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Los desvaríos de Díaz-Canel en la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo

Díaz-Canel la emprendió contra Estados Unidos y contra el actual estatus de Puerto Rico, pero “olvidó” decir que Cuba no condenó al grupo vasco ETA en el año 2000

Miguel Díaz-Canel

Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la XXVIII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santo Domingo (Foto: Cubaminrex)

 

LA HABANA, Cuba. – Son frecuentes las intervenciones de los personeros del castrismo que desentonan con el ambiente que se respira en muchos de los eventos internacionales en que participan. Aunque no venga al caso, siempre saturan las citas con su cantaleta acerca del “bloqueo”, las agresiones del imperialismo ―en las que  invariablemente aparecen como víctimas―, y últimamente tratando de justificar las fechorías de sus socios de la izquierda. La intervención del gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la reciente Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo no es la excepción al respecto.

El heredero de los Castro responsabilizó al gobierno de Estados Unidos con el repudio que recibió en Miami el equipo cubano que participó en el V Clásico Mundial de Béisbol. Como todos sabemos, ese repudio fue la respuesta de la comunidad cubana residente en esa ciudad, que vio en ese equipo al representante de un régimen que oprime al pueblo de la Isla, y ha obligado a cerca de dos millones de cubanos ―quizás el número sea mayor― a abandonar su patria. Es probable que Díaz-Canel sufriera una decepción al comprobar que los cuatro gatos que en Miami organizan marchas pidiendo el fin del “bloqueo” no hubiesen podido evitar en esta ocasión que se expresara el sentir de la inmensa mayoría de los exiliados de la Isla. ¿Qué pretendía el señor Díaz-Canel, que les lanzaran flores a sus peloteros?

Díaz-Canel también trajo a colación la ubicación de Cuba en la lista de Estados que patrocinan el terrorismo. Y, como siempre, pidió que la Isla sea retirada de esa lista. El gobernante cubano escogió un contexto no muy adecuado para semejante petición. Tal vez olvide que en el año 2000, durante la Cumbre Iberoamericana de Panamá, la representación de Cuba, entonces en la persona de Fidel Castro, fue la única delegación que se opuso a una declaración de condena al grupo terrorista vasco ETA. A lo que se agrega el refugio que el castrismo les ha otorgado recientemente a terroristas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia. ¿Acaso habrá sido, señor Díaz-Canel, una simple casualidad histórica?

Una vez más los representantes del castrismo salen en defensa de la Venezuela chavista y la Nicaragua sandinista, dos regímenes totalmente desacreditados ante la comunidad internacional. El segundo de ellos, inclusotildado de “dictadura grosera” por alguien nada sospechoso de simpatizar con las fuerzas de derecha, como el papa Francisco. Tan desacreditados se hallan Nicolás Maduro y Daniel Ortega que ya casi no asisten a las conferencias internacionales, a las que envían a funcionarios subalternos.

Pero los desvaríos del señor Díaz-Canel no pararon ahí. Aprovechó su tribuna en esta cumbre para solicitar la independencia de Puerto Rico. En ese sentido declaró: “Reafirmamos el compromiso histórico con la libre determinación y la independencia del pueblo de Puerto Rico”. Si de verdad quisiera respetar la autodeterminación de ese pueblo tendría que reconocer que los puertorriqueños, en comicios verdaderamente libres, como no sucede con los cubanos de la Isla, han reafirmado su predilección por vías que no coinciden con la opción independentista. Como era de esperar, el representante de la dictadura castrista ha recibidla respuesta del gobernador de Puerto Rico, que lo insta a que libere al pueblo de Cuba de la opresión comunista.

Al paso que va, con sus concepciones erróneas, con su defensa de causas indefendibles, e inmiscuyéndose indebidamente en los asuntos internos de otras naciones, el señor Díaz-Canel terminará, igual que sus colegas Maduro y Ortega, ausentándose de estas cumbres. Así también lo hizo Fidel Castro, que decidió no asistir más a ninguna Cumbre Iberoamericana después del encontronazo que sostuvo con el presidente salvadoreño Francisco Flores en el citado cónclave de Panamá en el año 2000.

 

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