Entre Trump y el Puma
En Argentina el ganador de las primarias, el PASO, tiene muchas papeletas de convertirse en el próximo presidente del país en las elecciones de octubre. Javier Milei, un extravagante expresentador de televisión conocido como «el Peluca» por su peinado inspirado en los años setenta, se impuso inesperadamente en las elecciones primarias celebradas el fin de semana, con algo más del 30% de los votos. Por detrás de él quedaron los candidatos de Juntos por el Cambio (centroderecha) con un 28%, y de la coalición gobernante Unión por la Patria (izquierda peronista), un 27%. El actual presidente argentino, Alberto Fernández, se apartó de la carrera electoral después de que su popularidad cayera por debajo del 20% y la todopoderosa vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner (presidenta entre 2007-2017) descartó presentarse tras su condena por corrupción. Esto brindó una oportunidad de oro para «el Peluca» que ha sabido ser aprovechada en estas primarias.
Las elecciones coinciden con la peor crisis económica de Argentina en una generación. La tasa de inflación anual supera con creces el 100%, y casi el 40% de su población vive en la pobreza. El país sufre profundos problemas estructurales y los argentinos están cargados de razones para rechazar las políticas de la izquierda peronista que han disparado la inflación y reducido el nivel de vida. El gasto público, cercano al 40% del PIB, es demasiado elevado sobre todo para un país en el que la evasión fiscal es un deporte nacional. Las exportaciones netas deberían contribuir en gran medida al crecimiento de una economía rica en recursos, pero el proteccionismo comercial lo impide. Y como acaba de salir de su noveno impago de deuda soberana, no puede endeudarse en los mercados internacionales. Argentina necesita reformas de libre mercado, pero cabe preguntarse si las medidas que propone Javier Milei, reconvertido en economista, van en la buena dirección.
El ganador de las primarias se autodefine como un «anarcocapitalista» y reconoce su admiración por Donald Trump. La antigua estrella de la televisión (un dato biográfico que comparte con el magnate neoyorquino, además de su capacidad de conectar con el electorado desencantado con la política tradicional) propone grandes recortes del gasto, los impuestos y las subvenciones, junto con la privatización de empresas estatales y la sustitución de la moneda nacional, el peso, por el dólar estadounidense. Argentina ya probó la dolarización de la economía en los años noventa y salió escaldada. El intento de ganar credibilidad entre los inversores extranjeros no funcionó. El país mantuvo el agujero presupuestario y se mostró incapaz de reformar su rígido mercado laboral. Pese a todo, Argentina sigue siendo la tercera economía de América Latina y un país amigo de Estados Unidos en una región infectada por el virus bolivariano.
El discurso de telepredicador del «Peluca» con sus frases de «despertar leones» en vez de «gobernar a corderos» suena a música para los oídos de una sociedad martirizada por la incompetencia de la izquierda, pero la razón nos enseña que no hay soluciones fáciles para los problemas complejos. Hay que ser prudentes porque sus políticas pueden elevar el coste de Argentina de su salida a la crisis.