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Giorgia Meloni, el nuevo rostro de la derecha (radical) europea

Por qué la líder de Hermanos de Italia puede convertirse en la primera mujer jefa del Gobierno en el país

Es la nueva cara de la derecha europea y los sondeos no parecen dejar espacio para la duda: Giorgia Meloni (Roma, 45 años), al frente de su partido Hermanos de Italia, llevará a la coalición de centro-derecha a la victoria en las elecciones del 25 de septiembre. Todo apunta en la misma dirección: Meloni navega con un viento fuerte de popa. Establecería dos récords históricos: Primera mujer jefa de Gobierno en Italia y primera personalidad del posfascismo en conquistar el poder en forma democrática. «El mundo entero seguirá con mucha atención el resultado de las elecciones en Italia», ha comentado el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell.

Además de ser la tercera economía de la Eurozona, Italia suscita hoy enorme interés porque el resultado de las elecciones puede tener gran repercusión en Europa. Desde noviembre del 2011, la derecha está ausente de Palacio Chigi, sede de la jefatura del Gobierno. Si ahora vuelve sería completamente normal, teniendo en cuenta que Italia es un país tradicionalmente de derechas.

Giorgia Meloni se ha convertido en un auténtico fenómeno político, logrando un consenso que era inimaginable hasta hace poco tiempo. Sin duda, se ha visto favorecida al ser el único partido importante que ha hecho oposición al Gobierno Draghi, capitalizando el descontento de los italianos con la clase política. En diciembre del 2012 cofundó Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia, FdI). Su crecimiento ha sido espectacular. En las elecciones del 2018 obtuvo el 4,3% de los votos. Hoy la mayoría de las encuestas señalan que FdI es el primer partido del país, superando el 24% en intención de voto, con tendencia creciente. Con una ley electoral que favorece claramente a las coaliciones, la derecha formada por Hermanos de Italia con la Liga, liderada por el soberanista euroescéptico Matteo Salvini, y Forza Italia de Silvio Berlusconi, obtendría el 48,5% de los votos, frente a una izquierda dividida que se sitúa en el 29,5%, según una encuesta del canal de televisión SkyTG24, publicada el lunes. La diferencia entre las dos coaliciones es de 19 puntos.

No es casual que Meloni encabece las encuestas. Cuentan sus méritos: muchos años de militancia, duro trabajo, seriedad e inteligencia política. No lo ha tenido fácil. A los 15 años se inició en la política, en el movimiento estudiantil. Antes de hacerse periodista, se buscó la vida en diversos trabajos, como camarera o babysitter: «El trabajo tiene siempre una dignidad. Me han insultado durante años por ser camarera -dijo hace unos días-, pero ser camarera me ha enseñado mucho más que estar en el Parlamento». A los 21 años fue elegida asesora de la provincia de Roma. Fue vicepresidenta de la Cámara de diputados entre el 2006 y 2008. Tiene el récord de ministro más joven en la historia republicana, cuando a los 31 años fue nombrada ministra de la Juventud en el Gobierno de Silvio Berlusconi. Es la única mujer líder de un partido político italiano y europeo. En el 2020 fue elegida presidenta del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, del que también forma parte su socio español Vox.

A Meloni se le reconoce, incluso por parte de sus adversarios, una virtud no frecuente en política: la coherencia. Muchos le votan por esto. Otros por el deseo de novedad y la desesperación que existe por la crisis económica. Así lo explica Giovanni Orsina, con varias publicaciones sobre la derecha y profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Luiss de Roma: «Los italianos que le voten lo harán sólo en parte por sus méritos. Lo harán aún más porque están desesperados, la ven como su último recurso, porque la líder de los Hermanos de Italia es la única que nunca ha sido sometida a la prueba [en la jefatura del Gobierno], donde todos los demás sí han estado y han fracasado. Es la misma, idéntica razón por la que, antes que ella, votaron por Grillo, Renzi y Salvini: Por la novedad», afirma el profesor Orsina en La Stampa.

Familia humilde

Madre soltera, Meloni mantiene una relación con un periodista, padre de su hija Ginevra, de 6 años. En el libro autobiográfico, ‘Yo soy Giorgia. Mis raíces, mis ideas’ (Rizzoli, mayo 2021), del que se publicaron 14 ediciones en tres meses, cuenta que nació porque su madre decidió no abortar y que su padre, Franco, un asesor fiscal en Roma, abandonó el hogar y se marchó a las Islas Canarias. «Lo que me ha marcado de verdad fue su total desinterés por nosotras. Exactamente ese es el motivo por el que, a los once años, decidí que no habría querido verlo nunca más», cuenta Meloni en su autobiografía, en la que se muestra con gran sinceridad, hasta el punto de no ocultar el trauma de la ausencia del padre.

«Debo todo solo a mi madre. Porque la verdad es que yo no debería haber nacido -explica Meloni-. Cuando ella se quedó embarazada, tenía 23 años, una hija (Arianna) de un año y medio y un compañero -mi padre- con el que no andaba ya de acuerdo y que, desde hacía tiempo, tenía listas las maletas para marcharse lejos. Una familia herida» (…). «Casi la habían convencido de que no tenía sentido dar a luz a otra niña en esa situación», escribe Meloni en su autobiografía. Al final, cuando su madre se dirigía a la clínica para abortar, en la puerta cambió de idea: «No quiero abortar. Mi hija tendrá una hermana». Esta es la confesión que hizo a Meloni su madre.

El partido Hermanos de Italia es heredero de una cultura nacida del posfascismo, pero no puede ser considerado neofascista, según el politólogo y profesor emérito de Historia contemporánea Ernesto Galli della Loggia: «Fratelli d’Italia podría legítimamente aspirar a representar en Italia la derecha conservadora que nunca existió en la Segunda República. Una derecha conservadora muy diferente a la del pasado». Giorgia Meloni explica así la identidad de Hermanos de Italia: «No somos una repetición de cosas ya vistas, no somos ninguna de las viejas etiquetas. Estamos listos para emprender un nuevo viaje que traerá las ideas de los conservadores al gobierno del país, cuando los italianos nos llamen a esta responsabilidad».

Hablando en un mitin de Vox Marbella, en la campaña de las elecciones andaluzas, Meloni criticó la inmigración masiva, el radicalismo islámico o la ideología de género. Su discurso se convirtió en viral y fue muy criticado por su tono. Luego se disculpó: «Demasiado emotivo. Cuando estoy cansada no logro modular un tono apasionado que no sea agresivo», reconoció a La Stampa. Pero Meloni mantiene las ideas de su discurso. Para evitar la inmigración clandestina, propone el bloqueo naval. Y en relación con la ideología de género, es radical en su rechazo: «Las mujeres de derecha interpretamos la paridad como un desafío. Sabemos que nadie nos regala nada. Nunca acepté el principio de recibir un tratamiento diverso por ser mujer. Quiero lograr mis objetivos gracias a mi capacidad y no por el género».

Desde luego, la líder de Hermanos de Italia ha moderado su tono en la campaña electoral italiana. El objetivo de Meloni es tranquilizar a los votantes, al poder económico, a los mercados y a sus socios occidentales, rechazando rotundamente las acusaciones de nostalgias neofascistas. Lanza dos claros y fuertes mensajes: no es una extremista como la pintan sobre todo en los medios internacionales, y su eventual Gobierno salvaguardará la estabilidad de Italia y su lugar en Europa. Elsa Fornero, economista y exministra de Trabajo, muy distante políticamente de Meloni, destaca su «perspicacia política»: «Se considera cercana a su objetivo de presidir el Gobierno. Como sabe que los problemas del país son muchos, trata de ser más prudente. Ella sabe que estar en el Gobierno conlleva responsabilidad, que los mercados son importantes y pueden provocar un estado de emergencia financiera en muy poco tiempo. Meloni lo sabe bien y actúa con cautela». En política exterior, ha apoyado la política atlantista de Mario Draghi y el envío de armas a Ucrania, condenando la agresión rusa.

Está por ver, si se trata de una derecha liberal-atlantista o una derecha soberanista al estilo del primer ministro húngaro Viktor Orbán. «Meloni y Orbán son conservadores, pero operan en dos contextos diferentes. El año 1989 [caída del Muro de Berlín] no borró todas las diferencias sociales y culturales existentes en Europa del Este y Europa Occidental», afirma el politólogo Marco Tarchi, y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Florencia. Meloni, por ejemplo, se distancia del modelo de familia tradicional de Orbán, que relega a las mujeres al trabajo de cuidar a los hijos a cambio de exenciones fiscales. Meloni compatibiliza familia y trabajo: «Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, tiene siete hijos, Roberta Metsola, presidenta del Parlamento europeo, está criando cuatro niños». «Si llego a ser primera ministra -asegura- no renunciaré a nada de lo que se refiera a mi hija Ginevra. Las mujeres se organizan siempre».

Cambio histórico-político

En un vídeo, con un mensaje en inglés, francés y español, Giorgia Meloni condenó de forma expresa y contundente el fascismo y las leyes raciales del régimen fascista de Mussolini. «La derecha italiana -dijo Meloni- ha relegado el fascismo a la historia desde hace décadas, condenando sin ambigüedades la supresión de la democracia y las vergonzosas leyes contra los judíos». Giorgia Meloni se distanció de las posiciones de extrema derecha con las que se suele asociar a su partido y se presenta como una líder conservadora: «Tengo el honor de liderar el Partido Conservador Europeo, que comparte valores con los conservadores británicos, los republicanos estadounidenses y el Likud israelí».

Ningún analista serio considera hoy a Hermanos de Italia un partido fascista, aunque haya algunos nostálgicos del pasado en sus filas o entre sus simpatizantes, con gestos como el llamado saludo romano o fascista. «Eso es solo folclore», afirma Marco Tarchi, profesor de Ciencias Políticas. Sobre un eventual Gobierno Meloni, el profesor Tarchi declara: «No veo ningún peligro. La polémica del fascismo es algo que hoy solo interesa a la izquierda y al centro izquierda». Contundente se muestra también el profesor Ernesto Galli della logia, editorialista del Corriere della Sera, quien considera que estas elecciones pueden representar un cambio real y profundo en Italia: «Si gana el partido de Giorgia Meloni, estamos ante un importante punto de inflexión histórico-político en Italia: el fin del paradigma antifascista de la República. Después de haber señalado que la derecha no ha roto sus lazos con el fascismo, la consecuencia de su victoria es esta: el paradigma ha sido derrotado».

 

 

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