macro económica de la sociedad.
La pregunta clave sería: ¿A cuánto monta este financiamiento monetario del déficit de PDVSA? La pregunta será respondida, con las últimas informaciones disponibles, mediante el despliegue del gráfico siguiente:
Fuente: BCV. Cálculos y presentación propios de los autores.
De este cuadro surgen las siguientes caracterizaciones:
- La última cifra disponible, para noviembre del 2014, nos informa que el BCV ha emitido financiamiento monetario para el déficit en bolívares de PDVSA por un monto de 664,4 miles de millones de Bs.
- Esa cifra equivale a 105,5 miles de millones de US$ calculada a partir de la tasa oficial de cambio de 6,3 Bs/US$.
De inmediato dirijamos nuestra atención hacia otra variable macro económica básica: el equilibrio en el nivel general de precios.
El Índice estadístico más usado para determinar el Nivel General de Precios es el llamado INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor).
Así, el BCV ha consignado que para el año 2013 el INPC se situó en 56,2%; mientras que, el correspondiente a alimentos y bebidas no Alcohólicas, alcanzo la cima de 73,9%. Para el año 2014, el BCV solo ha publicado información oficial sobre el INPC hasta Noviembre; ahora bien, si se anualiza la cifra presentada obtenemos los resultados siguientes: 60,1% para la totalidad del INPC y 88,2% para Alimentos y Bebidas No Alcohólicas para el año 2014. Por otra parte, pareciera evidente que para este año el INPC se incrementará todavía más.
Está muy claro, entonces, que para el año 2014 Venezuela produjo la tasa de inflación más alta a lo largo y a lo ancho del planeta.
Es importante tomar en cuenta que la alta tasa de inflación que Venezuela está presentando en estos últimos años ha surgido a pesar –más bien a causa de ello- de que el Estado ha impuesto las más severas regulaciones e intervenciones en el proceso productivo. Recordemos que desde hace ya años existen controles de precios, controles de costos, controles de cambios, controles de intereses, así como intervenciones administrativas de todo tipo que se expresan en sanciones, multas y cierres temporales o definitivos de empresas productivas.
Hoy en Venezuela la inflación convive simultáneamente con la elevación del Índice de Escasez y, en muchas circunstancias, con el desabastecimiento pleno pura y simplemente.
Es evidente la tendencia hacia el aumento de este Índice; por esto el consumidor promedio no consigue acceder a bienes que cada día son más escasos, desde bienes de consumo general, hasta las materias primas, los insumos intermedios y los productos semielaborados, ocasionándose entonces cuellos de botella y distorsiones profundas en toda la cadena de producción, distribución y comercialización de productos que las empresas privadas y públicas fabrican y que dirigen al mercado venezolano.
La acción económica del chavismo no ha tomado nunca en cuenta, por su propia dinámica fuertemente estatista, que uno de los objetivos ético-sociales más importantes es el abastecimiento óptimo de bienes, lo cual solo puede obtenerse gracias a la libertad de producción, de innovación y de competencia de los agentes económicos.
Si a esta negativa experiencia diaria del ciudadano se añade, además, una alta tasa de inflación, la pérdida del poder adquisitivo real de los salarios, el empeoramiento de los servicios públicos, el desabastecimiento, la caída de la tasa de crecimiento del PIB, el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, la estanflación, el creciente gasto público improductivo, el elevado endeudamiento del Estado, la corrupción e ineficiencia y, lo último pero no lo menos importante, la expansión acelerada de la pobreza y de la desigualdad, el panorama político y social se tiñe de enorme preocupación.
Tomamos ahora el cuarto, y ultimo, equilibrio macro económico básico: El equilibrio del sector externo de la economía y del Tipo de Cambio.
Como es conocido, el Régimen Bolivariano impuso un estricto control de cambio a partir de Febrero del 2003, como una medida dirigida a enfrentar una disminución de las reservas internacionales y a aumentar sus niveles de control sobre la economía nacional.
Los controles de cambio suelen ser medidas provisionales; tal es la experiencia de Venezuela en anteriores oportunidades en que el gobierno tomó este tipo de medidas. Tuvimos controles de cambio durante los gobiernos de Betancourt, Herrera Campins, Lusinchi y Caldera II; se prolongaron durante algunos años y fueron levantados una vez que cedieron las causas coyunturales que los hicieron necesarios.
Sin embargo, el Régimen Bolivariano ha convertido el control de cambio en una medida política imprescindible en su propósito de implantar en el país lo que denomina Modelo Socialista Productivo, que posee entre sus características un fuerte rechazo a la iniciativa privada, un equivalente impulso estatista, y una clara orientación anti-mercado.
En tal sentido, el control de cambio es la palanca fundamental para garantizar que los flujos de divisas se dirijan hacia los sectores poblacionales y económicos que el Régimen decida y en la cantidad, con los fines y la regularidad que aquel establezca.
La propuesta final es contundente y fácil de entender: Una asignación autoritaria de divisas debe ser el sustituto del mercado libre y regulado en la asignación de este recurso económico.
Así, al calor del control de cambio, aparecen sectores económicos emergentes, una nueva clase, que accede a porciones crecientes de la renta, gracias a la ayuda de una capa burocrática que igualmente se beneficia.
Además, el tipo de cambio fijo y controlado ha sido usado por el Régimen como su principal –y fracasada- política anti inflacionaria a lo largo de los últimos diez años.
Con ello ha resultado inevitable la presencia creciente de un sesgo anti exportador, que es propio de las economías que son mono dependientes de la exportación de un recurso primario de alto valor como el petróleo. Además, se acentuó la llamada enfermedad holandesa. Esta se hace presente como resultado del incremento de nuestros ingresos en divisas, la consiguiente sobre valuación de la moneda nacional y la pérdida de la competitividad de la industria interna que produce bienes transables.
Estos factores precipitaron la caída de las exportaciones privadas, tanto en magnitudes absolutas, cuanto en porcentaje sobre las exportaciones petroleras. Así, para 1998 el valor exportado por el sector privado era de 4162 millones de US$, lo que representaba un 34% de las exportaciones petroleras; mientras que, para el año 2014, las exportaciones privadas tuvieron un valor de 1091 millones de US$ lo que significa apenas un 1,9% de las exportaciones petroleras.
El sesgo anti exportador produjo, en las condiciones económicas creadas por el Régimen Bolivariano, su contrapartida en la forma de un sesgo pro importador, pero sobre todo de las importaciones públicas.
En este contexto el Régimen Bolivariano tuvo que apelar a ejecutar un ajuste no ortodoxo, pero muy severo, a partir del año 2013: La restricción cuantitativa de las importaciones. Esta cuenta cayó en 6% en el 2013 en comparación con el año 2012; pero el año 2014 el Régimen aplicó un torniquete mucho más fuerte: Las importaciones descendieron 20,8% en este año en comparación con el año anterior. Esta cifra altamente guarda relación causal con la escasez de productos básicos y las largas colas que se observan en cada ciudad de Venezuela desde hace meses y que se forman para adquirir artículos de primera necesidad.
El control de cambio, ni siquiera unido al conjunto exhaustivo de intervenciones estatales que campea en cada aspecto de la actividad económica, ha sido capaz de impedir el alza extraordinaria de la tasa de inflación; tampoco ha sido eficiente en impedir, o disminuir, el flujo persistente de salida de capitales, el cual, en el periodo comprendido desde el año 2003 hasta el tercer trimestre del año 2014 llega a la suma de 192 mil millones de US$. Tan aguda, que durante la última década su monto ha sido diez veces superior al que alcanzó durante los cuarenta años de la República Civil.
Unos de los aspectos más desconcertantes del control de cambio es la coexistencia hoy de cuatro mecanismos, con diferentes precios y con diferentes condiciones, para acceder a la asignación de divisas; de ellos, los tres primeros son oficiales. El primero, a 6,3 Bs/US$ dirigido a la importación de alimentos y medicinas, así como de insumos para su producción en el país; el segundo, a 12 Bs/US$, que sustituirá los anteriores SICAD I y II, se basa en subastas controladas por el BCV y se destinan a aquellos fines que el Poder Ejecutivo determine pertinentes; en el tercero, llamado SIMADI, las divisas se asignan mediante un complejo mecanismo, que tiene la ventaja de que, los productores que adquieran divisas en este mecanismo, pueden cargar en su contabilidad de costos la contra parte en bolívares; y, por último, el mecanismo llamado Mercado Paralelo.
El control de cambio, unido a los cuatro sistemas para adquirir divisas, es una fuente de distorsión y de disfuncionalidad económicas. Produce una serie de consecuencias que gravitan pesadamente sobre la eficiencia y la productividad del aparato productivo. Estimula la corrupción; induce la decisión de comprar barato en un sistema, para vender caro en el otro; descompone totalmente el sistema de fijación de precios; dificulta estimar el precio final del producto al consumidor; estimula a tomar el precio de la divisa en el mercado paralelo como el referente para la reposición de inventarios lo cual promueve el rápido proceso inflacionario que ha caracterizado a la economía en los últimos años; crea estímulos para que agentes económicos públicos y privados se dediquen a las especulaciones monetarias, -las que consideran el mejor negocio del mundo dadas las condiciones tan propicias en que se desarrollan- lo que, a su vez, quita atractivo a cualquier actividad productiva normal que tenga como fin proveer bienes y servicios a precios razonables a la comunidad. En fin, el sistema de control de cambio ha sido, en relación con los fines que se le atribuyeron en su comienzo, un fracaso absoluto y ha producido severas disfuncionalidades y distorsiones en la vida económica de la nación.
Creemos pertinente dedicar algunas palabras a las consecuencias que brotan directa e inevitablemente de la acción económica del Régimen Bolivariano en relación con el sector externo de la economía. A estas consecuencias debemos añadir las que han derivado del ajuste hacia la baja que está experimentando, en el último año, el precio promedio de los hidrocarburos de Venezuela en el mercado internacional.
No se pueden dejar de mencionar, en su totalidad, los severos errores, confusiones y desaciertos de la acción que el régimen ha dirigido hacia este sector de la economía nacional, y que producirán un enorme déficit en divisas en el curso del año que transcurre.
Partamos de un escenario, bastante optimista, en el que estimemos un nivel promedio de precio para la cesta petrolera venezolana, de 60 US$/b y una producción promedio diaria de apenas 40 mil b/día inferior a la del año 2014. En estas condiciones las cuentas externas del país, para este año 2015, mostrarán un déficit que estará situado en el entorno de los 30.000 millones de US$. Esta cantidad indica un enorme hueco en nuestras transacciones internacionales que el Régimen Bolivariano deberá enfrentar. Representa una de las más siniestras amenazas que le ha tocado enfrentar a la nación y una fuente de inestabilidad económica-social que es urgente solucionar con el adecuado programa de financiamiento de urgencia en el corto plazo. Este déficit es, en nuestro análisis, el cuarto y último gran desequilibrio de una variable macro económica básica producido por la gestión del régimen que hoy dice gobernar a la república.
Como ha señalado Julio César Moreno León, a las dificultades excepcionales que significa la presencia de este gigantesco déficit en las cuentas externas de la República, debemos sumar un pasivo contingente que arrastra el Régimen Bolivariano y que está constituido por demandas, por indemnizaciones, que han sido incoadas ante tribunales arbitrales por numerosas empresas que han operado en sectores tales como petróleo, agricultura, industria y minería. Estas solicitudes de intervención arbitral han sido dirigidas por incumplimientos contractuales de diversos tipos, los cuales incluyen decisiones expropiatorias que no se ajustaron a derecho.
Así, debemos señalar que, hasta el año 2013, estas acciones se han intentado por montos que llegan a miles de millones de US$, ante dos instancias de decisión arbitral: El CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) y la Corte Internacional de Arbitraje de la CCI (Cámara de Comercio Internacional).
En cuanto a los montos envueltos en estos reclamos arbitrales la información que circula en fuentes oficiales es escasa y opaca. En las oficinas del régimen se suele señalar que todos estos son casos de hostigamiento arbitral contra la República. En varias instancias se mencionan cifras sumamente altas que llegan a miles de millones de US$.
De esta manera hemos concluido el análisis del sector macro económico en sus variables básicas. La conclusión final: El Régimen Bolivariano ha producido un caos económico global, debido a un modelo que combina un agudo estatismo con populismo. El resultado fiscal, las variables monetarias, el índice general de precios y el sector externo están simultáneamente hundidos en el caos, la distorsión y la disfuncionalidad.
II
¿Qué puede decirse de la distorsión de naturaleza estructural impulsada por el gobierno, al buscar “socializar la economía”? Dicha distorsión estructural, profunda y sistémica se produce por la decisión del Régimen Bolivariano de implantar en Venezuela lo que denomina el Modelo Productivo Socialista (MPS), vinculado con el llamado Socialismo del Siglo XXI.
El Régimen Bolivariano no ha sido particularmente creativo en la elaboración doctrinaria y político-ideológica. Hay una carencia raigal de escritos, debates, foros, documentos etc. que contengan sus proposiciones teóricas y estratégicas. Se puede intentar colegir que el Socialismo del Siglo XXI es solo una adaptación a las circunstancias actuales del mundo de los viejos modelos marxistas-leninistas-estalinistas aplicados en la URSS y en otras naciones durante una buena parte del Siglo XX; tamizados, por supuesto, por la experiencia castrista. Pero la verdad desnuda es que en los hechos nadie sabe dentro del régimen, a ciencia cierta, en qué consiste el “socialismo del siglo XXI”. Al final del día, será lo que se considere necesario y útil para mantenerse en el poder. Esta es una revolución sin ideólogos, sin Libros Sagrados, o apoyo académico respetable. En palabras del ex-presidente chileno Ricardo Lagos sobre Hugo Chávez: “En Venezuela no hay chavismo, o revolución, solo un presidente autocrático y populista con una gran chequera.” Y un gravísimo problema para Maduro es que la chequera se está quedando sin fondos. En fin, el socialismo del siglo XXI, igual que el socialismo real del siglo XX, como decía Bronislaw Geremek: ”no sólo no creó riqueza sino que ni siquiera distribuyó con justicia la pobreza”.
Todos los sistemas políticos reclaman su legitimidad partiendo de alguna teoría, bien sea el derecho divino de los reyes, o un marco liberal; en Chávez –si uno reconstruye sus acciones y mensajes- uno encuentra una extraña mezcla de ideas, y Venezuela se convirtió desde 1999 en la Tierra Prometida de ideas muertas, teorías fallidas o pasadas de moda; como el marxismo, el nacionalismo, el militarismo, el anti-imperialismo, y la economía del siglo XIX.
En el llamado Primer Plan Socialista puede verse claramente que la meta política de Chávez, por medios económicos, era que, al igual que en Cuba, la ciudadanía dependiera completamente del Estado.
El intento de implantación del Modelo Productivo Socialista ha supuesto la utilización de una estrategia de tenaza. De una parte, una acción dirigida al cerco del sector productivo interno de la economía encaminada a lograr su paulatina extinción; de la otra, una acción afirmativa dirigida a crear un nuevo sistema económico, con predominante propiedad estatal de los medios de producción y disminución progresiva del papel asignado a la propiedad privada. El mercado pierde ámbito como mecanismo de asignación de precios y recursos, y se produce la expansión acelerada de la planificación compulsiva, autoritaria y burocrática como elemento central para guiar la actividad productiva.
La estrategia de cerco al sector productivo se afianza sobre elementos tales como los siguientes: Intervención directa del estado en la regulación de precios, de tipos de cambio, de tasas de interés. Ocupaciones temporales o definitivas de industrias, construcciones, comercios, explotaciones agro-pecuarias, servicios. Extensa y agresiva política de expropiaciones y confiscaciones de bienes y de empresas en pleno funcionamiento, usualmente sin formula de juicio y sin pago de indemnizaciones. En este sentido la firma ECOANALITICA estimó que el Gobierno ha expropiado empresas por un valor de 23.000 millones de US$, de los cuales ha pagado 8.600 millones de US$ aproximadamente. Por último, lo anterior viene acompañado de una extrema inseguridad jurídica y personal con efectos peligrosos para la estabilidad económica y el mantenimiento de una tasa adecuada de inversión. De todo ello ha quedado un auténtico cementerio de todo tipo de empresas expropiadas y luego arruinadas.
En Venezuela, ya lo hemos repetido, se ha decretado, y se está ejecutando poco a poco, la desaparición del esfuerzo privado en la economía. De nada importa que queden “islas” privadas en un océano de regulaciones y de controles gubernamentales. La estrategia, en lugar de ser endógena, ha debido de ser exógena, buscando integrarse en el mercado económico mundial, impulsando y diversificando el aparato económico privado.
Fundamental para ello ha sido la utilización del control de cambio como instrumento punitivo o de debilitamiento de sectores, o empresas específicas, del aparato productivo privado.
Como si no fuera suficiente lo anterior, la Ley de Costos y Precios Justos coloca las decisiones sobre estructuras de costos y niveles de precios, de todos los sectores productivos, en manos de un ente burocrático denominado Súper Intendencia de Costos y Precios. Dicho ente ha sido un factor fundamental, sumado a las decisiones económicas ya mencionadas, para la destrucción de todo tipo de incentivos a la producción, a la inversión, a la productividad, a la creatividad e innovación y además es un eficiente caldo de cultivo para la corrupción.
El MPS no ha podido ser llevado a la práctica. Así, PDVSA, la empresa más importante del país, está siendo dirigida hacia su colapso económico, tecnológico, gerencial y administrativo. Las empresas del estado, en especial las de Guayana, han reducido a menos de la mitad su producción y su productividad y, además, han venido maltratando a sus trabajadores con un pertinaz incumplimiento de los contratos colectivos respectivos y de las obligaciones salariales y de servicios que de aquellos se desprenden. La red de Empresas de Producción Social creada, junto a algunas cooperativas y empresas productivas que se han desarrollado a cierto nivel en los consejos comunales, ha fracasado en su gestión económica y presenta déficits en sus operaciones, los que suelen ser cubiertos recurriendo a aportes directos del estado. En fin, el llamado MPS está prácticamente acercándose a una situación ruinosa en el corto plazo. Este desastroso panorama se debe, entre otras razones, a la incompetencia de los burócratas administradores, la inviabilidad del modelo a la luz de la ciencia económica, el derroche y la corrupción con que se administran los recursos disponibles, la inconsistencia teórica que afecta la concepción marxista del hombre y de la economía, y lo antinómico de esas propuestas en cuanto a los principios de la democracia y de la libertad que siguen siendo predominantes, aunque debilitados, en nuestra nación.
El Régimen Bolivariano suele descargar de manera absoluta sus responsabilidades trasladándolas a terceras personas, entes, fantasmagorías o países. De allí que haya lanzado una gran ofensiva para intentar demostrar que las causas de la crisis son, de un lado, el colapso del precio promedio de los hidrocarburos en el mercado internacional y, del otro, lo que denomina la guerra económica, con lo cual señala hacia el acaparamiento, el contrabando y la especulación que pretende detectar en todos y cada uno de los empresarios venezolanos desde la pequeña hasta la gran empresa.
En realidad, esta crisis no es nueva, ni mucho menos reciente, a pesar de que se ha expresado con mayor crudeza a partir del 2012. La crisis comenzó desde el inicio mismo de la gestión chavista de la economía. Se acentuó con la decisión del Régimen, tomada en el 2007, de implantar el Modelo Productivo Socialista y con la incompetencia, corrupción y generalizado desorden que han caracterizado su gestión de la economía nacional.
Lo que resulta particularmente indignante de esta crisis es que el Régimen suscita su aparición justamente en medio de la mayor y más prolongada bonanza que han experimentado los precios del petróleo durante toda su historia.
Tómese como argumento irreprochable el que, durante el periodo 1999-2014, los quince años de la nefasta acción económica chavista, Venezuela recibió por sus exportaciones petroleras la cantidad de 868.000 millones de US$. Compárese esta cifra con la que recibió la República Civil durante los años 1958-1998, es decir, los cuarenta años de la democracia representativa, que llegó a la cantidad de 345.000 millones de US$. Ilustramos este punto con el siguiente cuadro que nos ayuda a ofrecer una certera evaluación:
Fuente: BCV. Cálculos y presentación propia de los autores.
A estos colosales ingresos, que corresponden tan solo a los obtenidos por exportaciones petroleras, habría que agregar: Los ingresos propios de PDVSA por deudas financieras y por entradas especiales que se originan en sus contrataciones de la FPO; la Deuda Pública Externa que, ya vimos, llega a 170.000 millones de US$, cifra que es seis veces superior a la que acumuló la denostada República Civil; la Deuda Pública Interna que llegó a la cantidad de 490.090 millones de Bs, cifra que equivale a la cantidad de 77.789 millones de US$ y que es 192 veces superior a la que produjo la República Civil; la emisión inorgánica de dinero, dirigida a financiar a PDVSA, que llegó a la cantidad de 642.6 millones de Bs, que equivale a 105,5 millones de US$. Al sumar todos estos rubros se obtiene la cifra de 1.221.289 millones de US$; es decir que el Régimen Bolivariano ha recibido la cantidad de un billón doscientos veintiún mil doscientos ochenta y nueve mil millones de US$ durante su gestión.
Por supuesto, esto no toma en cuenta los cuantiosos ingresos percibidos mediante el aparato tributario ordinario.
Tres son las variables que deben usarse para evaluar a un Estado: sus alcances (funciones), sus capacidades y sus resultados. La realidad es clara: los Estados que han sido exitosos son aquellos con mayores capacidades y funciones reducidas (lo que hacen, lo hacen bien); lo contrario –mayores funciones y alcances, pero incapaces y corruptos- ha sucedido casi siempre en los llamados países en desarrollo. Las definiciones sobre el Estado marcan el antagonismo entre libertad y poder, y son decisivas a la hora de configurar en la realidad un verdadero orden democrático, más allá de la teoría o de las buenas intenciones.
Por desgracia, en el caso de la acción económica chavista se ha puesto en evidencia, una vez más, la llamada por Thomas Friedman “primera ley de la petropolítica.” Cuando se quiere analizar la relación entre petróleo y democracia, el precio del petróleo y el grado de libertad se mueven en direcciones opuestas.
En este apretado análisis hemos querido mostrar cuán escandalosamente errática ha sido conducta económica del gobierno venezolano que más daño ha causado al país en toda su historia. Un gobierno que, no satisfecho de haber causado un grave daño antropológico a la sociedad venezolana, intentando destruir los valores fundamentales que históricamente habían guiado la vida ciudadana, ha procedido a destruir y arruinar el sistema económico nacional.
El régimen, en su alejamiento de la realidad, sigue ofreciendo como excusa una inventada «guerra económica», fruto más de la paranoia que consume al régimen que del análisis sobrio de la realidad, de los hechos, y que tiene como propósito nunca abrir de par en par las ventanas para que entren nuevos aires que permitan el desarrollo de una sociedad civil fuerte, con una economía diversa y competitiva. Esos deben ser claros objetivos de las fuerzas democráticas. Juntas, la fortaleza económica y una sociedad civil diversa, plural, con poder de decisión, son las verdaderas pólizas de seguro de una democracia.