El Gobierno no es serio y responsable en delimitación con Guyana y Colombia, sino que responde a motivos electoreros
Se ha olvidado la materia fronteriza como política de Estado
Prensa Unidad Venezuela (Caracas, 2 de julio de 2015).- Para los expertos en materia internacional Sadio Garavini y Edmundo González, el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha manejado temas de tanta complejidad como los relativos a la delimitación con Guyana y Colombia con fines coyunturales, principalmente de carácter electoral, restándoles la seriedad, responsabilidad y prudencia que requieren.
Para Garavini, quien fuera embajador del país, además de en Suecia y Guatemala, precisamente en la antigua colonia inglesa, lo que ocurre con Guyana es producto de años de olvido en la defensa de los derechos en el territorio del Esequibo, peor aún, en el resguardo de las garantías nacionales en la fachada atlántica del estado Delta Amacuro, no sujetos tales derechos a reclamación o negociación algunas.
“Desde el año 2009, Guyana afirma unilateralmente cuál es su plataforma continental y su zona económica exclusiva, y traza líneas que nos cercenan centenares de miles de kilómetros cuadrados ricos en hidrocarburos y en pesca; además, le cierra a Venezuela la salida libre, autónoma, al Atlántico porque su línea se cruza con la delimitación que se tiene con Trinidad y Tobago”, afirmó.
Doctor en ciencias políticas con estudios en las universidades de Roma y Harvard, junto con la Central de Venezuela, Garavini tilda de “falta de claridad, tímida y con evidente oscilación” la postura oficial del Ejecutivo Nacional en relación a su contraparte de Georgetown. Considera que el reciente decreto 1787, revela un pronunciamiento más propio de la Fuerza Armada que del Gobierno ‘per se’, al fijar nuestras fachadas, tanto la caribeña como la atlántica, en base a Zonas Operativas de Defensa Integral Marítima e Insular.
“La que está al lado atlántico tiene una línea al este, la más oriental, que no solo abarca la zona en reclamación, lo cual sería normal, sino que abarca también áreas que son claramente guyanesas, que también podría explicarse, precisamente, diciendo un poco ‘lo que es igual no es trampa’: como ellos se metieron a dar concesiones petroleras en perímetros que son venezolanos, nosotros también trazamos una línea para luego ir a negociar. No: la línea ‘se pasó de maraca’, como diríamos popularmente, y se metió más allá en aguas de Surinam y en aguas de Guayana Francesa, inclusive, violando un arbitraje de la Corte Internacional de Justicia que delimita la frontera marítima en Guyana y Surinam”, explicó.
El declarante señala que luego de la emisión del decreto hubo una reimpresión en Gaceta Oficial, advirtiendo de fallas en la publicación original, la cual asevera que “que esas líneas serán solo definitivas después de que se termine el proceso de negociación previsto en el Acuerdo de Ginebra de 1966, que constituye el marco jurídico de la negociación entre Venezuela y Guyana”.
“¿Qué significa eso? Los que hicieron el decreto – en el ministerio de Defensa – no tuvieron comunicación con la Cancillería o con los sectores diplomáticos. Ahí se nota una diferencia en el establishment del gobierno venezolano. La titular de Relaciones Exteriores, tratando de bajar el tono, dice que quiere una reunión con su homólogo guyanés, Carl Greenidge, para seguir en el proceso de negociación y acusa a la compañía petrolera Exxon Mobil, que tiene la concesión en el bloque Stabroek, que abarca tanto aguas guyanesas, zona en reclamación y aguas venezolanas, y trata de hacer ver que el problema no es Guyana sino con la Exxon y por detrás, entonces, el Imperio”, indica Garavini.
“Evidentemente, eso es una simple tergiversación por razones políticas porque se les olvida decir que el 35 % de la concesión la tiene la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) -, que a diferencia de la Exxon, privada, es una compañía china con 100 % capital estatal, y, para más señas, socia de PDVSA en la Faja Petrolífera del Orinoco y en el Proyecto Mariscal Sucre de gas. Entonces, ¿cómo es la cosa? Atacas a Exxon pero te olvidas que el socio es el Gobierno de Beijing”, se pregunta el embajador Sadio Garavini.
Es la Carta Magna la que fija las líneas maestras
Por su parte, Edmundo González, antiguo titular de la legación venezolana en Argentina y Argelia, la política exterior que se construyó durante 40 años de regímenes democráticos emanaba de la propia Constitución Nacional.
“En la Carta Magna estaban señalados las lineamientos que incluían la promoción del interés nacional, la defensa de la integridad territorial, la no intervención, la solución pacífica de los conflictos internacionales, la promoción de la democracia, el respeto por los derechos humanos y la promoción de la integración regional, por citar algunos aspectos fundamentales. Los asuntos fronterizos, como parte de la estrategia internacional, se inscribían como política de Estado”, manifestó el analista, denunciando la ausencia institucional que prevalece en una materia tan delicada, apuntalado, entre otras anomalías, por el “desmantelamiento de la Cancillería.”
“Aquí lo que se debe criticar es la irresponsabilidad de un gobierno que por 16 años ha descuidado y desatendido el tema fronterizo, en especial, al oriente del país. Cabe preguntarse, ¿qué pasó con el Consejo Nacional de Fronteras, en el cual se discutían las políticas de Estado en la materia? ¿Qué pasó con la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, un espacio para el abordaje y tratamiento de las líneas maestras de la política exterior de la República?, enfatizó.
“Se debe cuestionar el inocultable sesgo militarista del decreto que pretende convertir esos espacios en zonas militares y de defensa integral. Es una burda manipulación señalar que la responsable es la empresa Exxon Mobil. Nuestro reclamo es con el Gobierno que otorgó esa concesión y con las autoridades venezolanas que mantuvieron silencio por muchos años”, dijo el especialista Edmundo González.
No se sabe qué es mejor: si el silencio o la alharaca
Al abordar a las recientes y reiteradas postergaciones de la intervención presidencial ante la Asamblea Nacional para referirse al asunto de Guyana – actualmente, ‘sine die’, es decir, sin fecha -, Sadio Garavini Di Turno, dice que en la cúpula de la Administración que rige a Venezuela no hay una posición única. “Del Directorio del proceso – sabemos que no es solamente el presidente Nicolás Maduro el que decide, tiene a su lado a Diosdado Cabello, pero no bastan ellos dos, sino que hay cuatro o cinco personeros más – se nota que no hay acuerdo sobre qué hacer con este tema y por eso no se concreta el discurso”.
“Algunos, probablemente, están pensando en utilizar el tema del Esequibo con el fin de fomentar un nacionalismo para, quizás, ganar unos puntos en esta baja de popularidad tan grave que ha recibido en las encuestas el Gobierno durante los últimos meses por el desastre socioeconómico que padecemos todos los venezolanos; y, entonces, tratan de ver si distraen la atención pública del aumento del costo de la vida, de la inseguridad, del desempleo, de la escasez, con esta materia de tinte patriotero. Pero en el mismo Directorio hay gente que se siente inhibida frente a eso porque piensan que están traicionando el legado del ‘comandante eterno’, porque es, precisamente lo que Guyana está diciendo en su prensa, que Maduro, por razones estrictamente de debilidad electoral, está traicionando la herencia de Hugo Chávez, quien había, literalmente, abandonado el tema para tener las mejores relaciones con Guyana y con el CARICOM, que significan 15 votos en la OEA”, destacó Garavini.
El autor de varios libros en geopolítica y articulista reitera falta de seriedad absoluta demostrada por el régimen. “Guyana ha tenido un solo negociador, todos estos años, a tiempo completo; en cambio, el negociador por Venezuela, que es Roy Chaderton, tiene cuatro cargos más: es embajador en la OEA, representante de Venezuela en las negociaciones entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, miembro del Consejo de Estado y diputado principal al Parlatino. ¿Cuándo se puede ocupar de un tema tan complejo como lo es el de Guyana?, que implica hacer lobby, equivalente a emprender acciones con el secretario general de las Naciones Unidas, hablar con los miembros del CARICOM, con la comunidad internacional explicando nuestra situación.- Todo eso es imposible si uno tiene cinco cargos”, opinó el analista, agregando, por otra parte, como prioridad, la obligación de la Armada venezolana de continuar con el patrullaje tradicional realizado durante más de 50 años.
Garavini entiende que, en este momento, se presenta una oportunidad que no hay que perderla de vista: el ‘status quo’ de Guyana, que por todos estos años, ha mantenido la posesión del territorio, no así la soberanía definida, en una situación en la cual era Venezuela la que tenía que estar siempre interesada en presionar para la negociación.
“Los últimos acontecimientos con el descubrimiento real de petróleo por parte de la Exxon Mobil y de su socia china crean las condiciones para que Guyana sea, por primera vez, la interesada en terminar de definir la delimitación, lo cual significaría ir adelante en el proceso de negociación – el Acuerdo de Guyana establece pasos como, después de los buenos oficios, mediación y conciliación –, es decir, el secretario general de la ONU debe escoger uno de los mecanismos de solución pacífica previstos en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas. Venezuela debe nombrar un negociador a tiempo completo, con un grupo de asistentes que lo ayude y un consejo asesor de expertos, designados por su conocimiento técnico y no por razones políticas o ideológicas, para que reinicie, reactive el proceso de reclamación con Guyana”, dictaminó el embajador Sadio Garavini, descartando, de plano, cualquier alternativa militar.
“En ese caso, sería un Estado más grande contra un pequeño Estado caribeño, pero miembro del Commonwealth, del CARICOM, y del Movimiento Afroasiático, por lo cual habría una reacción absolutamente negativa. No creo que se llegue a eso, pero ciertamente sería negativo utilizarlo en función de una alharaca nacionalista”, señaló Garavini, recordando lo que ocurrió con los generales argentinos en la Guerra de las Malvinas.
Café amargo para sentarse a discutir con Colombia
El decreto 1787 toca también la delimitación de áreas marinas y submarinas con la nación neogranadina al fijar límites que, según Sadio Garavini, “son nuestra máxima aspiración en la negociación que desde 1970 mantiene el Estado venezolano con ese país, es decir, la prolongación de la frontera terrestre y luego una curva que le da mayor peso a las islas de Los Monjes que a Colombia”.
El experto opina que la nota de protesta con la cual reaccionó el Gobierno de Juan Manuel Santos fue un mecanismo muy pertinente, porque, en el Derecho Internacional, el silencio otorga la figura de la aquiesencia: es decir, si un Estado no responde, si no actúa, si no dice que está en desacuerdo con las líneas que traza otro Estado, entonces, hacer ver que las acepta, podría representar una prueba en función de un diferendo en términos jurídicos. “Colombia reacciona de manera muy profesional y diplomática y le pide a Venezuela que le explique, que le aclare qué significa eso y que modifique el decreto. La cancillería nuestra, lamentablemente, habla de ‘mentiras mediáticas’, de exageraciones, de ‘la oligarquía bogotana que mató a Bolívar’ ”.
“Ahí se demuestra que en el directorio no están claros: si la idea era hacer lo mismo que se hizo con Guyana, de bajar la tensión, lo mismo hubiera sido una nota de respuesta que dijera ‘las líneas definitivas en esa zona serán fijadas una vez que termine el proceso de negociación de la comisión – que está estancado desde 2007, por cierto -; en cambio, no dijeron nada”, indicó Garavini. Acotó que tal cual sucede con Guyana, pues la polémica crearía distracción de la crisis socioeconómica, con un pedido de unidad nacional.
A su vez, el internacionalista Edmundo González sostiene que la tesis del supuesto enemigo externo es el último recurso que utilizan los gobiernos autoritarios cuando sienten que perdieron la simpatía y apoyo popular.
“Toda esta maniobra es un parapeto para desviar la atención de los problemas cotidianos de la gente. Lo que pretende el Gobierno con este teatro es que la gente se olvide de las colas que día tras día se forman frente a los supermercados para adquirir los productos básicos esenciales. Lo que busca el Gobierno es ocultar la violencia desbordada que se adueña del país y que provoca 25.000 muertes violentas al año. Lo que aspira el Gobierno con esta nueva treta es que la gente no piense en la tragedia que constituye la inflación de tres dígitos que vuelve sal y agua los salarios de los venezolanos. Que nos olvidemos de la destrucción del aparato productivo nacional en estos 16 años de mal llamada Revolución”, indica.
En definitiva, para el embajador Edmundo González, lo que ocurre “se parece a un sainete” que busca desviar la atención sobre la estrepitosa caída de la popularidad del presidente Nicolás Maduro a las puertas de los comicios para escoger a los nuevos miembros del Parlamento.