Democracia y Política

El fin del proceso constitucional

La izquierda no puede ofrecer seguir con este loop constitucional amparándose en el resultado del plebiscito de entrada, porque ya tuvieron su oportunidad y porque no les conviene para las próximas elecciones parlamentarias.

 

Esta semana el Consejo votará la totalidad del proyecto de Constitución que se someterá a plebiscito el 17 de diciembre. Este segundo proceso y los años de ensayos constitucionales de nuestra historia reciente llegarán a su fin.

En esta última votación, habrá dos tipos de votos. Chile Vamos y Republicanos votarán a favor y los consejeros socialistas, frenteamplistas y comunistas se abstendrán o votarán en contra. De esta manera, se confirmará la decisión ya tomada de todos los partidos políticos representados en el Consejo. Con el texto definitivo, otros actores deberán tomar bando. Así, los partidos no representados en el Consejo, como el PDG, el PPD, la DC, Amarillos y Demócratas. Partidos en gestación o en proceso de defunción. Luego vendrán algunas instituciones como la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas, los cuerpos gremiales, las universidades, centros de estudios y organizaciones de la sociedad civil de todo tipo.

Cada uno revisará el borrador y tomará una decisión, revisando las normas que regulan las materias de su interés o relacionadas con su “giro”. Si la victoria del Rechazo se debió a que distintas personas y grupos, de forma más o menos transversal, advirtieron que había algo que cuidar, ¿qué propone el A favor? Mantener lo bueno y mejorar lo necesario. Cambios ordenados.

¿Perfecta? No, no lo es. Tiene cuestiones innecesarias y en algunos casos negativas, como los mecanismos de participación ciudadana. Pero la mirada global es que es buena. El punto está en descubrir la razón para que un ciudadano cualquiera vote a favor, pero sabiendo que la Constitución vigente nunca fue el origen de los problemas y una nueva Constitución tampoco será el origen de las soluciones. Se le podrán atribuir muchos efectos virtuosos, como la pretendida estabilidad, pero, al final del día, una Constitución es simplemente, un papelito. Además, en los siguientes dos meses los políticos estarán preocupados, en primer lugar, del plebiscito y no de atender el origen real de los problemas de los chilenos.

Por el lado de la izquierda, están en un callejón sin salida. Aun cuando lo nieguen, en la práctica harán campaña por mantener la Constitución que han criticado durante décadas. Acudirán al argumento de que querían una mejor y no una peor, una que avanzara en transformaciones profundas. Pero tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron. Es curioso porque aunque sean Gobierno no tienen un proyecto político para el país. El que ofrecieron recibió un portazo y ahora ofrecen quedarse con lo actual. No pueden ofrecer seguir con este loop constitucional amparándose en el resultado del plebiscito de entrada, porque ya tuvieron su oportunidad y porque no les conviene para las próximas elecciones parlamentarias.

Sea cual sea la estrategia que enfrenten los políticos de izquierda y derecha de cara al plebiscito, el fin del proceso constitucional debe ser el inicio del proceso para comenzar a arreglar, de una vez por todas, los problemas concretos de los chilenos.

 

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