Europa trata de cerrar filas ante los ataques frontales de Trump
Manuel Valls, candidato presidencial, en un debate del domingo REUTERS
Valls dice que las declaraciones del inminente presidente de los Estados Unidos son «una declaración de guerra»
A pocos días de su mudanza a la Casa Blanca, Trump mantiene un discurso que, de implementarse, implicaría un giro radical en las relaciones transatlánticas establecidas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El último episodio llegó con una entrevista concedida al periódico británico The Times y el alemán Bild. Además de atacar a Merkel y a la UE, Trump puso en duda el compromiso estadounidense con la OTAN, que calificó de “obsoleta”.
Alemania acogió con extrema preocupación las últimas declaraciones del ya inminente líder de Estados Unidos. La entrevista supone un ataque frontal a la estrategia e intereses de Alemania: ataques a la Unión Europea, amenazas de altos aranceles a la industria del automóvil y críticas a la política migratoria de la canciller, Angela Merkel. Berlín respondió con cautela a las palabras del magnate, pero lanzó un aviso: el proteccionismo dañará a Estados Unidos.
El ministro de Economía y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, fue el que más claro habló sobre el riesgo de una guerra comercial. Gabriel alertó del daño que supondría para la industria estadounidense la introducción de un arancel del 35% a los coches de BMW producidos en México. El vicecanciller considera que las medidas propuestas por Trump tan solo lograrían que la industria de automoción de EE UU sea “peor, más débil y más cara”.
A este riesgo también se refirió el ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, que advierte de que el proteccionismo puede traer ventajas a corto plazo. “Pero siempre resulta perjudicial a largo”, dijo Schäuble a The Wall Street Journal en una entrevista previa a las declaraciones de Trump.
Angela Merkel, por su parte, se negó a entrar en el cuerpo a cuerpo. Pero se refirió al catastrofismo del estadounidense sobre el futuro del proyecto europeo con una respuesta significativa: “El futuro de la UE está en manos de los europeos”. Trump había observado que “la gente quiere su propia identidad. Más países van a abandonar la UE”.
Respuesta francesa
El ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, ha llamado a los Veintiocho a cerrar filas frente a los mensajes de Trump. “La mejor respuesta a la entrevista del presidente americano es la unidad de los europeos”, dijo a su llegada a la reunión de ministros de Exteriores comunitarios.
El ex primer ministro Manuel Valls, ahora libre de los corsés del cargo e inmerso en la campaña por ser el candidato socialista a la presidencia de la República, fue más duro con las referencias de Trump a Europa: “Es una provocación. Una declaración de guerra a Europa”, señaló a la cadena gala BFMTV.
Las instituciones europeas, en cambio, optaron por un compás de espera. Ante las bravatas contra Alemania y la UE, la Comisión (el brazo ejecutivo de la Unión) tiró de socarronería: “Hemos leído con interés las entrevistas”, se limitó a decir un portavoz. No hubo una palabra más alta que otra en Bruselas.
Bruselas pretende elegir con sumo cuidado el momento de pasar a la ofensiva, según las fuentes consultadas. La idea de las instituciones es reaccionar solo una vez que Trump haya tomado posesión, y siempre que siga usando el mismo tono de plaga de úlceras. “Si es necesario, Europa también puede poner presión sobre las empresas norteamericanas”, avisó el líder del PP europeo en la Eurocámara, Manfred Weber.
La Unión, en el fondo, sigue confiando en que el magnate modere su actitud tras la toma de posesión. A menos de 100 horas de esa ceremonia, ocurre más o menos lo contrario. Bruselas no sale de su asombro, pero conserva ese perfil bajo en parte por estrategia, en parte por necesidad: en varios países hay opciones políticas con mensajes similares al que encarna Trump, y tras su victoria electoral ya se convocó un consejo de Exteriores con urgencia que solo sirvió para dejar patentes las diferencias en el seno de la UE a escasos meses de que la ultraderecha mida su fuerza en Holanda, Francia y Alemania.
Solo el mensaje del presidente electo de EE UU sobre la OTAN (“está obsoleta”) provocó algo más de inquietud en público. El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, se mostró “confiado” en que EE UU “siga comprometido con la OTAN”, pero los ministros de Exteriores, reunidos en Bruselas, no escondieron la intranquilidad que provocan los mensajes de Trump hacia la Alianza y hacia el presidente ruso, Vladímir Putin.
El ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, señaló “la preocupación” con la que la OTAN ha recibido las declaraciones de Trump. Observó que estas generan “asombro y agitación”.