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Héctor Quintero Montiel: Conflicto Hamás-Israel se refleja en las universidades

Estudiantes se atrincheran en sus protestas contra la guerra en universidades de Estados Unidos | Internacional

 

 

Desde las manifestaciones en los años 60 y 70, entonces en curso la guerra de Vietnam, en los pasillos y jardines de las universidades estadounidenses no se habían producido protestas multitudinarias en ellas. Sin embargo, las protestas en las universidades estadounidenses no son algo nuevo en los últimos meses. Desde los atentados de Hamás contra Israel el 7 de octubre, en los que murieron cerca de 1.200 personas, y el comienzo de la guerra en Gaza, las manifestaciones se han sucedido con más o menos intensidad.

En abril de 1968 también se acercaba el final del ciclo escolar, cuando los estudiantes tomaron cinco edificios del campus. Había varios motivos. Algunos protestaban contra la relación de la universidad con un instituto que hacía investigación armamentística para la guerra de Vietnam; otros se oponían a la forma en que la elitista escuela trataba a los residentes negros y de otras minorías raciales en las comunidades aledañas a la institución, así como el ambiente que vivían los estudiantes pertenecientes a minorías.

En la década de los 70 irrumpe en el mundo la película Las fresas de la amargura, filme que rescata la emoción de las rebeliones universitarias que sacudieron a Estados Unidos a finales de la década de los 60. Eran huelgas por cambios en las universidades y entre los paradigmas estaban la guerra contra Vietnam, Luther King, Mao, el Che y Robert Kennedy. Estos, también ayudaron a inspirar las protestas contra el apartheid en Sudáfrica de la década de 1980, o la guerra de Irak.

Recientemente, los campus universitarios en Estados Unidos se han convertido en el epicentro de las protestas propalestinas, se ha desatado algo más que una guerra de ideas. Estudiantes de diversas instituciones han alzado su voz en medio del conflicto entre Israel y Hamás. Luego del ataque de este grupo al sur de Israel la tensión que se vive entre los estudiantes de uno y otro sector es preocupante. Durante años, vivieron juntos en sus clases, convivieron en sus jardines y dormitorios, ahora de nuevo la crispación regresa a los recintos educativos.

El conflicto entre Israel y Hamás ha avivado la agitación en las universidades estadounidenses, se ha desatado algo más que una guerra de ideas; las protestas palestinas cobran fuerza. En respuesta al conflicto entre Israel y Hamás, los campus bullen de protestas y proclamas, manifiestos y acusaciones magnificadas por las redes sociales. La crispación deriva en amenazas y, en algunos casos, ataques. 

Me parece sensato, antes de ahondar en el tema que nos atañe, clarificar el concepto de semita, toda vez que existe la noción generalizada basada en la creencia que solo un lado es señalado como perteneciente a esas raíces. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española entendemos que semita es: “Dicho de una persona: Que pertenece a algunos de los pueblos que integran la familia formada por los árabes, los hebreos y otros”.  Según la tradición bíblica son los descendientes de Sem. Semitismo, es el “Conjunto de las doctrinas, instituciones y costumbres de los pueblos semitas”. Judaísmo, hebraísmo, arabismo son semitas. Antisemitismo: “Actitud o tendencia antisemita”. O sea, tanto los árabes como los judíos son de origen semita, continuando con la definición de la Real Academia de la Lengua y la tradición bíblica.  Una vez aclarado este tema continuamos con nuestro análisis.

Obviamente, el antisemitismo no es el único odio que existe en Estados Unidos. Desde el 7 de octubre, también ha habido incidentes de violencia anti musulmana, recordando la fobia desatada a raíz de los atentados a las torres gemelas, al pentágono y otras localidades. Poco después del ataque de Hamás a Israel, el rector del sistema universitario estatal de Florida ordenó la desactivación de capítulos de estudiantes por la Justicia en Palestina basándose en la idea de que sus materiales escritos proporcionaban “apoyo material” a una entidad terrorista designada, en violación de la ley Federal. Pero lo que les está sucediendo a los estudiantes y profesores judíos en varios campus de élite es tan amplio y absorbente que sólo puede describirse como antisemitismo islámico. 

El movimiento estudiantil en apoyo a los palestinos se ha cimentado a lo largo de varias décadas vinculando otros temas. Los Estudiantes por la Justicia en Palestina, una confederación vagamente relacionada que surgió a principios de la década de 1990 en la Universidad de California, campus Berkeley, intencionalmente invitó a otros activistas —ambientalistas, opositores a la intervención estadounidense en Latinoamérica, críticos de la guerra del Golfo— para ampliar la base del grupo.

Columbia University Apartheid Divest (CUAD) una de las asociaciones que agrupan a los manifestantes, expresó en un comunicado «continúa inversión financiera de la universidad en empresas que se benefician del apartheid israelí, el genocidio y la ocupación militar de Palestina». Algunas universidades europeas se han sumado a las protestas estudiantiles.

Estas protestas reflejan la intensidad de las opiniones y la magnitud del conflicto en curso. Los estudiantes están expresando sus demandas y preocupaciones, y las universidades se ven atrapadas en medio de esta controversia. Con el aumento de los incidentes antisemitas en los últimos años, la retórica de odio, el acoso e incluso la violencia han sustituido con demasiada frecuencia al diálogo y los debates académicos en los campus.

Las demandas han generado enfrentamientos entre estudiantes, en los que los propalestinos exigen que sus escuelas condenen la ofensiva de Israel en Gaza y se desvinculen de compañías que venden armas a Israel. Por su parte, algunos estudiantes judíos aseguran que buena parte de las críticas hacia Israel se han convertido en actos de antisemitismo que los hacen sentir inseguros y destacan que Hamás aún tiene cautivas a algunas de las personas que tomó como rehenes en su incursión del 7 de octubre en el sur de Israel. 

Sin duda, la crítica y el debate sobre las políticas del Estado de Israel, al igual que la crítica de las políticas y acciones de cualquier país, forman parte de un ecosistema universitario sano. La Primera Enmienda protege el derecho al boicot, así como el derecho a participar en una retórica dura y divisiva. Sin duda, se puede criticar a los dirigentes y las acciones de Israel sin ser antisemita.

Las tensiones en las universidades estadounidenses y las protestas propalestinas de los estudiantes se han intensificado en ambas costas. En la Universidad de Columbia, cientos de personas han sido instadas a levantar un campamento, mientras docenas de inconformes permanecen atrincherados en dos edificios en un campus universitario en el norte de California. Estos incidentes forman parte de las manifestaciones estudiantiles que se han extendido por todo el país debido al conflicto entre Israel y Hamás.

La propia Casa Blanca emitió un comunicado en el que condenaba los incidentes de antisemitismo. “Aunque cada estadounidense tiene el derecho a protestar pacíficamente, los llamamientos a la violencia y a la intimidación física contra los estudiantes y la comunidad judía son obviamente antisemitas, excesivos y peligrosos. Y al hacerse eco de la retórica de organizaciones terroristas, resultan despreciables, especialmente tras la peor matanza perpetrada contra el pueblo judío desde el Holocausto”, apuntaba la declaración.

Las reivindicaciones, que han atraído también a participantes no relacionados con las universidades, han puesto a prueba el equilibrio entre la voluntad de defender la libertad de expresión y la obligación de crear un espacio en el que todos los estudiantes y trabajadores se sientan seguros, alegan las autoridades. Algunos estudiantes judíos aseguran que ya no se sienten a salvo en sus respectivos campus y que crecen los incidentes y los sentimientos, de antisemitismo. 

El manejo de esta situación por parte del presidente Biden también está siendo seguido de cerca por los votantes judíos y árabes en estados indecisos y cruciales. Su decisión, se verá reflejada en los resultados electorales de noviembre. Ello se complementa con la situación actual de la migración extranjera, esperaremos.

 

 

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