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El último intento de López Obrador de reescribir su historia

El Gobierno mexicano lanza un plan piloto para sustituir un currículo educativo que tilda de «colonialista, eurocéntrico y racista». Los expertos creen que se busca un enemigo externo para tapar el daño causado por la suspensión durante 18 meses de las clases durante la pandemia

El último vídeo viral en México muestra a un bisnieto del jefe apache Gerónimo que ofrece su testimonio personal: «La diferencia de un inglés y un español es que los primeros mataron a todos los indios desde Plymouth Rock hasta los estados norteamericanos que hoy tienen nombre español. En México, Nicaragua, Belice, Perú… Siguen los indios. ¡Abran los ojos, quienes mataron a los indios fueron los ingleses, no los españoles!».

Los españoles fueron los únicos en el reconocimiento de los indígenas y levantaron los primeros hospitales del continente

A pesar de algunas sombras, la Conquista española otorga muchas luces a los súbditos de los Reyes Católicos: fueron únicos en el reconocimiento de los indígenas, legislando para obligar a su protección y respeto. Hubo personajes históricos, como Vasco de Quiroga, que defendieron a la población de Michoacán, y levantó los primeros hospitales en el continente y fundó el Colegio de San Nicolás, que fue la cuna de la independencia mexicana.

Pese a estos hechos incuestionables, el Gobierno mexicano ha instaurado un plan piloto educativo que aglutinará a 30 escuelas por cada uno de los 32 estados mexicanos (960 en total) y que busca cambiar la ideología educativa del país, según la Secretaría de Educación Pública.

Algunos expertos como Alma Maldonado, doctora en educación superior e investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), destaca que el plan genera incertidumbre porque ha sido presentado muy pocos días antes de empezar un curso en el que se incorporan 24 millones de estudiantes de lo que en México se denomina Educación Básica (tres años de preescolar, seis de primaria y tres de secundaria). Ellos, más los 1,9 millones de trabajadores educativos y sus 232.000 escuelas, serán los destinatarios últimos de este plan que, según Maldonado, está basado en tres ejes: una parte ideológica, otra política y otra educativa.

Búsqueda de excusas

La mayor controversia la genera la llamada perspectiva «anticolonial», que atañe particularmente a la Conquista española. Aunque en la presentación del plan, el 16 de agosto pasado, también se cuestionaron los parámetros educativos tradicionales porque representarían un «modelo científico eurocéntrico y racista» que ha sido «impuesto desde fuera», la historia española de México despierta un interés especial para los autores del plan.

La catedrática de la Universidad Iberoamericana e investigadora mexicana, Isabel Revuelta Poo, asegura a ABC que le parece «triste y lamentable» que a los alumnos se les adoctrine «con una narrativa completamente política», aunque «siempre hemos cojeado de ese pie» en un sistema que describe como «ya malherido».

«La historia se tergiversa de manera maniquea. Y en este periodo (el de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, elegido en 2018) se va a exacerbar más separando a la población entre villanos y héroes». Revuelta cree que con este plan ‘anticolonial’ lo que se busca es señalar un enemigo inexistente, en este caso el extranjero invasor, al que echarle la culpa de los fracasos nacionales.

Uno de estos grandes fracasos ha sido el cierre de las escuelas en México debido al Covid-19 durante un lapso de 18 meses, uno de los periodos sin clases presenciales más largos del mundo. Esto ha ocasionado un retraso educativo y un absentismo escolar sin precedentes.

«Por motivos asociados a la Covid-19 o por falta de dinero o recursos no se inscribieron 5,2 millones de personas (9,6% del total de 3 a 29 años) en el ciclo escolar 2020-2021», asegura un informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Según Revuelta, la población no tiene conciencia del daño causado. Quizá porque México, que hoy suma más de 330.000 fallecidos por Covid, se llegó a situar en el pico de la pandemia como el tercer país del mundo con más mortalidad, con unos hospitales colapsados, «la educación no se consideró algo preponderante».

«Desdibujar la historia es un sinsentido. No me imagino a un inglés montando un pleito porque ‘Guillermo El Conquistador’ extendió su reinado por las Islas Británicas en 1066», dice. «En México tenemos muchas luces sobre la Conquista, pero son las narrativas históricas lo que se manipula políticamente».

«Me parece lamentable que se quiera adoctrinar a los niños, aunque esto no es nuevo», destaca Revuelta. La investigadora afirma que a pesar de que México ha sido un virreinato español durante más años que los que ha sido país independiente, «nunca los planes educativos del siglo XX le han otorgado importancia al estudio de esta etapa».

El presidente López Obrador justificó el nuevo modelo educativo implantado por su Administración. «Lo que sucedió a partir de la invasión española, hace 500 años, hace cinco siglos, (fue) desconocer por completo la cultura de los pueblos prehispánicos».

Con estas palabras, el presidente desconocía gestos como el de los primeros 12 curas franciscanos que llegaron al país y que lo primero que hicieron fue aprender la lengua náhuatl, hablada por los mexicas en el imperio azteca, para mezclarse y juntarse con la población mexicana. Destacó entonces Alonso de la Vera Cruz, quien fundó la primera universidad mexicana y trasladó y mantuvo la primera biblioteca de toda América.

En vez de combatir la deserción escolar y mitigar el daño causado por la falta de presencialidad, el Gobierno diseña acciones que impulsen «una nueva escuela mexicana». En esta propuesta curricular la pedagogía tradicional se asocia con «una herencia neoliberal y eurocéntrica» que limita el sistema educativo, tal y como destaca el informe de la plataforma ‘México Evalúa’ compuesta por expertos que han criticado el nuevo plan.

La «decolonialidad»

Esta reformulación educativa pretende implantar la llamada ‘Cuarta Transformación’ que López Obrador prometió cuando fue elegido. Este movimiento ideológico tiene como primera premisa la consecución de la independencia de México (como si ésta no hubiera tenido lugar hace 200 años) para -palabras textuales- «liberarse de los 300 años de dominio español».

Ligado a esta corriente ideológica, el nuevo paradigma educativo apela a la «interculturalidad crítica», que busca combatir las relaciones asimétricas entre niños y niñas, amén de deslegitimar el proceso de globalización. Sus partidarios abogan por un «repensamiento» crítico de la «decolonialidad». Se busca que los alumnos «conozcan la lógica colonial con el dominio económico como explotación humana, el dominio político con el control de las autoridades y el dominio social y del conocimiento».

La idea es que los estudiantes internalicen que la colonización es la que ha provocado los estados de desigualdad actuales fruto de «un pensamiento único universal que parte de una visión eurocéntrica, patriarcal y heterosexual de la realidad».

Marco Fernández, investigador del Tecnológico (Tec) de Monterrey y coordinador del programa de Educación de la plataforma ‘México Evalúa’ estima que este plan piloto es «una nueva oportunidad perdida para la educación básica en nuestro país». A su juicio, «ningún país pierde el tiempo en mejorar el aprendizaje de los alumnos y se comporta como que no hubiera una crisis de aprendizaje». A esto se une «una serie de muchos prejuicios y descalificaciones sobre el pasado sin siquiera ofrecer datos».

Pone como ejemplo que el plan piloto denuncia el currículum tradicional como «una educación eurocéntrica, homofóbica que ha consolidado el rol de los estereotipos de género y que ha sido clasista por lo que hay que abandonar los instrumentos de educación estandarizada porque son imposiciones del Banco Mundial». Fernández califica esta retórica de «trasnochada». «Puede ser ideal para atraer a cierto público de izquierda radical, pero no sirve para mejorar la pedagogía de las aulas de México ya que tenemos una baja calidad del aprendizaje ya antes de la pandemia».

«Uno no puede negar la cruz de la parroquia de donde viene y este discurso nacionalista ramplón proviene de una época que dominó el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la que se desarrolló López Obrador y que le hizo mucho daño al país».

«¿Cómo se traduce esto en soluciones a los problemas educacionales?», plantea Fernández. Y añade: «¿La mayoría de los jóvenes mexicanos sabe utilizar correctamente las Matemáticas? ¿Saben comprender lo que leen y sacar conclusiones de autores? La respuesta es no», contesta sin dilación. «No veo como eso se va a resolver si ni siquiera se ha terminado el diseño de la secuencia de aprendizaje de este piloto, ni los libros de texto que se ofertarán», concluye.

Todavía los estados federales están negociando cuáles serán los colegios seleccionados para participar en la experiencia y ni siquiera están claros los objetivos de los docentes para transformar esta pedagogía en nuevos planes de estudio. Tampoco ha salido a la luz el presupuesto con el que cuenta la iniciativa. La subsecretaria de Educación Básica no quiso contestar a diferentes medios sobre estos asuntos.

A la pretensión de erradicar «el sistema neoliberal», Fernández lo tilda de «retórica barata». La cultura del esfuerzo mermará con un arquetipo que «no quiere calificar las tareas, ni asignar puntos por asistencia o trabajos extraordinarios», añade.

Sólo los estados de Guanajuato, Nuevo León y Querétaro han estudiado el impacto de la falta de clases presenciales en estos dos años lectivos. Mientras tanto, las redes arden con unos alumnos de primaria que aguantan 46 grados en el exterior de Mexicali por la incapacidad para adquirir cableado eléctrico para atemperar las aulas.

Al discurso de la nueva escuela mexicana le preocupa la desigualdad, sin embargo «si eso fuese cierto, explícame como el Gobierno canceló las ‘escuelas de tiempo completo’ donde se beneficiaba a los estudiantes menos favorecidos con jornadas ampliadas de estudio que se traducían en mejores evaluaciones y en las que se le daba de comer a 3,2 millones de estudiantes provenientes de familias pobres», concluye Fernández.

 

 

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