Entrevista / Gisela Kozak Rovero: “No hay un liderazgo que te enfrente con el sentido del deber”
Hay un grave problema en el discurso. Todo se redujo a la supervivencia. Al pasaje, la comida y las medicinas. Venezuela es tan grande como Cáritas, la organización de promoción y asistencia de la Iglesia Católica. “Pero eso no es una visión de Estado, ni es una visión estratégica”, dice Gisela Kozak, licenciada en Letras (UCV), con maestría en Literatura Latinoamericana.
Kozak ha desmontado el discurso de la oposición venezolana, sometido a la dictadura del marketing político. Nadie se atreve a romper el guión de lo que a la gente le gusta escuchar. Populismo 360. “Un discurso que le dio el éxito al chavismo, pero que también destruyó al país”.
Lo dijo recientemente un economista formado en Estados Unidos, Francisco Rodríguez, a quien se le ha visto al lado de Henri Falcón, el principal vocero de Vanguardia Progresista. Dice Rodríguez, egresado de la Universidad de Harvard, que él se identifica con una propuesta que favorece a “los más necesitados”, los toma en cuenta. ¿Y la competitividad? ¿Y las nuevas tecnologías? Nada de eso tiene importancia. Mejor si demuestro que “tengo sensibilidad social como el gobierno o que tengo valores religiosos como el Papa”, comenta Kozak.
Hay una sensación de liquidarlo todo, de hasta aquí llegamos, que responde a grandes frustraciones, de discursos inacabados, de referentes que no han sido consecuentes con lo que plantearon, de un manejo irresponsable de la política y de las expectativas de la gente. ¿Usted qué cree?
Desde 2002 hasta 2016 (Referéndum revocatorio), permanentemente, el liderazgo político del país ha prometido una salida de la crisis, a través de la abstención (2005), de la vía electoral (2010), incluso de la resistencia en la calle y de la organización social. Lo han prometido para un momento específico (elecciones de 2012, #La Salida en 2014, y revocatorio, 2016). La equivocación común a todo eso, lo acabas de señalar. Es la promesa de una salida rápida e inmediatista, porque es un liderazgo complaciente, un liderazgo que no está a la altura del desafío histórico que significa decir la verdad. Requerimos un largo y sostenido esfuerzo para recuperar a nuestro país. No hay salidas inmediatas y el que la esté buscando, va a tener que irse de Venezuela. El que quiera quedarse tiene que entender que va a construir un país. Hacerlo con paciencia, con verdadero compromiso. Hacerlo sabiendo las consecuencias que eso le va a traer a él y a su grupo familiar. El líder político que siga prometiendo salidas inmediatas es un irresponsable.
¿Qué mecanismo está funcionando que no nos permite enfrentar la verdad?
Yo creo que efectivamente, y en eso coincido con Miguel Ángel Campos, que la revolución bolivariana se ha aprovechado de la relación irresponsable que hemos mantenido como sociedad con el Estado. Si nos planteamos la sociedad como la expresión colectiva para manejar nuestros problemas comunes, la sociedad venezolana está aplazada en una asignatura fundamental que es su independencia frente al Estado. También hay que decir que el espinazo de la sociedad venezolana está roto porque su sustento —hasta el hecho de poder alimentarse— depende de políticas del Estado. ¿Cómo es posible que aquí dependamos del reparto de unas bolsas de comida como si las lanzaran desde un helicóptero? Es una imagen apocalíptica. Pero eso, básicamente, es lo que está pasando. El gran problema es que antes del petróleo éramos una sociedad famélica, miserable, enferma. Con el petróleo la sociedad se modernizó, pero no es autónoma frente al Estado.
Hay cierto desgano. ¡Ay, otra vez el cuento de la sociedad que depende del Estado! Hay cierta actitud guasona, cierta chulería, en los venezolanos. Lo otro, fundamentalmente, es que a los políticos no les interesa romper con esa actitud.
Eso es clave. ¿Qué políticos están dispuestos, efectivamente, a romper con esa relación? Voy a hablar de una persona que causa una enorme molestia, María Corina Machado. Todos respetan su inteligencia, su claridad, por supuesto, ella ha cometido errores, por ejemplo, en relación a cuál es el efecto que su acción política ha tenido en el país, pero quiero detenerme en una sola cosa: ella es la única que tiene una política petrolera y empresarial para romper la dependencia económica de la sociedad con respecto al Estado. Leopoldo López también la tiene, pero de una manera mucho más discreta. ¿Por qué? Porque es tremendamente impopular plantear que nosotros tenemos que fundar un país en el trabajo, tenemos que fundar un país en el emprendimiento y el esfuerzo propio. Venezuela tiene una tasa elevada de emprendimiento, así como de emprendimientos fracasados, pero quiero detenerme en una aspiración popular. Quiero tener mi casa, mi negocio, mi forma de vivir. ¿Por qué no apoyar eso? ¿Por qué no explotarlo, si es la única manera de salir, en el corto, mediano y largo plazo de esta situación?
Claramente sería un discurso en contravía de lo que estamos viviendo. Sería un discurso muy comprometedor, porque pondría de bulto muchas taras sociales.
Yo estuve en la comisión técnica de la campaña de Capriles, en el sector cultura. Pero nunca estuve de acuerdo con que las misiones tuvieran rango constitucional, o de que se exaltara a las misiones, porque son una relación de dependencia con el Estado. ¿Por qué no atreverse a cuestionar esas políticas? Ah, por lo que decían los expertos del marketing político. A la gente no le gusta. Si vas a funcionar por lo que le gusta a la gente, las mujeres en Venezuela no votaríamos. Imagínate a los adecos en los años 40, preguntándote. ¿Tú quieres que tu mujer vote? ¿Qué crees tú que contestaban los hombres? Qué va a estar votando esa. Esa no sabe nada. Esa va a votar por el que voy a votar yo. ¿Qué le dijo Andrés Eloy Blanco a Rómulo Betancourt? Esas mujeres son demócratas y si nosotros las acompañamos en su aspiración al voto, ellas van a votar por Acción Democrática. Así mismo fue. ¿Qué te parece? Eso es liderazgo político. Eso es brillantez intelectual. Un político genial es un político que sabe escuchar, sabe captar el espíritu de los tiempos y encarna ese espíritu rodeándose de gente que puede hacer efectivo los cambios de la sociedad.
Una de las actitudes que más conspira en contra de la liberación de la sociedad del yugo del Estado es el igualitarismo. Esa idea de que el progreso y el bienestar no son logros, sino cosas que nos merecemos. Que provea el Estado.
Claro, el igualitarismo se basa, precisamente, en el reparto de renta y en el discurso de la Guerra Federal. Ese no apreciar el mérito, la diferencia, lo ves por ejemplo, en pensar que un cupo universitario es un derecho. No. Un cupo universitario en una universidad pública deben alcanzarlo aquellos que tienen que alcanzarlo. Es que la gente más acomodada va a tener ventaja. Para eso tienes al Estado. Tienes que reforzar bien la educación pública y eso no va o pasar. El 50% de los estudiantes de educación básica que ingresaron a la Universidad Simón Bolívar en 1979, provenía de liceos públicos, no de colegios privados. El miedo al mérito, el miedo al conocimiento, el miedo al saber y el hecho de que sólo se reconoce el mérito deportivo, porque viene de los sectores populares, al igual que el sistema de orquestas, eso sí es chévere, porque los músicos vienen de los sectores populares, se refleja en el discurso de los políticos. Tenemos que tené pa comé. Y ellos piensan que eso es popular. Pero Rómulo Betancourt y Rafael Caldera se ganaron el apoyo de la gente con un discurso, vía radio y televisión, que, en el caso de Betancourt al menos, era ultra corregido. Hay que ver lo que es decir palabras como obsoleto y periclitado. Pero la gente entendía perfectamente, porque el líder político tenía que ser aquello a lo que se podía llegar, a través del trabajo y del esfuerzo. Es decir, el líder político no era el que iba a hablar como tú. Si vas a hacer complaciente, dejemos la sociedad como está.
Esa ha sido la modelación que hemos creado socialmente. Digamos que no ha habido necesidad de construir un contra discurso. No. Y por ahí llegamos a este punto, donde el ‘pran’ es el héroe. El tipo a que hay que seguir, el que vale la pena, el que señala el camino. Estamos obnubilados con esa figura, con ese personaje.
Las sociedades tienden a buscar salidas de carácter pragmático. Necesitamos orden. ¿Quién pone el orden? En una comunidad específica el orden lo pone el ‘pran’, la paz malandra como dice el padre Alejandro Moreno. La gente se va a inclinar por esa salida. Es decir, por una forma de organización que resuelva —como de hecho ha ocurrido en las cárceles— problemas de naturaleza inmediata. Aseguramos la paz, la supervivencia, cierto grado de orden, cierta solución básica a las necesidades y los servicios, ahora, que la salida sea tan machista, tan violenta, tan poco democrática, indica que hay un alto grado de descomposición de la sociedad que, además, está relacionado con la forma en cómo el poder se ha organizado en Venezuela a través de la revolución bolivariana. Y ha sido de forma absolutamente centralizada, con un alto grado de ineficacia y un manejo absoluto y personalista de la renta petrolera. Pero no quiero mencionar más al petróleo, porque creo que le ha traído grandes beneficios al país.
Algo que conviene repetir y tener en cuenta. Nosotros mismos nos hicimos esto. El chavismo ha ganado 14 elecciones desde 1998, la oposición apenas ha ganado dos. Todo ha sido convalidado mediante el voto.
A mí me ha llamado muchísimo la atención cómo hasta 2012, incluso hasta las elecciones de 2013, la sociedad venezolana se ha inclinado mayoritariamente por un modelo de gobierno que le quita sus competencias personales a la hora de escoger su propio destino, el destino de sus familias y el de sus hijos. Su educación. Su alimentación. Su seguridad. Su salud. Simplemente abdico mi soberanía popular a favor de un gobierno que me ha quitado mis competencias mínimas para resolver la vida. Por supuesto, eso tiene que causar una enorme desesperanza en el sector de la población que no está de acuerdo con eso, que es el sector de la población al que pertenecemos nosotros. Esa desesperanza se traduce, por supuesto, en que la gente, en algunos casos, emigra. En otros casos, hay gente que tiene una actitud interesante, yo sí emprendo, yo sí me quedo en el país. Pero también hay unos tontos y unos visionarios. Hay la actitud de Adrián Solano (el peor esquiador del mundo) que un mexicano, cuyo nombre no recuerdo, pero sí lo que dijo, definió como la actitud del pensamiento positivo pendejo. Es como si yo te dijera, mi gran sueño es ser Miss Venezuela. Tengo 53 años. 12 kilos de sobrepeso. 1,59 de estatura y uso lentes. Así es, Gisela. Qué valentía. O como si tú me dijeras. Mi sueño es ser bailarín de ballet. Ese es el pensamiento positivo pendejo. Eso ha sido absolutamente alimentado desde el Estado, partiendo de la idea de que todos podemos hacer aquello que nos propongamos, siempre y cuando, al combatir al enemigo imperialista y oligárquico, nos quitemos la visión individual.
¿Qué piensas de aquellos que afirman que hubo un linchamiento mediático? ¿Qué hay que averiguar cuáles eran sus verdaderas motivaciones de Adrián Solano? ¿Por qué no lo dejan realizar su sueño? ¿Por qué tanta maldad?
Tenemos la mentalidad de que podemos llegar lejos, puedo hacer lo que me proponga, siempre y cuando tenga una pequeña ayuda del Estado y otra, muy interesante, la ayuda de la familia. Mi abuelita —oye esto— me dio su pensión para que yo viajara a Finlandia. Mira la irresponsabilidad llevada al extremo. Tú le quitas la pensión a tu abuelita, porque tú tienes un sueño que es ir a una competencia a Finlandia y a caerte de culo durante todo el camino. Fíjate la enorme infantilización de la sociedad que hay. Es como cuando montas a un niño en un carrito, mira papá, mira mamá, soy campeón. El juego es necesario para desarrollar a los niños. Tú pones la moneda para que dé una vuelta. Abuelita, abuelita. Yo quiero ir para Finlandia. Y la abuelita pone su pensión. En la juventud, eso se traduce a lo siguiente. Yo me merezco un cupo universitario, ¿Por qué estoy aplazado si yo vine a todas las clases? Me preguntan alumnos de postgrado. Bueno, una maestría no se saca calentando un asiento. No estamos en sexto grado de primaria. Entonces, el derecho sin el deber y la ausencia de un liderazgo que te enfrente con el sentido del deber, con el sentido del trabajo. No hay quien diga, además, cosas que son tremendamente impopulares, pero que sin ellas, el país no saldrá adelante.
¿Cosas como cuales?
¿Cuál es el miedo de hablar del Fondo Monetario Internacional? Grecia acudió al FMI y Grecia es de izquierda. Venezuela es miembro del FMI. Venezuela necesita la ayuda de organismos internacionales, porque atraviesa por una crisis humanitaria. Nuestro deber como formadores de opinión pública, como gente que comunica, es decir. ¿Por qué no estudiamos lo que es el FMI en realidad? ¿Por qué no decimos lo que está ocurriendo? ¿Por qué nadie habla de lo que va a ocurrir con PDVSA por culpa de este gobierno? PDVSA necesita capital internacional. ¿Quién la va a rescatar y con qué dinero? Tiene que hacerse como una empresa mixta. ¿Alguien puede decir que PDVSA puede levantarse solamente con capital nacional? Pero a nadie le gusta decir eso, ¿Por qué? Da miedo.
El infantilismo hizo metástasis. ¿Cómo es que vamos a revertir la situación que estamos viviendo? ¿Cómo es que en algún momento nos vamos a dar cuenta de que ya tocamos fondo?
Decían unos estudiantes del oficialismo en un programa de TV, cónchale vale, la Universidad no es solamente comida y transporte. Yo estoy de acuerdo con ellos. Ah, no me digas que la izquierda se dio cuenta de que la Universidad no es solamente esas dos cosas. Los que estaban defendiendo que la Universidad era comida y transporte eran estudiantes de la oposición, ¿Por qué? Porque no tienen la capacidad intelectual y el genio político para decir que la Universidad no es comedor ni transporte. La Universidad es un centro para pensar, para investigar, para plantear cosas, para formarnos. Hombre, te están pagando la educación. ¿Tus padres no te pueden dar para la arepa y el pasaje? Si un muchacho no tiene para la arepa y el pasaje tiene que ponerse a trabajar para ayudar a su familia y estudiar de noche. Es como si la familia ya no tuviera ninguna obligación. En el programa de Chuo Torrealba, por ejemplo, que es el súmmum del populismo más agresivo y grosero que yo he visto en mi vida, está una mujer con cinco muchachos en un rancho. Un rancho de verdad, hecho con desperdicios. Se veía que era una crackera. El crack no impidió la capacidad reproductiva. Entonces, Chuo le decía. Pero dime, dime. Qué te parece a ti que el gobierno te tenga en este estado. ¡Ay, yo necesito una casita! La izquierda de antes le hubiera dicho, “muchacha no paras más”. Y lo que está diciendo el gobierno es que la gente debe tener los muchachos que pueda mantener.
Me voy a permitir utilizar la expresión del perdonavidas de la literatura, el señor Eduardo Galeano. Es el mundo al revés.
¿Sabes por qué no tengo esperanzas a corto, mediano y largo plazo? Porque el discurso de la oposición es un discurso que se conecta con victimización, en lugar de ofrecer el discurso de la ciudadanía, de la responsabilidad. ¿Qué le pasa a la izquierda? Una izquierda que te dice que el líder más importante del mundo es el Papa Francisco. Fin de mundo, Dolorita, como se decía en el siglo XIX. ¿Será que todo el mundo es papista, que le gustan los militares y quizás por eso les gusta Henri Falcón? Ah, con ese argumento no se hubiera logrado lo que te dije anteriormente, el sufragio de las mujeres. La oposición se conecta con el discurso victimista, que fue el que le dio éxito al chavismo. Pero fue el que destruyó al país también. Las políticas de Estado basadas en la víctima han destruido al país. Vamos a controlar a todos los enemigos del pueblo, porque el pueblo es víctima de todos los enemigos. Estos son los resultados de esas políticas.
Ciertamente, las bolsas de comida no caen desde un helicóptero, te las llevan a tu casa, a la puerta de tu casa.
Y es aleatorio, de repente te toca, de repente no. Todos mis ingresos son para comprar comida y ayudar a mi familia, todo se va en necesidades básicas. ¿A eso se reduce la expectativa de una democracia? ¿A comer, a comprar unas medicinas? ¿Por qué Miguel Pizarro, que es un líder joven que yo respeto, de lo único que habla es de pasaje, de medicina y de comida? ¿Dónde está la tecnología? ¿El conocimiento? ¿El siglo XXI? ¿Dónde está esa juventud que te habla de qué vamos a hacer con la tecnología que ha puesto en tus manos tanta información, tantas formas de trabajar, para la ecología, para los grandes problemas que estamos enfrentando, tanto en Venezuela como en el resto del mundo? Es una juventud que se conforma con un discurso del siglo XIX. La comida. La medicina. Que la gente no se muera de paludismo. Estamos profundamente envejecidos. Los jóvenes son todos conservadores. Además, todos son de izquierda. Y es una izquierda conservadora. Una izquierda que sueña con que el Estado resuelva todos los problemas. Y de paso te mete la empresa… el empresario… por no dejar.
No hay un liderazgo crítico que rechace la sacralización de la pobreza. Sería suicida. Perderías el favor de la gente. Si acaso una mención en las encuestas.
Una política asistencial y remedial es necesaria. Resolver necesidades inmediatas tiene un papel en la vida. Eso hay que hacerlo. Pero esa no es la visión de un estratega político. Esa no es la visión que va a sacar a Venezuela de los 30 años de atraso que tiene. Necesitamos una visión mucho más amplia. Un discurso más avanzado que el de Henri Falcón, por ejemplo. ¿Sabes que tenemos a un líder político que piensa que el líder más importante del mundo es el Papa Francisco? Sí, pero la separación de la Iglesia y el Estado fue un gran logro de la modernidad. El Papa Francisco es lo más conservador que existe. Es decir, es de izquierda. Francisco dice… en América Latina hay inmigración, crimen, hambre y devastación por culpa del liberalismo económico. Pero si está describiendo a Venezuela, donde no hay liberalismo económico. Entonces, tienes un liderazgo identificado con el Papa, un liderazgo conservador, que no tiene visión estratégica, que no le interesa la iniciativa privada, que no entiende los derechos sexuales y reproductivos. Esa es la izquierda emergente que tenemos en Venezuela, porque tenemos la otra izquierda, anacrónica y autoritaria, en el gobierno.
Parece que no hay crisis. Pero sí demasiadas inconsistencias, mucho miedo y sobrada incapacidad.
Hannah Arendt hablaba de los milagros políticos. Ella decía que la revolución norteamericana había sido un milagro político porque fue incruenta. Y fue realmente una revolución, porque transformó a la sociedad y aumentó las libertades, mucho más que la francesa. Los milagros políticos se dan, si hay un conjunto de factores. Si dices debe haber divisiones en el mundo militar, tiene que haber divisiones en el chavismo. Hay un discurso, incluso dentro del chavismo, de la productividad, del mérito. ¿Cuál es el factor aglutinante de todo eso? La gente. La gente que agarra todo eso y echa pa’lante. Cuando pienso en milagro político, pienso en un liderazgo que sepa hacer la unión de todo eso. Que haga del negocio petrolero el reparto universal de acciones, pero eso lo detestan los políticos venezolanos, porque no te deja la alcancía.