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Le cocinó a Fidel Castro: la historia de la mujer que demandó al PC por sueldos impagos

Eliana Poblete estuvo casada con un ex miembro del comité central del Partido Comunista. Durante 30 años administró una parcela donde los jerarcas del PC tenían sesiones de esparcimiento. Le tocó atender a sus principales figuras. Pero hoy, con su marido muerto, está en un duelo judicial con la colectividad. Y dice sentir, incluso, miedo.

En el patio de la parcela del Arrayán que es epicentro de un bullado pleito judicial entre el Partido Comunista y una familia de antiguos miembros del esa colectividad, se encuentra sentada en una silla la señora Eliana Poblete (72 años). Su rostro indica cansancio y decepción. Al lado de ella está su hija Sandra Martínez, y el abogado Cristián Joannon. Un grupo de gallinas se pasea por el lugar, y la señora se levanta a corretearlas.

«Entre ambas partes existió una relación laboral que se extendió desde el día 11 de enero de 1990 y hasta el día 7 de febrero de 2019«, señala el fallo que dictaminó el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, respecto a la demanda que Eliana Poblete interpuso contra el Partido Comunista por el pago de remuneraciones y cotizaciones adeudadas durante los 30 años en que la mujer se desempeñó como cuidadora de la parcela ubicada en Lo Barnechea.

 

 

 

Todo se remonta al año 1990, cuando la familia conformada por Norberto Martínez y Eliana Poblete vivía en la comuna de Lo Prado. «Teníamos nuestra casa, no nos faltaba nada. Yo trabajaba, le podía pagar a mis hijos la educación, y además la vida era más barata de lo que es acá», señala Eliana. Pero la situación cambia cuando la entonces secretaria general del Partido Comunista, Gladys Marín, y Américo Zorrilla -figuras históricas del PC chileno-, llegaron a ofrecerle a Norberto Martínez que se fueran a vivir a la parcela del Arrayán, porque necesitaban a alguien que la cuidara. Martínez era un compometido militante del PC, que incluso llegó a integrar el comité central de la colectividad. Así fue como se trasladaron del sector norponiente de Santiago con sus cinco hijos  a la precordillera, y así comenzó el vínculo de Eliana con la tienda hoy liderada por Guillermo Tellier.

Sin embargo, según cuenta Eliana Poblete, las diversas promesas que la colectividad les ofreció se fueron diluyendo con el tiempo. «Nos dijeron que nos pagarían el agua, la luz, y nada. Compañera tranquila, era la frase recurrente que nos decían», cuenta a El Líbero. Pero eso no era todo. La parcela era utilizada como un lugar recreacional del partido, donde la hija de Eliana, Sandra Martínez, recuerda que llegaban muchas micros amarillas repletas de personas. También había un espacio para realizar reuniones, a las que acudían personas reconocidas. Cuentan que el propio Fidel Castro estuvo ahí. «Nosotros trabajábamos toda la semana. Hasta nuestros hijos nos ayudaban. Teníamos que tener todo en orden para el fin de semana», relata Poblete.

En conversación con El Líbero Eliana Poblete y su hija Sandra Martínez relatan los hechos que las llevaron a entrar en una pugna con el Partido Comunista.

-¿Cómo los convencieron para que se vinieran a vivir acá?

-Mi pareja era militante del PC,  la señora Gladys Marín y el señor Zorrilla fueron a donde vivíamos, y nos dijeron que aquí (en la parcela) no sabían a quién dejar, porque esto antes era ocupado por un militar, y al militar se lo iban a llevar, porque iba a volver la democracia. Y yo les pregunté, ¿y yo cómo voy? A usted le vamos a pagar, va a tener gratis la luz, el agua, el teléfono, todo, me dijeron. Pero nunca fue así, hasta el día de hoy. Nunca me han pagado nada. A lo mejor si hubiera estado viva Gladys hubieran sido más honestos, porque es de la política antigua, de la que creía en la palabra, que respetaba. 

¿Se arrepiente de haberse venido a la parcela?

-Cuando estoy sola digo «por qué les hice caso a estos», » por qué me vine». Yo en mi casa vivía bien, trabajaba, educaba a mis hijos. Mis hijos tuvieron que dejar de estudiar para ayudarme aquí en la parcela. Mi hijo estudiaba en la industrial y la otra mayor peluquería, porque a mí me alcanzaba, porque yo trabajaba ahí en mi barrio, porque no pagaba arriendo. Pagaba un pinchintún de luz y de agua, aquí se pagan más de 400 mil pesos mensuales. Yo iba a la feria con cinco lucas y llenaba la despensa para toda la semana, yo iba al negocio grande «La Africana» y me compraba la mercadería del mes y me alcanzaba. Por eso yo pienso a veces cuando estoy sola y lloro también, y digo » por qué les hice caso a esta gente». 

-¿Por qué la demandó el año 2016 el Partido Comunista?

-Ellos no encontraron  nada mejor que acusarnos de que nos tomamos el terreno. Esto es lo grave, que el partido nos haya acusado de habernos tomado un terreno. Yo tenía una casa en Lo Prado; esta parcela no la cedieron porque no teníamos dónde vivir. Lo  ofrecieron con una oferta de trabajo. Además, acusan que nos tomamos el terreno desde el 2015, pero nosotros vivimos aquí desde el año 1990.

-¿Y ustedes tienen como demostrar eso?

– Sí -contesta Sandra-,  tenemos las publicaciones del diario de la época, y las cuentas del agua y la luz están a nombre de mis papás. Ellos dicen que nosotros vivimos gratis, pero aquí todos los servicios los financiamos nosotros. Claro, arriendo no pagamos, pero ahora que acabo de regar, ¿quién paga esa agua?, nosotros. El PC nunca nos ha financiado nada. Además, el PC nos dejó una deuda millonaria por un arrendatario (porque un par de años se la arrendaron a un privado para montar una feria), y nosotros nos tuvimos que hacer cargo de eso.

-¿Y qué pasó con el tema de la deuda?

-Me dejaron una deuda grande de agua y de luz, que nosotros tuvimos que ir a llorar a Chilectra en ese tiempo y no querían recibir la plata que llevábamos. «¿Sabe, señor? Estoy sin agua, sin luz». En ese tiempo íbamos a buscar agua a la plaza de Pastor Fernández para tomar y comer, y nos bañábamos en el río Mapocho; esto fue en el año 1997. Finalmente tuvimos que vender mi casa de Lo Prado (el año 2003) para poder seguir sobreviviendo.

Nosotros manteníamos la parcela toda la semana y ellos venían el fin de semana. Les teníamos que mantener las piscinas. Aparte de sus reuniones que hacían en la casona. Ellos venían a cualquier hora, de repente venían a las dos de la mañana»

-¿Y cuáles eran las labores que le tocaba hacer día a día?

-Nosotros manteníamos la parcela toda la semana y ellos venían el fin de semana. Les teníamos que mantener las piscinas. Aparte de sus reuniones que hacían en la casona. Ellos venían a cualquier hora, de repente venían a las dos de la mañana. Además yo ayudaba en la cocina y en el servicio en las juntas. Me pedían a mí, la cuidadora, porque no querían contratar a cualquier persona. «Compañera, usted es de confianza», me decía la cocinera María Cruz. Les daba miedo que les metieran cosas a los platos. Yo me quedaba ahí ayudando, y dejaban bien cochino. También en la época cuando le arrendaron a un privado el terreno para colocar la feria «Pueblito el Arrayán», nosotros trabajábamos en labores de limpieza día y noche. Cuando la municipalidad dijo que la feria no podía seguir porque no contaba con los permisos, nadie fue a desinstalar, nosotros tuvimos que hacer todo.

-¿Usted tenía algún papel que acreditara que estaba trabajando para ellos?

-No, porque antes, para los antiguos militantes la palabra valía, no como ahora, que estamos metidos con un montón de sinvergüenzas.

-¿Y le tocó atender a alguna persona importante en la historia?

-Sí. He visto a varios. Tocó cocinar y atender a Fidel Castro el año 1996. Era un hombre alto, delgado, con una gran barba.

-¿Considera que Gladys Marín es muy distinta a lo que hoy es Guillermo Tellier?

Si estuviera viva la Gladys Marín no estaría pasando por esto, habríamos hecho algún compromiso, pero Tellier no sabe nada, no se mete en nada.

Me da pena ver  a mi madre entrar a un tribunal con 73 años de edad; que el partido que defendió tanto mi padre le esté haciendo esto a mi madre, que hoy día nos pague de la forma en que nos está pagando, que le den vuelta la espalda a mi madre, afirma Sandra Martínez

-¿Ustedes como familia intentaron hablar con el PC para que esto se resolviera?

-No se imagina la cantidad de conversaciones que tuvimos. Nos ilusionaban: «compañera empieza a buscar casa, ya le llegará la platita», nos decían. Nos juntábamos, llegábamos a un acuerdo y desaparecían. No se imagina cuántas veces pasamos por esto. En un minuto hasta fuimos a Melipilla para ver un terreno, pero fueron solo falsas ideas. También mi marido antes de fallecer mandó una carta (2004), solicitando que se me pagara lo debido, pero nada. Yo también envié una carta que fue recibida y firmada por el Partido Comunista, donde decía que llevaba mucho tiempo en esto, que por favor me solucionaran el tema, pero nada. El 2015, un año antes de la demanda que me interpusieron, desaparecieron. No supe nada más del partido.

De la noche a la mañana ellos prometían algo y desaparecían, pero mi mamá seguía creyendo», dice Sandra Martínez

-¿Hasta el día de hoy?

Sí, de todo nos hemos enterado por la prensa.

-¿Y cuando su marido falleció, cómo se portó el partido?

-Cuando se murió el viejo vino una persona de la iglesia y me dijo, ‘¿y pensai seguir viviendo acá?’. ‘Sí, po’, le dije yo, si ellos me dijeron que ellos me iban a arreglar todo. «Compañerita que le vaya bien, cuente con nosotros, la vamos a ir a visitar», me dijo, pero  nunca pasó. Y la jineta del Partido Comunista… Jamás llegaron al velorio, ni a los funerales, ni al hospital. Mi marido era del Comité Central y ni así fueron a despedirlo.

Jamás llegaron al velorio, ni a los funerales, ni al hospital. Mi marido era del Comité Central y ni así fueron a despedirlo»

-Su marido habría estado muy triste con todo esto de la demanda…

-Nosotros fuimos después del fallo a verlo al cementerio y le dijimos que habíamos hecho justicia, porque el partido ha mentido mucho. Una de mis hijas le dijo «mira tu partido, que dice defender los derechos de los pobres de este país, de los vulnerables, de los trabajadores, mira como defendieron los derechos laborales de mi mamá».

-¿Y usted en algún minuto se sintió comunista?

-Yo nunca me he sentido comunista, porque no me gusta,  a mi marido sí, y siempre conversábamos. Le decía que el comunismo empieza por la casa. Para qué me iba a meter a ser comunista si tenía mi hijo chiquito que me necesitaba. ¿Se imagina yo hubiera sido comunista y lo dejo abandonado? La gente se dedicaba cien por ciento al partido.

-¿Y qué le diría al Partido Comunista hoy día?

-Aquí se ha planteado mucho que la derecha está metida detrás de esto, que aquí hay algo oscuro, pero quiero decirle al presidente del PC que aquí no estamos funcionando con ningún partido político por detrás, sino por que se haga justicia social, esa de que tanto ellos mismos predican pero no practican. A mí no me interesa quedarme en la parcela, yo recibo mi plata y me voy con toda mi familia, pero después que me paguen lo que me corresponde. Pensaba poder despedirme de manos de ellos, pero creo que no voy a poder despedirme ahora, tal como me vine. «Compañera, le va a ir súper bien allá», me decían. ¿Qué bien me ha ido con ellos?

-¿Y qué siente ahora por lo que está ocurriendo? ¿Le da miedo?

-Claro, de repente a uno le baja el miedo que no vaya a venir el Frente Patriótico y me vayan a cortar el cogote. Tengo miedo que venga alguien. 

 

 

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