Hoyos: Aumenta el ruido en el cotarro
Mientras yo estaba de viaje, el cotarro político colombiano se agitó mucho. El tema más delicado es saber si la polarización se va a imponer y el centro va a quedar borrado del mapa, o no. Yo espero que no. El propio lunes en que escribo esta columna la juez Sandra Heredia se gastó varias horas leyendo su fallo en el juicio contra Álvaro Uribe. Al menos yo no entendí por qué eran más de mil páginas. Claro que hay que sopesar montañas de evidencia, pero un fallo debe ser sencillo: inocente de esto por esta razón, culpable de aquello por esta otra. Y ya. En opinión de la juez, Uribe es culpable, algo que paradójicamente podría favorecer a sus candidatos en las elecciones que vienen, además de que los allegados a Trump están reaccionando airados. Claro, quedan al menos tres opciones de apelar el fallo. Por su parte Daniel Coronell escribió en Cambio una columna maniquea sobre el expresidente. Una cosa es no ser uribista –yo no lo soy– y otra sesgarse de esa manera. Por lo demás, el mando de Uribe terminó en 2010, hace nada menos que quince años.
En sus mensajes la izquierda radical pretende borrar cualquier intento de moderación del resto del espectro. O sea, se es petrista a ultranza y se quiere que este mandón se perpetúe en el poder, o se está pidiendo que regrese el paramilitarismo. No ven nada en la mitad. ¿Y el centro? Pues para los radicales de izquierda los del centro son uribistas y derechistas camuflados. Nunca han explicado bien de dónde sale esta idea deschavetada.
Viniendo de una orilla muy diferente, Sergio Fajardo acaba de lanzar su campaña presidencial y, así al rompe, sus perspectivas lucen prometedoras. ¿Ya ganó? Por supuesto que no; le queda mucho camino por delante, en el cual uno aspira a que sortee los múltiples obstáculos que sus adversarios van a poner en su camino. Claro que también hay críticas: que si la llegada de Antoni-Gutiérrez Rubí, el exasesor catalán de Petro, es un mal signo, que si la senadora cristiana María Luisa Piraquive va a descarrilar el tren, según su costumbre. Debe uno decir que Sergio tiene la notoria virtud/defecto de que solo hace lo que le viene en gana, así que ambos personajes podrían pasar un poco de agache.
En el centro hay otros candidatos: Enrique Peñalosa, Claudia López y David Luna, para mencionarlos apenas a ellos. Lo que ha dicho Sergio sobre la eventual convergencia es sensato. Dado que son tantos, es preciso esperar hasta diciembre de este año para que se decante la lista y ahí sí buscar un mecanismo de consulta. Tampoco está del todo claro qué programa concreto ejecutaría Fajardo de ser elegido y eso podría implicar problemas.
Aclaremos varias certidumbres que tenemos los muchos que nos ubicamos en el hueco de la mitad. Sí, es cierto que la virulencia política, de lado y lado, ha sido excesiva en la historia de Colombia, así se puedan señalar épocas en que no hubo violencia o hubo muy poca. Sin embargo, no existe la maldición de vivir en medio de una inmensa polarización que convierte cualquier ida a tomar café en una batalla campal. No hay tal que toda posición que muestre un desacuerdo entre partes, ni siquiera cuando es fuerte o marcado, implica un peligro de violencia. Es preciso apaciguar los ánimos. Una buena vía para lograr eso sería elegir moderados al Congreso y a la presidencia. Es al menos lo que yo pienso hacer en las consultas y en las elecciones del año entrante.
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