Las falencias de la vacunación las primeras semanas anticipan los líos con las nuevas dosis
El fin de semana llegaron al país 1.506.644 dosis de vacuna de Sinovac, de lejos el mayor embarque hasta ahora. El plan del Gobierno es que, junto con otras 802.120 que llegarían en 10 días, el país tenga las suficientes para arrancar con los pinchazos masivos para terminar el mes con 3.461.000 dosis.
Pero para ponerlas rápido falta superar los líos que ya mostró el plan de vacunación en estas primeras dos semanas; con menos dosis disponibles, podría ser un prólogo de lo que viene.
Y es que doce fuentes enteradas, entre expertos, funcionarios y políticos, coinciden en que lo que ha pasado deja grandes dudas sobre las posibilidades de éxito de la vacunación. Sobre todo, por problemas con las bases de datos y la ubicación de personas, la aplicación de vacunas y la transparencia de la información.
De hecho, hasta ayer solo se habían puesto el 58,2 por ciento de las 509.724 dosis que llegaron entre el 15 de febrero y el 5 de marzo, porque el país solo pudo poner unas 15.000 dosis al día, cuando la meta del Gobierno es poner 100 mil.
El Gobierno se comprometió a que el 17 de marzo, cuando se cumpla un mes desde el primer pinchazo, por lo menos un millón de personas tengan la primera dosis. Al ritmo actual, la suma sería más bien de 700 mil, lejos de esa meta.
El problema para actualizar las bases de datos
Antes de que llegaran las primeras dosis, el economista Roberto Angulo señalaba, en esta entrevista para La Silla, que el gran reto para el Gobierno era mantener actualizada y completa una base de datos con la información real de la gente.
Según el Plan de Vacunación, el Ministerio de Salud es el encargado de crear y administrar esa base de datos. Para eso la alimenta con unas 20 fuentes, desde el Sisben o Colpensiones, hasta la Registraduría, el Ministerio de Educación y Migración Colombia, pasando por la Base de Datos de Afiliados del Sistema de Salud (Bdua).
Como explicamos en el Pe a pa de la vacunación, esa base de datos es clave para todo el plan. Es allí que las EPS actualizan la información de sus afiliados para que luego las clínicas y hospitales (IPS) pongan la vacuna. Con la información de esa base de datos, ellas definen cuándo y a dónde debe ir cada persona.
Además, esa base de datos alimenta el portal MiVacuna, en el que cada persona puede ver a qué etapa pertenece, y postularse a una etapa diferente si cree que tiene derecho a ello. Eso ya está funcionando para las personas de la etapa 1, pero ha estado rodeada de críticas porque justamente las dos semanas de arranque mostraron problemas con la base de datos.
Juan Carlos Giraldo, presidente de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, denuncia uno.
Dice que las IPS, encargadas de contar quienes son los trabajadores de la salud de cada etapa, ya enviaron la información de las 350 mil personas que trabajan en la primera línea de atención en salud. Pero que “persisten discrepancias” entre esos datos y la base maestra que actualiza MinSalud solo después de revisar la información que le mandan.
Giraldo cuenta que todavía hay personas de la primera línea que no se encuentran en MiVacuna, algo que viene pasando desde que aterrizaron las primeras vacunas como contamos aquí, y que no se ha superado del todo.
Dice que eso se debe a que “el Ministerio se demora en migrar la información entre las bases”. Le preguntamos oficialmente al Ministerio sobre este punto y el resto de la historia desde el jueves pasado, y no recibimos respuesta hasta el momento de publicar esta nota.
En todo caso, la demora se debe a que para el Ministerio la velocidad de carga no lo es todo, pues si no revisa la información puede haber personas que aparecen en primera fila y que no deberían estar en ella. Es decir, hay una tensión entre poner rápido y ponerle a quienes toca.
Esa tensión la muestran casos como el del cirujano plástico santandereano que sin ser de primera línea, le pusieron la vacuna; o los médicos que denunciaron que en el Hospital Kennedy de Bogotá los citaron, pero no los vacunaron.
Una fuente en el Gobierno le dijo a La Silla que después de los pequeños escándalos, las IPS quitaron de sus bases de datos entre 10 y 15 mil personas que no eran de primera línea.
Agregó que muchos de ellos aparecieron de nuevo en la base de datos cuando MinSalud la reprocesó. Es decir, que las IPS los habrían quitado y vuelto a meter, lo que muestra lo difícil de administrar ese problema.
Un problema que se notó en las regiones, como cuenta el gerente covid de Bolívar, Willy Simancas: dice que las IPS cargaron a tiempo la información del personal de primera etapa, pero que “de manera extraña (el sistema) lo reclasificó en categoría dos”.
Por eso, cuando llegaron a que los vacunaran no estaban en MiVacuna y tocó suspender la aplicación. “Eso demoró uno o dos días ,mientras el Ministerio resolvía las inconsistencias en las bases de datos”, cuenta.
Si Simancas señala al Ministerio, otros señalan a las IPS. Como en Antioquia, donde la Gobernación dijo oficialmente a La Silla Vacía que algunas instituciones no supieron identificar bien qué es primera y segunda línea, y que eso se ha demorado la aplicación.
Ese dilema entre la necesidad de vacunar de forma eficiente y la de ser equitativo, evitando colados, está en el corazón del Plan de Vacunación, que tiene a la eficiencia y a la equidad como dos de sus prioridades.
En principio, el chicharrón es del Ministerio, porque controla la base de datos.
La tensión se ha zanjado a favor de la equidad, con decisiones de los entes de control de hacer ruido por posibles problemas, como la de la Contraloría de darle todo el despliegue a la presunta pérdida de 15 vacunas hace dos semanas (algo que es relativamente normal que suceda). Eso hace que los funcionarios sientan más presión de evitar colados, que de lograr que las vacunas se pongan rápido.
Esa presión y la decisión del Gobierno de mantener un control férreo sobre cada vacuna producen una demora. Y esto se suma a problemas más locales.
Las regiones no están vacunando a toda marcha, pero hay razones que lo explican
Víctor Muñoz, director del Dapre y vocero de Iván Duque para el tema, dijo el viernes a El Tiempo que “Colombia avanza a buen ritmo”, que ese “ritmo es incremental”, una afirmación debatible que chequeamos acá, y que la idea no es usar toda la capacidad para poner todas las dosis disponibles de un golpe, sino mantener una velocidad constante.
Eso tiene una razón: reducir costos.
Por ejemplo, si se contratan muchos vacunadores y se gastan las vacunas rápidamente, es probable que luego se queden sin tener nada por hacer mientras llegan más vacunas. Y eso lo puede leer un ente de control como un mal uso del dinero público.
Por eso es que Diego García, gerente del covid en Cundinamarca, dice “no saco nada con ponerme a correr”. Para él puede ser más costo-efectivo espaciar la aplicación de las dosis que han llegado durante varias semanas y así mantener equipos más pequeños que van vacunando de a pocos, sin parar nunca.
Aunque ese no es el único motivo para que las regiones vayan más lento de lo que podrían. Para el salubrista Luis Jorge Hernández, no haber puesto más no es solo una elección calculada.
Para Hernández, quien como asesor de la Alcaldía de Bogotá para covid ha estado al tanto de la vacunación, también ha habido retrasos en la distribución y en sacar las resoluciones que reparten las vacunas en todo el país.
Efectivamente, cuando llegaron las primeras 192 mil dosis de Sinovac el 20 de febrero, la alcaldesa Claudia López criticó que duraron dos días guardadas en la Zona Franca de Bogotá mientras el Ministerio sacaba la resolución. Dos días en que no pudieron salir a otros lugares, ni siquiera a la misma Bogotá.
Además de esas demoras por evitar sobrecostos y por burocracia lenta, ya se ve venir otra por un obstáculo que sigue sin solución: contactar a todos los mayores de 80 años.
Las EPS siguen quedadas actualizando los datos: clave para agendar a los adultos mayores
Las IPS solo pueden poner las vacunas si se contactan con los pacientes y les avisan que tienen una cita. El reto, que reconocen los gremios de las EPS como Acemi, Gestarsalud o el comité de aseguramiento en salud de la Andi, es ubicarlos a todos.
Eso porque hay personas que cambiaron de teléfono, no responden las llamadas, no quieren que los contacten o simplemente no se puede llegar a ellos por celular o correo electrónico, y toca ir a buscarlos.
Las IPS han llamado la atención sobre ese problema, señalando a las EPS como responsables de resolverlo.
Juan Carlos Giraldo explica que las EPS les entregan bases de datos con el 70 u 80 por ciento de la información de los afiliados, y que esos huecos hacen imposible agendar a todas las personas.
Elisa Torrenegra, directora de GestarSalud, dice que las EPS intentan articularse mejor con las IPS, y reconoce que aunque las clínicas y hospitales han hecho esfuerzos por contactar a los pacientes, “se cuenta con datos de contacto de 3 de cada 4 mayores de 80 años”.
Ese problema para ubicar a los adultos mayores, que están empezando a recibir las dosis, ha sido muy sonado en el Valle de Cauca, donde solo han podido contactar la mitad de los 143 mil adultos mayores del departamento.
La respuesta en algunas regiones es armar dispositivos para conseguirlos a todos.
Por ejemplo, hasta el viernes en Cundinamarca no habían podido encontrar al 18 por ciento de ellos. Y para eso las EPS, las alcaldías, las juntas de acción comunal, el Icbf, el DPS y líderes comunitarios están armando una alianza para ubicarlos directamente donde estén; por ejemplo, con los alcaldes viajando a las zonas rurales para buscarlos de casa en casa o haciendo perifoneo en los municipios.
Es posible seguir avanzando en la vacunación mientras se ubican a esos mayores, pero eso seguramente afecta la meta del plan de reducir la mortalidad por el covid, ya que son ellos quienes tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente.
Y si se siguen poniendo dosis, pero mueren personas por covid, es más difícil crear la confianza para que más personas lleguen a las IPS a buscar las dosis, y así se acorte el lío de ir a buscarlas.
Sobre todo cuando Chile, el referente en la región por su velocidad de vacunación, tiene un tablero que muestra sus avances por edad, sexo y regiones, para primera y segunda dosis.
En contraste, en Colombia no hay nada parecido aunque sí lo hay para la situación epidemiológica del covid. Solo están las infografías que publica a diario el MinSalud, y los datos de cuántas dosis han llegado y cómo se asignan.
Ese bache, que señaló Carolina Botero como falta de transparencia en una columna en El Espectador la semana pasada, hace más difícil crear esa confianza.
Por eso Pilar Saenz, una física que trabaja con Botero en la fundación Karisma (dedicada a derechos humanos y tecnología), armó una base de datos a partir de los reportes diarios y las resoluciones de asignación para visualizar cómo está la aplicación de vacunas.
Es un trabajo similar al que ha hecho Silvana Zapata, científica de datos, aquí.
Para una fuente del Gobierno que tiene cómo saberlo, y que accedió a hablar sin revelar su identidad porque no es vocera, el MinSalud se durmió en crear un portal con esa información. Algo que señala las limitaciones en la comunicación del Gobierno para crear confianza en el Plan.
Como todavía hay un 22 por ciento de los colombianos que dice que no se atrevería a recibir una vacuna, según la encuesta Invamer Poll de la semana pasada, esa confianza puede ayudar a acelerar el plan.
Pero esa opacidad no solo dificulta crear confianza. También hace más difícil ver los otros problemas que han aparecido en las primeras dos semanas de vacunas.
Problemas que pueden crecer con las millones de nuevas dosis, y que pueden alejar definitivamente el sueño de lograr una vacunación tan rápida como la de Chile.