Las huellas de Carlos Gardel en Córdoba, donde cantó y «farreó»
CORDOBA. Carlos Gardel es sinónimo de la Argentina -mal que le pese a Uruguay , donde nació- y de Buenos Aires; pero también anduvo cantando y paseando por Córdoba, donde hay distintos lugares que lo recuerdan. Hace 105 años, en 1914, el Zorzal Criollo vino por primera vez a cantar al teatro Novedades; se alojó en un hotel a pocas cuadras -todo en pleno centro- y anduvo «de farra» por diferentes bares y casonas de la zona «orillera», donde hoy está el Mercado Norte. Además, en una casa de veraneo de la familia Fortuny en Río Ceballos había cientos de objetos del cantor.
Allá por 1914
El sábado 11 de julio de 1914, Carlos Gardel y José Razzano cantaron en Córdoba; vinieron con la compañía de los ya entonces consagrados directores Luis Vittone y Segundo Pomar. Tres meses antes habían estrenado la obra «El Cabaret», de Carlos Pacheco, en el Teatro Argentino de Buenos Aires y las críticas eran muy buenas. Actuaron en el Teatro Novedades, al 300 de la calle Rosario de Santa Fe.
Gardel y Razzano pararon en el Gran Hotel Victoria. En aquellos años era de los mejores de la ciudad; estaba a 200 metros del teatro (en 25 de Mayo al 200) y en el último piso tenía una sala pequeña que servía para ensayar. El dueño del alojamiento, el italiano Pantaleón Andruet, hizo marketing con la presencia de los cantores: publicó avisos en los diarios de la ciudad.
El Victoria fue el primer establecimiento en tener agua corriente, baños privados y ascensor en Córdoba. El «elevador» era manejado con manivela y contaba con banquetas fijas para los clientes; era para que estuvieran más cómodos pese al movimiento de la caja. Sus 120 habitaciones se repartían en cuatro plantas; tenía terraza y confitería. Se convirtió en un clásico para los visitantes ilustres.
En 2010, el Gran Hotel Victoria pasó a formar parte de la cadena Mérit, del Grupo Amerian. La empresa decidió mantener el nombre original asociado a la nueva marca y encaró trabajos de puesta en valor del edificio con la premisa de rescatar el estilo europeo y armonizarlo con conceptos arquitectónicos contemporáneos. Después de décadas cerrado, fue recuperado y reabierto en 2010; conserva su antiguo nombre e indicadores del paso de Gardel.
El gardeliano José Pedernera, quien escribió sobre el paso de Gardel por Córdoba, cuenta que en una charla con el hijo de Andruet, le recomendó: «Recibite de odontólogo, pibe, y no hagas como yo, que me tengo que ganar la vida cantando de lugar en lugar». Otros cordobeses conocedores del cantor que fueron sumando datos, aseguran que en su estadía visitó el bar El Calicanto, sobre La Cañada (el río entubado que atraviesa la ciudad) y que solía darse una vuelta por la «zona orillera y tanguera» en las orillas del río Suquía.
Lo acompañaban Razzano; el guitarrista y cantor cordobés Cristino Tapia (eran amigos desde el ’18 y grabaron juntos unos 12 temas; el primero la zamba «La cordobesa«); el bandoneonista Ciriaco Ortiz (su padre era dueño del boliche «Don Ciriaco» en esta ciudad, donde él comenzó para emigrar después a Buenos Aires), y José María Llanes, decidor y cantor conocido como «el Cabeza Colorada».
De su mamá a Río Ceballos
De aquellos bares y boliches no queda nada; sólo las historias de cómo a Gardel le gustaba ir de uno a otro. En total, actuó unas 20 veces en Córdoba; una de ellas fue una presentación gratuita que hizo el 24 de mayo de 1919 en Penitenciaría.
«Con motivo de la festividad patriótica y aprovechando el feriado de hoy, el dueto Gardel – Razzano y el concertista de guitarra Ricardo, darán hoy un concierto en la cárcel penitenciaria, concierto que el nuevo director mayor Alais ha aceptado completamente, por tratarse de un bello gesto de parte de estos artistas, que con su música y sus trinos, llenarán el alma atribulada de los penados, un poco de ilusión hecha luz de esperanza, que los hará soñar en la regeneración y la libertad, el hogar lejano. Es en realidad un bello gesto», describió un diario de aquellos años.
El teatro Novedades también estuvo años abandonado hasta que en 2010 se convirtió en Studio Theater, una suerte de café concert y teatro que funciona en el mismo edificio. Restauraron toda la estructura (palcos, escenario, gradas y columnas) y se reabrió al público.
Antes de viajar a Colombia, como en una premonición, Gardel le pidió a su representante Armando Defino que cuidara a su mamá, Berta Gardés. Él era amigo de la familia Fortuny, que tenía una casa de veraneo en Río Ceballos y allí, cuando las hijas de esa familia decidieron venderla, encontraron cientos de pertenencias del cantor. Había baúles con el rótulo de «cosas de Gardel» con objetos y documentos.
En esa vivienda estaban los muebles de la mamá de Gardel que eran de la casa de Jean Jaures, una valija llena de documentos, fotos, cartas de Gardel, ropa interior y hasta los manteles de su madre bordados por ella misma con sus iniciales. Se los dieron a Walter Santoro, coleccionista y presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
En Monte Cristo (a unos 25 kilómetros de la capital cordobesa) hay un museo privado que tiene mucho material del cantor. Su dueño Valentín Pazzi fue sumando cartas, fotos, postales, cheques de banco, telegramas a Razzano, partituras y sobre decenas de discos originales. Hay fotos de Gardel -muchas en Córdoba- y autógrafos. Pazzi se define como «gardeliano» y no se cansa de ver, y mostrar, su colección. Para los que comparten su misma curiosidad y quieren ver todo solo tienen que acordar una visita a pazzicdr@hotmail.com