El asesor de Merkel contra la COVID-19: «Les garantizo que habrá un segundo brote y quizá un nuevo confinamiento»
Este virólogo es una de las claves del éxito alemán contra la COVID-19. En el mes de enero vio venir lo que se nos avecinaba y se puso manos a la obra. Ahora, al doctor Christian Drosten le preocupa el invierno y un posible rebrote. De todo ello hablamos con él.
Es uno de los mayores expertos en coronavirus del mundo. Asesor de la canciller Angela Merkel y director del Instituto de Virología del prestigioso Hospital Charité de Berlín, su figura es clave para entender el éxito de Alemania en su lucha contra la pandemia.
«En cuanto vi las imágenes de las UCI italianas, con hileras de pacientes tumbados bocabajo uno junto a otro, supe que estábamos ante algo muy malo. Las personas que necesitan respiración asistida a ese nivel no se recuperan en tres días, tienen por delante semanas de convalecencia. Era evidente que las UCI iban a estar saturadas durante muchos días y que las posibilidades de supervivencia eran malas». Y como consecuencia, él y su equipo se pusieron a hacer test diagnósticos a gran escala.
XLSemanal. Nada más comenzar la pandemia, usted dio la voz de alarma. ¿Por qué lo hizo?
Christian Drosten. Para que nadie pudiera acusarme de no haber avisado a tiempo de que en nuestro país también podría morir gente. Por eso, a mediados de enero decidí emplear la mayor parte de mi tiempo y de mi grupo en desarrollar un test de diagnóstico.
XL. Eso ha sido determinante para que Alemania haya llegado mejor preparada a la pandemia?
C.D. Sí, por supuesto. A mediados de febrero, Alemania estaba en condiciones de hacer test de forma rutinaria. En muy pocos países se dio algo parecido. A finales de ese mes ya detectamos el primer positivo de una persona que no había viajado en las semanas previas. Aquello lo dejaba claro: el virus se estaba propagando por Alemania de forma inadvertida.
XL. ¿No habría acabado descubriéndose de todos modos en algún momento?
C.D. Sí, pero habría sido un mes más tarde, ya con un montón de fallecimientos, como en Italia, España o Gran Bretaña. Es el tiempo que transcurre entre el contagio y la muerte en la unidad de cuidados intensivos. Ese mes fue el que nosotros, y me refiero a mi laboratorio, ganamos de ventaja para Alemania. Y es el motivo de que ahora estemos tan bien. Si no hubiésemos podido hacer pruebas tan pronto, creo que en Alemania ahora tendríamos entre 50.000 y 100.000 muertos más.
XL. De joven se financió los estudios de Medicina trabajando en unidades de cuidados intensivos. ¿Por qué acabó siendo virólogo y no intensivista?
C.D. Me di cuenta de que no era capaz de desconectar al salir de trabajar, me llevaba a casa las historias de los pacientes por los que ya no se podía hacer nada, de las personas que tenían que despedirse de sus familiares. Más o menos por aquella época conocí a quien sería mi director de tesis y empecé a sentirme atraído por la biología molecular, y luego por la virología.
XL. Ha publicado un estudio sobre los niños con coronavirus. Sus conclusiones han sido muy polémicas porque influyen directamente en la decisión de permitir la reapertura de los colegios y las escuelas infantiles.
C.D. Por desgracia, seguimos careciendo de estudios de utilidad sobre este tema tan importante. Y mientras los colegios sigan cerrados tampoco es posible hacerlos. Por eso, en nuestro estudio nos limitamos a observar qué cantidad de virus está presente en las gargantas de los niños infectados. Lo cual es un indicativo de lo contagiosos que son.
XL. Pero, entonces, ¿los niños pueden ser tan contagiosos como los adultos?
C.D. En nuestros datos se aprecia que, en algunos casos, los niños que no presentan síntomas tienen una carga viral tan alta como la de los pacientes adultos.
XL. Su papel en la pandemia ha hecho que sea usted una persona odiada y admirada. Incluso hay alemanes dispuestos a tatuarse su cara. Muchos le han puesto en un pedestal. ¿Tanta admiración le gusta?
C.D. Creo que es algo de los medios de comunicación. Para mis colegas científicos eso no tiene ninguna relevancia. En la virología alemana hay científicos mucho mejores que yo. Creo que ninguno de ellos me considera el mejor. Simplemente ahora me encuentro en una posición central porque trabajo con este virus.
XL. Por el momento, Alemania está saliendo bastante bien parada de la pandemia, a pesar de lo cual negacionistas, antivacunas y representantes de la extrema derecha alemana protestan en Internet o en manifestaciones por la calle. También hay críticos moderados que opinan que los investigadores como usted han exagerado el peligro y son responsables de la debacle económica.
C.D. En Alemania hemos detenido una pandemia recurriendo a medidas comparativamente suaves, y además de una manera muy eficiente, sin que se haya producido un número elevado de fallecimientos. A los que niegan la gravedad del coronavirus habría que decirles que miren lo que ha pasado en otros lugares. En Alemania hemos conseguido algo que no ha conseguido ningún otro país comparable al nuestro.
“Muchos en mi país piensan que, al final, no era para tanto. La prevención tiene esa paradoja: no ha pasado nada porque hemos impedido que pasara”
XL. Muchos alemanes tienen la sensación de que al final no ha pasado nada.
C.D. Sí, la prevención tiene esa paradoja: no ha pasado nada porque hemos impedido que pasara. Ese es el propósito de las medidas que tomamos en su día. Y ahora, si recomendamos ir levantándolas con prudencia, siempre aparece alguien que dice. ‘Vaya, los expertos cambian de opinión, el Drosten recula, ya no aconseja lo mismo que aconsejaba antes’. ¿De verdad alguien piensa que impusimos el confinamiento con la idea de no levantarlo nunca?
XL. ¿Cree que en ese odio hacia su persona esconde cierta hostilidad hacia la ciencia, alimentada entre otros por los movimientos antivacunas y amplificada mediante las redes sociales?
C.D. Sí que creo que en mí se está proyectando algo, pero no que ese algo sea hostilidad hacia la ciencia. Es más bien que la gente ha sufrido mucho por las medidas de confinamiento que hemos adoptado, por leves que hayan sido. Muchas personas tienen la impresión de que se les han impuesto limitaciones drásticas sin contar con ellos.
XL. Medidas de las que usted fue en parte responsable, ya que aconsejó a Angela Merkel el cierre total.
C.D. Mi papel como asesor político se ha exagerado enormemente. Es casi una leyenda.
XL. Frank Schwab, un psicólogo experto en medios de comunicación, le ha comparado con el personaje de Gandalf en El Señor de los Anillos o de Obi-Wan Kenobi en La Guerra de las Galaxias: ellos no luchan, pero están al lado del protagonista de la historia y le aportan su experiencia y su sabiduría. ¿Hay algo de cierto en esta interpretación?
C.D. ¿Quiénes son? No conozco a esos personajes a los que se refiere.
XL. ¿Lo dice en serio?
C.D. No he leído El Señor de los Anillos ni he visto La Guerra de las Galaxias. Y en cuanto a mi papel como asesor de políticos: no soy el capitán, como mucho me encargo de estudiar las cartas de navegación.
XL. ¿Y qué nos aguarda todavía en esta singladura?
C.D. En estos momentos en Alemania nos encontramos en una situación realmente buena. Estamos reabriendo cada vez más sectores sin que por ahora se haya producido ningún rebrote. Es posible que el virus nos deje en paz durante una temporada.
XL. ¿Cómo de larga?
C.D. No muy prolongada. Pero también es posible que nos tengamos que enfrentar a un segundo periodo de confinamiento. Como es lógico, cuando estalló la epidemia tuvimos que recurrir a un catálogo de medidas muy amplio porque no sabíamos con exactitud qué cosas funcionarían y cuáles no. Ahora conocemos al virus mucho mejor, sabemos más que antes acerca de cómo se propaga.
XL. Y qué recomienda sobre los colegios y las escuelas infantiles, ¿hay que abrirlas o no?
C.D. Seré claro: tenemos que abrirlas, y no estamos hablando de algo que se pueda abrir a medias. Tenemos que hacerlo aunque todavía no sepamos muy bien lo contagiosos que pueden ser los niños. Y luego tenemos que ver con qué herramientas podemos contener un posible brote en su fase inicial, brote que le garantizo que se producirá.
XL. Nada de cantar en la iglesia, nada de irse de crucero, nada de fiestas… ¿nuestra vida va a ser así en los próximos meses?
C.D. Fiestas podremos hacer sin problemas, siempre y cuando sean al aire libre y no se reúna demasiada gente.
XL. ¿Y en primavera, por fin, llegará esa vacuna que nos salvará a todos?
C.D. Confío en que para entonces no haya solo una vacuna.
XL. Pero antes que la vacuna llegará el invierno… ¿y el virus con él?
C.D. Sí, parece relativamente seguro que hay cierto efecto asociado a las temperaturas. La cuestión es: cuando vuelva, ¿de dónde saldrá? Probablemente, de la convivencia en espacios cerrados durante el invierno. Pero el verano nos puede permitir prepararnos para esa eventualidad acordando protocolos de actuación, replanificando la logística de los test, reflexionando sobre la mejor forma de rastrear los nuevos brotes.
XL. ¿Podría producirse una segunda oleada?
C.D. Bueno, la posibilidad teórica de que no suframos esa segunda oleada existe. Y existe por la forma en la que esta enfermedad se propaga: tenemos unas pocas personas que contagian a muchas.
XL. …los llamados supercontagiadores.
C.D. Exactamente. Y este tipo de contagio es más fácil de controlar que una propagación más homogénea e inadvertida, como asumimos al comienzo de la epidemia. Cuando se localiza dónde se está gestando un nuevo brote, hay que actuar inmediatamente.
XL. ¿Y cómo se debe actuar? ¿Haciéndole la prueba a todo el que tenga un poco de tos?
C.D. No, la clave pasa más bien por identificar dónde y en qué situaciones es especialmente factible que se den brotes. Y en cómo podemos controlarlos. La forma de actuar en sí también se ha vuelto más sencilla. Los últimos cálculos nos dicen con toda claridad que, una vez detectado un brote, no hace falta ponerse a hacer test a todos los posibles contactos. Además, así siempre se llega demasiado tarde. Basta con ponerlos en cuarentena. Y no durante 14 días como se ha hecho hasta ahora, con poco más de una semana sería suficiente. Tanto el periodo de incubación como el periodo durante el cual una persona es contagiosa son más cortos de lo que se pensaba en un principio.
“La cuestión fundamental es si el virus se hará más agresivo. Eso sí me da miedo. No quiero ser pesimista, pero con la gripe española, el virus mutó en el invierno”
XL. ¿Cuáles son las principales preguntas sobre esta pandemia que siguen sin respuesta?
C.D. La primera: ¿por qué los niños no presentan síntomas? No parece deberse a que tengan menos cantidad de virus en la garganta. Y la diferencia en los receptores del virus en la mucosa nasal tampoco me parece explicación suficiente. La otra cuestión, naturalmente, sería: ¿cuál de las vacunas es la mejor?
XL. ¿En qué sentido?
C.D. Una vacuna tiene que resultar eficaz también en pequeñas dosis, y ser fácil de producir. Además: ¿qué vacuna usar una vez pasada la pandemia? ¿Es necesario vacunar de forma permanente?
XL. ¿Hay algo en este virus que le asuste?
C.D. La cuestión fundamental es si se hará más agresivo, o si por el contrario se debilitará. Lo que es seguro es que los mecanismos de la evolución pueden optimizarlo, eso sí que me da un poco de miedo. Y no sabemos cómo serán las cosas si se vuelve más letal. Tampoco quiero pecar de pesimista, pero se sospecha que ya pasó algo parecido con la gripe española de 1918: el virus mutó durante el invierno.
XL. ¿Qué es lo que ha aprendido al pasar de trabajar en su laboratorio a estar bajo los focos de todo el país?
C.D. Creo que ahora tengo la piel más dura. Es algo que en cierta medida te permite, cómo lo diría, sí, madurar.