Democracia y Política

EEUU: Paradojas republicanas

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Las más recientes encuestas hechas en los Estados Unidos muestran al partido Republicano en una situación muy delicada frente al reto electoral del 2016. No hay manera de que logren la victoria si no consiguen al menos un 47% del voto latino. Y ello es así porque elección tras elección aumenta el número de votantes cuyo origen es de comarcas ubicadas al sur del río Grande. En 2016, por primera vez, superará el 10% del total del universo de votantes.

¿Y qué dicen también las encuestas acerca de la popularidad entre latinos de algunos de los precandidatos republicanos? Que el mejor situado, Jeb Bush, apenas alcanza un 27%, frente a más del 60% del voto latino que obtendría hoy la probable candidata demócrata, Hilary Clinton.

Habría una sola alternativa ante este cuadro tan oscuro: que el candidato del partido opositor al gobierno de Obama sacara al menos un 60% del total del voto blanco, algo que no ha sucedido desde George H.W. Bush (o sea, Bush padre, en las elecciones de 1988, hace 27 años).

¿Cuál es entonces la paradoja republicana?: “Es difícil ganar las primarias republicanas siendo pro-inmigración. Pero no puedes ganar las elecciones generales sin ser pro-inmigrante”.

Una auténtica Trampa 22, un laberinto minotáurico, un nudo gordiano muy difícil de cortar.

No ayuda por cierto que el partido haya asumido posturas, en materias muy sensibles para los hispanos, absolutamente negativas: frenaron en la Cámara de Representantes la reforma migratoria propuesta por el poder ejecutivo; luego intentaron bloquear las acciones ejecutivas que Obama dictó para regularizar a cinco millones de indocumentados ante la inacción legislativa. Puestos a ofrecer, han ofrecido todo tipo de murallas, barreras, diques y puentes levadizos.

Como si no fuera suficiente tanta falta de seriedad, e incluso de realismo, salió a la palestra uno de los precandidatos, Donald Trump, y revolvió el avispero latino con sus declaraciones contra México. (Es obvio que cuando se dice “latino”, en primerísimo lugar se está haciendo referencia a la multitudinaria presencia mexicana). Como si fuera poco, al momento de escribir este texto, ha surgido un nuevo escándalo: sus burlas –que no críticas- al senador y ex-candidato presidencial republicano, John McCain, con afirmaciones pestilentes como que “MacCain no puede ser un héroe de guerra, ya que fue capturado.” (¡!!) Y no es que Trump tenga en realidad algún chance de ser el candidato del partido. Sus muy risibles pantomimas verbales y sus carencias intelectuales ya se encargarán de hacerlo morder el polvo. El problema real es que con su actitud desnuda ciertas posturas, algunas sensibilidades del partido republicano que lo muestran como un movimiento alejado crecientemente de la realidad.

Una pregunta sin todavía respuesta: ¿Por qué Jeb Bush tardó tanto tiempo en replicar a las idioteces anti-mexicanas de Trump? Primero reaccionó Miss Universo (de origen colombiano) que un político republicano cuya esposa es mexicana. Esos son los gestos –o las carencias de los mismos- de la dirigencia republicana que los muestra con un tufillo fariseico e inauténtico. La monumental falla de Bush entra en el catálogo del tipo de acciones que luego se recuerdan cuando se escriben unas memorias para despedirse de la vida pública, en los capítulos dedicados a los graves errores cometidos. Y es que en la era digital debes reaccionar con la velocidad de una recta de grandes ligas, porque si no lo haces quedas como el rey desnudo, mostrando tus carencias a todo el universo votante. Y además no en blanco y negro, sino en una muy colorida High Definition.

Un par de ejemplos que pueden aducirse al respecto del por ahora negro futuro del partido son: primero, el temor reverencial que todo político que quiera tener futuro republicano tiene hoy ante el Tea Party. Y el problema es que el teapartysmo es una muy tóxica variedad de antipolítica que está envenenando las arterias democráticas de una organización que, precisamente por ello, está dejando de ser un partido conservador para convertirse en una suerte de logia fundamentalista, seudo religiosa y retrógrada; un movimiento de liturgias trastocadas, concilios gastados y candidatos cada día más extravagantes (¿alguien recuerda a Sarah Palin?).

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Donald Trump y Sarah Palin

Conservadores son en verdad los tories británicos, o la CDU alemana (ambos, por cierto, confortablemente en el poder). El partido Republicano que busca cobijarse bajo las alas protectoras de los millones de dólares que los donantes teapartystas brindan, no es un partido que pueda asumir las ideas de un Edmund Burke o un Michael Oakeshott, para mencionar a dos de los pensadores históricamente más influyentes en el conservadurismo británico. Peor aún: ¿qué pensaría un Ronald Reagan –que era esencialmente un político realista, pragmático y con los pies en la tierra- de estos paseos siderales por las galaxias de la antipolítica que están atravesando los dirigentes de su partido?

En segundo lugar, un gravísimo problema para el Grand Old Party (vieja expresión de la cual derivan sus siglas identificatorias: GOP), el partido de Abraham Lincoln, es que las próximas elecciones se realizan en 2016…no en 1916. La alarmante obsolescencia en materia de ideas y de visiones del mundo de las huestes republicanas darían risa si no significaran que un importante sector de la sociedad política norteamericana está, como un hippie de los 60, intentando recuperarse de un ‘Bad trip”, de un muy tenebroso viaje debido al LSD, o de una ingesta de peyote en mal estado.

En su fundamentalismo, los señores no creen en la evolución, en los problemas climáticos, en la necesidad de una seguridad social universal, en los derechos de los nuevos inmigrantes –como si el liderazgo republicano no estuviera formado por nietos, bisnietos o tataranietos de inmigrantes (en el caso de Marco Rubio, hijo, que el hombre llegó casi literalmente la semana pasada). Como será el asunto, que John Roberts, actual Chief Justice del Tribunal Supremo, orgullosamente conservador, ha votado en contra de posturas republicanas.

El mundo ideal de estos irresponsables WASP (white, anglo-saxon, protestant) del siglo XXI es una película de los cincuenta, protagonizada por Rock Hudson y Doris Day, el American Dream de universitarios blancos hijos de papá y mamá, de rednecks armados hasta los dientes, como si sus vecinos fueran los malignos Daleks del Dr. Who, o los Klingons de Viaje a las Estrellas.

 El partido Republicano resucitará a la realidad el día que un pre-candidato, con voz alta e inteligible, exija la expulsión de los teapartystas, que si les apetece que funden un partido Neo-Nazi, o lo que sea que quieran hacer, pero que dejen de una vez tranquilo a lo que alguna vez fue un gran partido conservador.

¿Jeb Bush, Marco Rubio, anyone?

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