El ‘manual de instrucciones’ de Uribe para ganar en 2022
Álvaro Uribe abandonó ayer su detención domiciliaria, y lo primero que hizo, además de deslegitimar nuevamente a la Corte, fue presentar su ‘manual de instrucciones’ para los aspirantes de la centro-derecha que aspiren a contar con su aval para el 2022. Es casi idéntico al que les dio el triunfo en 2018, con un silencio elocuente sobre la seguridad y la ‘mermelada’:
El tema es el miedo al socialismo
Una campaña política explota los miedos de la ciudadanía o sus ilusiones sobre el futuro. La de Barack Obama en 2008, por ejemplo, fue alrededor de la esperanza en un cambio: “Yes, we can”.
Pero, como la del uribismo del 2018 y la de Donald Trump en este momento, el Expresidente desde ya define la próxima alrededor del miedo al socialismo, que es como rebautiza el castrochavismo con el que asustó en la campaña que llevó a Iván Duque a la Casa de Nariño, y que, según la última Gallup, está vivito y coleando entre los colombianos.
Alertó sobre el “riesgo socialista, que pretende replicar el fracaso de Venezuela y Nicaragua”, con «confiscaciones, aumento de impuestos y restricciones asfixiantes» y llamó a oponerse al “odio de clases del socialismo”. «Ojo con el 22», fue como terminó su alocución, entregando el que seguramente será uno de los eslóganes de la futura campaña.
El rival es Petro
Pocas cosas son tan estratégicas en una campaña como saber escoger al rival. Uribe ya lo definió: no es Sergio Fajardo, no es Álex Char, no es Roy Barreras. Es la izquierda: es decir, Petro. En las del 2018, incluso cuando el candidato de la Colombia Humana aparecía de tercero en las encuestas, también lo escogieron como el rival. La razón es sencilla: tanto Petro como Uribe necesitan convencer a los colombianos que esta campaña será como las últimas tres: antiuribismo vs. el uribismo, que en el medio no hay opciones. Solo polarizando al electorado, tienen alguno de los dos opciones de ganar pues matemáticamente es el centro el que pone presidentes en Colombia.
El referendo contra la JEP reemplaza el plebiscito
Así como el triunfo del No en el plebiscito con el discurso sobre la impunidad de los guerrilleros en la JEP unificó a la centro-derecha alrededor de Uribe y le dio el impulso para la campaña a la Presidencia, ahora el Expresidente revive la iniciativa, que parecía ya enterrada después de la costosa debacle de las objeciones que tuvo Duque en su primer año de gobierno.
Uribe no solo insiste en derogar la JEP sino en reformar el Acuerdo de la Habana, y hacerlo a través de un referendo, con varios ‘dulces’ incluidos, lo que les daría la posibilidad de ir armando cuadros de campaña y de mantener la iniciativa, así lo pierdan:
“Pensemos además en un Referendo que disminuya el Congreso y la burocracia, adopte una norma vértice para la cúpula de la justicia, garantice ingreso solidario a los más pobres, y confirme el decomiso de la droga sin criminalizar al consumidor. Que derogue la JEP y confiera garantías a los integrantes de las Fuerzas Armadas, también a los desmovilizados de buena fe.” Es el punto 31.
Es posible que en dos años un referendo contra la JEP tenga menos tracción que en 2018, pues, según la última Gallup, aunque todavía la mitad de los colombianos no creen en ella es la Corte con mayor credibilidad y este año, saldrán las primeras condenas a los guerrilleros por secuestro; si los exjefes de las Farc aportan las pruebas, la JEP habrá resuelto magnicidios como el de Álvaro Gómez; y si, en realidad deciden contar toda la verdad, seguramente también habrá condenas por abusos sexuales y reclutamiento de niños antes del 2022.
Es decir, como mínimo, se conocerán muchas verdades. No es casual que Uribe se refiera ahora no a la necesidad de verdad sino a que “la verdad se ha convertido en una premeditación para negar o editar los hechos de acuerdo con el interés político,” haciendo eco de quienes no le creen a los jefes de la Farc su confesión sobre haber asesinado a Gómez Hurtado.
Por último, parte del éxito del No fue que no se fueron contra un Acuerdo con las Farc sino que hicieron campaña por un “mejor” acuerdo. Pasados dos años del gobierno de Duque, no es clara la oferta alternativa de paz del uribismo.
La defensa de Duque es alrededor de la pandemia
Una diferencia sustancial entre la campaña del 2018 y la siguiente es que el uribismo llega como partido de gobierno y no de oposición, y por lo tanto tiene que defender la obra de Iván Duque. Uribe esbozó por dónde deberían plantear la defensa: la dotación del sistema de salud para enfrentar la pandemia y la recuperación de la economía antes de la pandemia y después.
«Con ejemplar dedicación presidencial, durante la pandemia, nuestro sistema de salud se ha dotado mejor y los actores han respondido con mayor presteza en la prevención y atención a los ciudadanos», dice uno de sus puntos. Y el siguiente: «La reducción razonable de los impuestos y la confianza mostraron una gran recuperación económica hasta marzo. Esperamos que con el mismo tino conductor se pueda recuperar la caída por la pandemia.»
Como el tema ambiental estará en la agenda, está la defensa de la conversión a energías renovables en las que este gobierno tiene importantes logros.
Dos silencios son muy elocuentes. El silencio de Uribe frente a la bandera de seguridad, que tradicionalmente ha sido un pilar del Centro Democrático. No lo menciona entre los logros del Gobierno y en el único punto de su manual que menciona la seguridad la subordina al tema de «la impunidad y el narcoterrorismo». Con el fracaso en seguridad de este gobierno, ya no será la bandera del uribismo para 2022.
Y el segundo, es que el discurso ‘anti-mermelada’, que caracterizó el discurso uribista durante el gobierno de Santos y la campaña, desaparece del manifiesto. Quizás porque el gobierno de Duque optó por volver a la repartición de cuotas burocráticas a los partidos de la centro-derecha para garantizar una coalición en el Congreso.
Los subsidios son un eje clave
Aunque el manual de Uribe gira alrededor del rechazo al socialismo, la mitad de su discurso no apunta a desarrollar una propuesta de reactivación económica jalonada por el sector privado sino a reivindicar la oferta de subsidios estatales.
En el punto 24 de su manifiesto dice que “El cumplimiento de los apoyos económicos y sociales deberá generar alivios en el afectado tejido social”; en el punto 25 le recomienda al gobierno mantener “la apuesta educativa con becas, ayudas sociales y los progresos en conectividad”.
En el siguiente punto afirma que si se mantiene la “cobertura de la alimentación escolar durante todo el año lectivo, podremos enfrentar la deserción escolar y universitaria, agravada por la crisis.”.
Por último, anuncia que el Centro Democrático insistirá en una ley que cree “el bono solidario para los niños de hogares de menores ingresos” y propone que el Referendo “garantice ingreso solidario a los más pobres”.
Así como los subsidios de Familias en Acción de su gobierno le pavimentaron el camino a su entonces candidato Juan Manuel Santos en 2010, estos apoyos podrán servir de impulso al candidato que escoja la coalición de la centro-derecha.
Es con Dios, la virgen y los soldados
Una parte de la fortaleza de la coalición del NO en el plebiscito se la dio la convergencia que tuvo el uribismo con el partido conservador y los grupos religiosos alrededor de su rechazo a la ideología de género de las cartillas de la entonces ministra de Educación Gina Parody, que luego pudieron engañosamente transferirle a los Acuerdos de la Habana.
El conservatismo de Duque logró encajar perfectamente con esa narrativa. Como se lo dijo a Diana Calderón en su libro, él es un hombre profundamente religioso, que reza todos los días, que se encomienda a la virgen en la cuenta oficial de twitter (pese a que un juez se lo prohibió). El sucesor o sucesora de Duque tendrá que seguir el manual.
Como lo ha analizado La Silla, la defensa de la Fuerza Pública, particularmente frente a los que protestan, será otro hilo conductor del manual uribista para el 2022. “Soy sobreviviente por la protección de Dios, de la Santísima Vírgen y de los soldados de Colombia», fue como cerró Uribe su discurso.
Uribe es víctima de la persecución de la justicia
Independientemente de si el proceso penal contra Álvaro Uribe precluye en los próximos meses en la Fiscalía o avanza hasta la campaña del 2022, las investigaciones judiciales en su contra serán inevitablemente un tema de campaña. En este punto el manual es simple: es víctima de una persecución judicial.
“Mi familia y yo hemos sido objeto del mayor escrutinio periodístico, político y judicial. Varios compañeros y colaboradores han sufrido la más temible persecución. Ha parecido normal que se sobornen testigos para acusarnos, y anormal mi defensa vertical y en el marco de la ley”, es como enmarca sus reflexiones sobre el proceso judicial que se adelanta.
No menciona que el proceso por el que estuvo detenido arrancó por una acción de él mismo en 2012, cuando denunció al senador del Polo Iván Cepeda, entonces Representante a la Cámara, por presuntamente valerse de su investidura como congresista para lograr testimonios que lo vincularan a él y a su hermano Santiago Uribe como auspiciadores de grupos paramilitares en Antioquia, concretamente con la creación del Bloque Metro, y ofrecerles beneficios para que dieran esas declaraciones. El 16 de febrero de 2018, tras conocer las versiones de todos los testigos, entre esos, varios exparamilitares que Uribe decía que fueron presionados por Cepeda, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia concluyó (lea el fallo) que no era así y en su lugar pidió que se investigara al Expresidente por presunta manipulación de testigos.
El resto de los argumentos de su defensa son los que ha esbozado en varias entrevistas, y que tendrá que probar la justicia.