Gehard Cartay: ¡Gloria al bravo pueblo!
Tal como se esperaba, el contundente triunfo de la MUD este domingo abre una nueva etapa histórica en Venezuela.
La lectura correcta de esa formidable victoria radica, a mi juicio, en el contundente voto castigo contra el régimen de Maduro y su cúpula podrida. Y así deberían comprenderlo tanto ellos como la dirigencia opositora. Porque lo ocurrido tiene una única razón: los venezolanos estamos hartos ya de un modelo político y económico que sólo ha traído muerte, ruina, hambre, desempleo y pésima calidad de vida.
Por eso mismo, los resultados no podían ser otros: esta victoria aplastante del descontento nacional -a través de los candidatos de la MUD- estaba anunciada desde hace tiempo sobre un régimen que nos ha sometido a la peor crisis que Venezuela ha sufrido en los últimos cien años.
Por eso mismo, la protesta del pueblo se hizo a través del voto. Lo que se ha producido es una auténtica rebelión cívica de un país que quiere cambio y exige urgentes rectificaciones para no seguir hundiéndose en el precipicio de la ruina, el hambre y la miseria, producto de las nefastas medidas políticas y económicas adoptadas desde hace 17 años.
Y en esa rebelión popular -esto hay tenerlo muy claro, amigos lectores- hemos participado quienes adversamos desde sus inicios al régimen, pero también ahora sectores del chavismo de abajo, que sufren, como todos, el calvario de la inseguridad desbordada con sus 250.000 asesinatos desde 1999, la pobreza creciente, la escasez de alimentos, el alto costo de la vida, la peor inflación del mundo y la crisis de los servicios públicos, gracias a un régimen ineficiente y corrupto como el actual.
Por eso mismo triunfó el voto castigo en su contra. Que nadie se llame a engaño entonces. Que nadie de la MUD se engolosine con este triunfo. Que nadie lo asuma como fruto de su liderazgo, nacional o regional. La gente votó contra el régimen y a favor del cambio que todos queremos. Y los diputados de la MUD elegidos este domingo deben estar ahora al servicio de esa aspiración colectiva por mejorar nuestra calidad de vida, enderezar el rumbo del país y salir del criminal atolladero a que nos ha conducido el régimen derrotado este domingo.
Por eso mismo, la gente votó masivamente sin fijarse mucho en los nombres y apellidos de los candidatos, independientemente de sus méritos y de la extraordinaria campaña electoral que hicieron venciendo todo tipo de abusos oficiales y el ventajismo corrupto del régimen.
Porque la verdad es que la gente votó por algo muchísimo más importante. Votó por el cambio urgente que todos ansiamos, insisto. Y ojalá que el liderazgo opositor no se equivoque a la hora de evaluar lo ocurrido, si es que aspiramos en verdad lograr ese cambio verdadero en las próximas batallas electorales que tenemos por delante.
En ese propósito histórico, los dirigentes de la MUD deben comprometerse a mantener y consolidar la unidad por encima de todo. Fue la unidad de todos los factores que la integran la que hizo posible este triunfo clamoroso, junto al respaldo de sectores chavistas molestos con Maduro y su cúpula podrida. Fue un esfuerzo colectivo, un anhelo nacional, más allá de los liderazgos y los proyectos políticos. Y esto no puede olvidarse.
Por lo tanto, la MUD está también obligada a administrar su victoria con inteligencia, humildad y sensatez. No puede ahora hacer suyas la arrogancia, la prepotencia y la perversión hegemónica que condujeron al régimen a este estruendoso fracaso. Por el contrario, debemos apostar por la unidad nacional, la reconciliación de la familia venezolana y la grandeza de miras, si queremos sacar a Venezuela del foso en que ahora se encuentra.
El régimen, por su parte, debería asimilar la rotunda lección que el pueblo le ha dado al castigarlo como lo ha castigado con su voto. Cerca de ocho millones de votos en contra y más que duplicados en número de diputados, son datos que lo deberían obligar -si quieren a Venezuela y son inteligentes- a intentar las necesarias rectificaciones, abandonando su prepotencia, hegemonía y odio contra quien disiente de ellos. Está por verse si tendrán la grandeza para hacerlo.
Venezuela entra en una nueva etapa de su devenir republicano, luego de estos 17 años de odio, exclusión y destrucción. Vendrán pues nuevas victorias populares para enderezar el rumbo y construir el país que todos soñamos.