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Elecciones EEUU: Resultados del primer debate

 

49166068-cached1-Hillary Clinton llegó al primer debate contra Trump con espíritu de retador. Y no para una batalla convencional, sino para una auténtica guerra asimétrica, ya que los candidatos están en planos cognitivos, políticos y estratégicos distintos. Y ella la ganó.

Este debate se realizó exactamente 56 años después del primer debate en Tv entre candidatos presidenciales, Kennedy-Nixon, el 26 de septiembre de 1960 (fue el segundo debate político televisado de la historia: el primero fue hace sesenta años, en mayo de 1956, durante las primarias demócratas, entre Adlai Stevenson y Estes Kefauver).

El encuentro Clinton-Trump fue el debate presidencial más visto de la historia. Un total de 84 millones de televidentes. Y la atención no disminuyó a lo largo de los 98 minutos de duración. 

Por momentos, dio la impresión de que Clinton intentaba convertir el debate en un referendo sobre la experiencia, capacidad y preparación de su rival. Y cuando lo hizo, se anotó sus mejores puntos. Fue agresiva pero sin mostrar ira en ningún momento. No perdió los cabales.

Según CNN, la relación a su favor fue 62% a 27% (en un universo más demócrata de lo normal; sin embargo la diferencia es notable.)

En la red, algunas reacciones fueron:

“Clinton tuvo éxito en lo que ninguno de los oponentes republicanos del candidato pudieron: controló el debate desde el comienzo. Clinton fue claramente ganadora. Su rival tuvo problemas con el formato, el tiempo, y los hechos; divagó mucho”. Kim Ghattas, corresponsal de la BBC.

“Hillary Clinton ha ofrecido la mejor actuación en un debate que he visto en años. Sabe cuándo atacar y cuándo argumentar”. Frank Luntz, encuestador del partido republicano.

“Trump mostró que no estaba en su liga; por momentos quedó reducido a repetir los mismos temas, sin demostrar ni conocimiento ni dominio de los detalles. Perdió varias oportunidades de ataque en temas en los cuales Clinton ha sido evasiva y poco clara. Incluso él perdió su foco, olvidó para qué estaba allí”. Ruth Sherman, experta en oratoria pública.

“En conclusión: A Trump le fue bien en los primeros quince minutos, a partir de ese momento Hillary comenzó su ofensiva y Trump se atascó”. William Kristol, editor de la revista conservadora “The Weekly Standard” y una de las más relevantes figuras del conservadurismo norteamericano.

“La energía que Trump mostró es la razón de que el entusiasmo está de nuestro lado. El pueblo norteamericano está listo para ver soluciones, y Donald Trump ofrece la oportunidad de movernos en una nueva dirección”. Paul Ryan, Portavoz de la Cámara de Representantes, candidato a vicepresidente del partido Republicano en 2012.

“Hillary Clinton pertenece a la Casa Blanca, Donald Trump a mi programa”. Jerry Springer, anfitrión del “The Jerry Springer Show”.

Y si había duda de quién había sido el vencedor, bastó ver la reacción de Trump el martes por la mañana para despejar dudas: atacó al moderador («hizo preguntas injustas»), e incluso insinuó de que alguien había dañado su micrófono. ¿La respuesta de Clinton? «Cualquiera que se queje del estado de su micrófono está teniendo una mala noche».

Eso sí, no fue una victoria dramática, no hubo momentos “Ronald Reagan” o “Bill Clinton” (positivos), ni tampoco hubo catástrofes a la “Gerald Ford” o “Michael Dukakis”. 

 

2- Clinton logró (especialmente en la segunda parte) que de alguna manera Trump fuera Trump (eso sí, sin los niveles normales de insulto, pero interrumpió a su rival 51 veces), y ello no favoreció al empresario. La presencia del republicano –y claramente su guion preparado previamente- se notaron sobre todo en la primera media hora, de allí en adelante la demócrata tomó la iniciativa.

Cada uno intentó quedarse en su zona de confort. Clinton lo logró, su contrincante no.

Se confirmó que Trump no se preparó lo suficiente, y cuando se le acabaron las frases ya conocidas no le quedó otra que aguantar las andanadas que provenían de la mejor preparada ex-secretaria de Estado. Y, una vez más, Trump demostró que no digiere bien la crítica.

Se reafirmó, asimismo, que ambos candidatos ofrecen visiones diametralmente opuestas del país. Para Clinton hay retos y problemas, pero también hay muchos logros y razones para el optimismo. Mientras que para el candidato republicano su país parece un episodio distópico escrito por guionistas de “Juegos de Tronos”, “Dimensión Desconocida” y “Cuentos de la Cripta”. En ello, ha mostrado a lo largo de la campaña una notoria consistencia.

 Y necesita esa visión como el aire, porque siendo el populista ortodoxo que es, la idea de cambio drástico y radical que propone se sujeta de la necesidad de insuflar miedo, desesperanza e inseguridad.

Por ello, las diferencias entre ambas plataformas son insalvables. Y lo peor es que si el candidato republicano hubiera sido otro, digamos un Ted Cruz, también lo habrían sido.

En este primer debate, los verificadores de la verdad tuvieron mucho trabajo, en especial con las afirmaciones del republicano. Una vez más, el hombre exageró, ignoró y masajeó todo tipo de hechos. Tanto New York Times como CNN demostraron que mientras Clinton tenía razón en la mayoría de sus afirmaciones, con el republicano sucedió lo contrario.

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En este enlace, puede verse al detalle el exhaustivo «fact-checking» del New York Times:

Fact-checking New York Times

 

Donald Trump no solo niega la realidad, lo hace incluso cuando ella está grabada y publicada en las redes (por ejemplo su apoyo a la invasión de Irak). Como le dijo la candidata demócrata: “Donald, tú vives en tu propia realidad”.

Dos temas que no fueron tocados, y que evidentemente lo serán en los debates próximos, son los problemas de inmigración y el llamado Obamacare. El primero, punto central del mensaje de Trump, y el segundo, del partido Republicano.

 

3- Los mejores momentos de Trump –específicamente al comienzo del debate- fueron en los temas de comercio exterior y (como en una nota anterior afirmábamos que haría), usando una de sus tácticas favoritas, clásica de todo populista y anti-político: la de pretender ser el outsider, un empresario que nunca ha sido político; buscó identificar a Clinton con todos los problemas y agravios del mundo. Y la fustigó repetidamente por formar parte del establishment político de Washington.

En cambio, no le fue bien cuando intentó dar un mensaje de tranquilidad hacia los sectores que han sido atacados por él durante la campaña (como los latinos y los afro-americanos; ese mensaje lució breve, vacío e insincero; a fin de cuentas, usualmente solo los menciona para demonizarlos). Tampoco, en los temas de política exterior y el combate al terrorismo; finalmente, incluso cuando afirmó enfáticamente que poseía mejor “temperamento” que su contrincante.

En varias ocasiones Trump trató de protegerse, sin mucho éxito, bajo la sombra protectora del ídolo republicano mayor: Ronald Reagan (¿hasta cuándo seguirá mintiendo acerca de que fue el presidente que creó más empleos en las últimas décadas? El dato es claro: fue Bill Clinton.)

Con su actual candidato, el partido Republicano culmina un giro fundamental: hace casi cuarenta años, el mensaje con el cual Ronald Reagan renovó al partido conservador –en ese entonces, todavía podía llamarse así- fue positivo, con una poderosa imagen que enmarcaba su visión de país: “a shining city on a hill”. Hoy, bajo el influjo del Tea Party y de líderes mediocres que hace tiempo que traicionaron el pensamiento conservador, los Estados Unidos de Trump y Cía. son un botadero de basura.

Fue evidente que el candidato republicano concentró sus esfuerzos en los temas y modos discursivos que tanto agradan a su voto más duro y recalcitrante. Pero ¿logrará ir más allá, conseguirá atraer al electorado independiente e indeciso, en especial en los “swing states”, en los estados donde se decidirá la elección? No está nada claro.

 

4- Unas consideraciones acerca del moderador: una vez más, no lo hizo bien. Y esto seguirá ocurriendo por la razón fundamental que las televisoras solo están interesadas en mantener y aumentar su audiencia, así que ningún moderador se arriesgará a molestar a los sectores demográficos cercanos a Trump. Evitar que el empresario, interrumpa, no responda a las preguntas que se le hacen, mienta descaradamente o insulte, cuando quiere y a quien quiere, no es políticamente correcto. Las almas buenas que se llevan la mano a la boca y sufren una subida de tensión si se le dicen algunas verdades a truhanes como Donald Trump, pueden dormir tranquilas.

Vale la pena preguntarse si vale la pena tener un moderador, cuando con Trump lo que se necesita es un árbitro de boxeo.

 

5- Fue evidente que la candidata demócrata tenía un objetivo central: mejorar su imagen ante el votante independiente y ante la coalición que le dio los triunfos a Barack Obama: mujeres, jóvenes –especialmente los millenials, abrumadoramente a favor de Bernie Sanders, y hoy todavía dubitativos-, latinos, afroamericanos y asiáticos.

También logró puntos positivos en el tema siempre fundamental de la empatía, si bien nunca logrará los niveles de grandes empáticos, como su marido, Ronald Reagan o Barack Obama. Mencionó repetidamente a su padre, a su nieta recién nacida, a los sectores más vulnerables de la sociedad, y usó el lenguaje con toda la intención de mostrarse como si conversara con cada uno de los oyentes. Su mensaje final fue fuerte y claro, dirigido no solo a la audiencia norteamericana, sino a los aliados tradicionales de EEUU en el mundo, especialmente Japón y Corea del Sur (y, por ello, indirectamente envió un mensaje a Corea del Norte y China).

Fue lamentable, sin duda alguna, que la única mención importante de América Latina fuera para recordar los maltratos de Trump el empresario de belleza hacia una ex-Miss Universo venezolana.

Clinton logró sus mejores momentos en estas tres áreas temáticas: raza, género y seguridad. Tres puntos centrales de su campaña. Asimismo, cuando Trump trastabilló tratando de explicar por qué se ha negado a publicar su declaración de impuestos, o en el momento que Clinton criticó su estilo de negocios, o cuando recordó que por años el empresario había insistido en que Barack Obama debía probar su nacimiento en los EEUU; este último tema nos brindó el momento más surrealista de la noche: según Trump, el comando de campaña de Clinton, en las primarias contra Obama, en 2008, envió a una persona a Kenya para buscar una partida de nacimiento de Obama. Mencionó incluso los nombres de los responsables: Sydney Blumenthal y Patty Solís Doyle (quien trabaja ahora para CNN y con una sonrisa de incredulidad, en el post-debate, explicó con detalle la verdad, así como las mentiras descaradas de Trump.)

La demócrata debería insistir en futuros debates en un punto: la comparación de la situación del país cuando Clinton le entregó la presidencia a George W. Bush, y cuando a su vez Bush fue sustituido por Barack Obama, en medio de la peor depresión económica desde la década de los 30. Un argumento usado por Clinton que debe profundizarse y enfatizarse: las propuestas económicas de Trump son una continuación de las desastrosas políticas de Bush hijo. Ello ayudaría no solo en la carrera presidencial, sino además en las elecciones parlamentarias.

Donald Trump hizo una sorpresiva visita –algo inusual, nunca ocurre luego de un debate presidencial, solo durante las primarias- al llamado spin room” (lugar donde asesores y asistentes de los candidatos tratan de explicar a la prensa por qué su candidato ganó el debate). Podría pensarse que el candidato fue allí porque nunca rechaza la posibilidad de aparecer en cámara, pero también porque, sabiendo que había perdido el encuentro, buscó guardar las apariencias e intentar probar lo contrario. Afirmó que había decidido no atacar a Clinton en lo personal, pero que probablemente lo hará en el futuro. ¿Sobre cuál tema? Monica Lewinsky. “No lo hice, no la ataqué personalmente porque estaba presente su hija, Chelsea.”

Donald Trump tiene la rara característica –Hugo Chávez también la poseía- de lograr, con una sola oración, desnudar sus carencias éticas, su monstruosa ignorancia, su falta de escrúpulos y su clamoroso irrespeto a todos los valores de la convivencia y el pluralismo democráticos.

Con Hillary Clinton, el discurso público crece en profundidad y contenido. Mientras que políticos como Trump y Chávez lo degradan.

Resumen final: ella mostró ser la única preparada no solo para este debate, sino para ser presidente de los Estados Unidos.

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